Lima-Nueva York.- El planeta necesita de voluntarios, porque su presencia convierte en posible cuando nada es seguro. Una de esas voces es de Roberto Camerieri, ciudadano americano, que con voz propia, analiza la realidad social, desde los principios de la Etica.
En el caso de las drogas, el alcohol es la de mayor consumo humano, cuyos efectos en la salud personal y colectiva son tan graves que los esfuerzos de organizaciones privadas y públicas siguen siendo insuficientes. En este horizonte se suman múltiples estudios académicos y voluntarios que hacen denodados esfuerzos en diversas organizaciones:
Alcohólicos Anónimos - AA, que actualmente opera en el planeta con más de cien mil Grupos Locales, tuvo su comienzo en Akron, USA, en 1935, cuando un hombre de negocios de Nueva York, - Bill W. quien había conseguido permanecer sin beber por primera vez, tras haberlo intentado durante varios años, buscando a otro alcohólico para compartir con él sus experiencias, en un esfuerzo por superar un mal momento y temía que lo llevase a una recaída.
Desde el campo de la medicina, para atender los males de la adicción al alcohol destaca Carl Jung (1875-1961), psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis. Se le relaciona con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador en sus comienzos. Impulsó la incorporación de su metodología, en base a nociones procedentes de la antropología, la alquimia, los sueños, el arte, la literatura, la mitología, análisis comparativos de las religiones, la filosofía y la sociología.
William D. Silkworth, fue quien comenzó a trabajar en AA desde el año 1930, en su condición de director médico del Hospital de Charles B. Towns, New York y desde el centro de rehabilitación para millonarios, servía a una clientela mundial, incluyendo a la realeza europea y jeques del petróleo de Oriente Medio.
Benjamín Rush, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia norteamericana, fue el primer miembro de la comunidad médica que consideró al alcoholismo como "un proceso de la enfermedad."
Estos y otros antecedentes han contribuido a la generación de movimientos e instituciones sólidas que trabajan en esta problemática social y más allá. Bob Camerieri, es un referente valioso. Hijo de migrantes italianos, un humanista en esencia. En Nueva York, su tierra natal y otras localidades, participó en la gestación de diversas organizaciones comunitarias. Convocando estudiantes y trabajadores, planeó propuestas para encontrar respuestas sobre los temas de vivienda, marginalidad y consumo de drogas.
LA SOLIDARIDAD PARA EL CAMBIO
Roberto Cameriri, nació en 1947, su hermano Donald en 1948 y su hermana Carol en 1951. Vivieron en Brooklyn NY, ciudad donde conocieron muy de cerca la compleja realidad social, acerca de la pobreza, la injusticia, la soledad y el desamparo, y al mismo tiempo la solidaridad entre las pandillas de los migrantes españoles, italianos, puertorriqueños y de otros mundos, experiencia que permitió a muchos a aprender el español y otros idiomas, en algunos casos mejor que el inglés nativo, es decir una cultura multifacética, en una zona fronteriza, donde negros, blancos y otras poblaciones vivían en las proximidades.
Entendió, desde joven, que tenía que ser autosuficiente para sobrevivir. Después de salir de la escuela, abría un pequeño stand en una esquina de la avenida Atlántico. Supone que el trabajo lo hizo más fuerte para sostener su autoestima, sin las galas de clubes sociales, equipo de deportes y de protección.
En el Ejército, en sus dos años de servicios obtuvo el Diploma de Equivalencia General (GED High School), de donde fue retirado por haber sufrido un accidente automovilístico. Licenciado en Hunter College, Magister con estudios en Negro y Puerto Rico; SUNY en Buffalo, Planificación Urbana y Regional.
En el Instituto Pratt de Brooklyn impulsó un estudio sobre "El desarrollo económico de la Comunidad". Sobre Urbanización, en el Instituto de Capacitación para el Desarrollo ( DTI ) Baltimore , MD. Educador comunitario en VIH/SIDA. Tiene lecciones en el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, Atlanta.
En la década del noventa se inició como consultor y cumplió funciones ejecutivas en un centro para el desarrollo comunitario, planificación de vivienda para pobladores hispanos en Nueva York, en la Universidad de Massachusetts, en asuntos de las minorías de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.
Su actividad profesional abarca varias organizaciones no lucrativas y departamentos universitarios que implicaban habilidades interpersonales, habiendo supervisado múltiples actividades desde el Departamento Administración a cientos de consultores.
