Francisco
Carranza Romero
En estos días la comunidad campesina de Quitaracsa vive el momento de muchos cambios que afectan a los valores morales y a sus manifestaciones culturales. Otro Macondo, pero en los Andes.
Por el proyecto privado de la construcción de la Central Hidroeléctrica Quitaracsa ya llegó la carretera semiafirmada sin puentes y túneles que disminuye las horas de viaje y da comodidad al viajero.
El río Quitaracsa, fuera de dar la vida a la comunidad, va a producir la energía eléctrica que tanta falta hace. Junto a la carretera han llegado centenares de trabajadores foráneos con sus buenas y malas costumbres.Ellos se comunican sólo en castellano.
Los vehículos que circulan diariamente transportan maquinarias, combustible, gente, víveres, ropas y muchas cajas de cerveza. La actividad comercial es la más beneficiada.
¡Kananmiqillayllaakuy! (¡Ahora es el tiempo de ganar dinero!), dicen sonrientes los jóvenes campesinos del lugar con uniformes anaranjados y botas negras. Sin necesidad de salir de su pueblo han sido contratados como mano de obra no calificada debido a su nula preparación técnica. Sólo los ancianos, los discapacitados y niños -fuera del horario escolar- se dedican a las labores agropecuarias, al hilado y al telar. Por ser del nivel de bilingüismo subordinado quechua y castellano uno me preguntó por el significado del calificativo “mano de obra no calificada”. Le contesté dándole su correspondiente en quechua: upa maki. El hombre se puso serio, luego se marchó cabizbajo.
Como tanta gente forastera necesita un lugar para dormir, las habitaciones de las casas han sido alquiladas, por eso ya no hay posada ni para los familiares que llegan de visita.
¡Kananmiqillayllaakuy! Han aparecido pensiones de comida y tienduchas que venden más cerveza que otras cosas. Muchos terrenos de cultivo han sido afectados por la construcción del campamento y de la carretera. La empresa indemniza a los supuestos dueños de los terrenos afectados.
Y, precisamente, este negociado crea enfrentamientos y rupturas familiares: Los hijos avivados reciben el dinero y no rinden cuenta a sus padres. Surgen falsos dueños de chacras que, aprovechando la ausencia de los verdaderos dueños, estiran la mano para recibir el dinero. Las autoridades locales convertidas en cómplices callan y no ponen orden; son también obreros de la empresa. El dinero, la coca y el licor corroen los valores como la lealtad, la solidaridad y el sentimiento familiar. ¡Kananmiqillayllaakuy!
En los fines de semana, cuando se reciben los salarios, hay el ambiente de borrachera por todo lugar. La chicha y el aguardiente han desaparecido, sólo se bebe cerveza.
La modernidad y la civilización han llegado brutalmente a Quitaracsa. Los valores morales temblequean. El dinero es el amo supremo. Cuando se termine la construcción de la central hidroeléctrica, y cuando ya no se necesite tanta cantidad de “mano de obra no calificada” se verán los resultados. Ahora la gente de Quitaracsa está viviendo dentro de un ambiente donde el dinero circula con facilidad.
LAS FIESTAS PATRIAS
El mes de julio en Perú es
denominado mes de la peruanidad porque un 28 de julio de 1821 se proclamó la
independencia del Perú. En este mes la bandera peruana flamea en todo lugar, y
sus colores rojo y blanco aparecen expuestos y pintados hasta en los rostros de
los niños.
Antes este mes estaba
dedicado a los desfiles militares, y los escolares de toda edad eran obligados
a practicar las marchas aun sacrificando las clases. Al final, eran
seleccionados los que podían comprarse los uniformes; los descalzos y mal
vestidos no eran presentables. El patriotismo consistía en marchar bien,
saludar a la bandera, portar la escarapela, entonar casi a gritos el himno
nacional. Es decir, una imitación a la conducta de los militares.
Este año presencié el
desfile en la ciudad andina de Caraz, capital de la provincia de Huaylas,
departamento de Áncash (Perú). El desfile ya no fue solo una demostración de
las paradas militares, pues ya hubo la exhibición de las expresiones culturales
típicas del Perú: música, danza, ropas y comidas. Algunos campesinos de las