Esta posición requiere una concertación con varios comités nacionales, junto con representantes de mayores intermediarios, supone gestión de gastos e ingresos, presupuestos, revisiones de cumplimiento de políticas, aspectos de desarrollo, fiscales, y el programa de supervisión de los contratos.
Desde el Centro Nacional de Barrio Empresa, emprendió una investigación, diseño e implementación de plan de estudios para la "Academia de Jóvenes Empresarios", que conducen a 40 premios, incluyendo el Presidente de la República.
Es un convencido que la familia es consustancial al ser humano y elemento fundamental para el desarrollo integral de la persona y la comunidad. Cuando mira hacia atrás y recuerda todo lo que le ha sucedido, afirma: "Mi vida no ha sido siempre feliz, pero nunca fue aburrida”.
Su voluntariado lo ha llevado a encontrar respuestas positivas a partir de la identificación personal o grupal, cohesión, esperanza y apoyo, en un entorno disciplinado, con límites definidos, estableciendo una distinción clara entre "tomar la primera copa" y responsabilidad de "la enfermedad de la adicción"
Distingue que en esta área es muy distinta cuando las personas adictas no integran grupos, pues en esa circunstancia son siempre furiosos, están asustados y llenos de miedo. Luego pueden pasar a un estado de culpa y remordimiento. Todo esto conduce a bloquear la menta y la necesidad de acercarnos a valores supremos.
Para conocer una experiencia espiritual se necesita saber tres cosas: ¿Cuál es el problema? ¿Cuál es la solución?, y el Programa de Acción para encontrar la solución.
La meta es profundizar la entrega. Que los principios de la aceptación, la humildad, la honestidad y la apertura mental son una parte fundamental de lo que somos. Es fundamental explorar aquel comportamiento que hace ingobernable nuestras vidas.
Recuerda que cuando tomó contacto con la AA le dijeron que asistiera a 90 reuniones en 90 días para encontrar un grupo de origen, un grupo de casa. El patrocinador lo guió a las reuniones y los asistentes no querían que un recién llegado debiera estar solo.
Un inventario moral es algo que nos lleva a descubrir nuestra moral individual, propia. Tendremos que ser meticulosamente honestos con nosotros mismos. La ética en su más sentido debe ser el rumbo, el objetivo final de la conducta humana. Propicia el apoyo y la presión de los compañeros para la abstinencia de alcohol y drogas. Identifica que la persona no debe estar sola. El intercambio de información siempre concede prioridad a la abstinencia.
La metodología de los doce pasos es un proceso independiente en sí. Es necesario empezar a reflexionar sobre nuestros propios caminos espirituales: El ateo cree que no hay Dios. El Agnóstico dice es probable que haya un Dios, pero él no tiene conocimiento de ello y por lo tanto se comporta como un ateo. El que tiene el conocimiento de Dios y dirige su vida y se pregunta ¿cómo llegamos a ser un ateo o un agnóstico a convertirse en un verdadero creyente?.
La meta es cómo conseguir los beneficios del programa en nuestras vidas. Tales esfuerzos teóricos y prácticos, también pueden ser válidos en América Latina, según análisis de la CEPAL y otras entidades especializadas en los problemas asociados a la producción, el tráfico y consumo de drogas, en tanto afectan a la calidad de vida de la población, porque están ligados a formas de exclusión social, mayor inseguridad y violencia, y en la gobernabilidad en algunos países.
Los gobiernos en América Latina han formulado planes nacionales para reducir tanto la demanda como la oferta, colocando especial énfasis en el control de la producción y el tráfico de drogas, campañas de comunicación y prevención, fortalecimiento jurídico e institucional y la mayor cooperación internacional, en tanto poblaciones de campesinos e indígenas se han incorporado a los cultivos ilícitos, porque la actividad vinculada a la economía de la droga genera altos ingresos.
Camerieri ha viajado dentro y fuera de EEUU, incluyendo al Perú, donde hace cinco años tomó contacto con organizaciones como el Centro Cultural de la Universidad Católica – PUCP y la Parroquia de San Borja, visitó los distritos populares del Sur de Lima, la ciudadela de Pachacamac. En esos escenarios dialogó sobre los procesos de recuperación de la adicción a las drogas “que finalmente se encuentra en cada una de las personas”, y conocíó de cerca las causas y los efectos del crecimiento de la economía y las brechas sociales. Definitivamente, en el caso del antropólogo R. Camerieri se cumple el adagio de que un mar tranquilo nunca hizo un buen marinero.
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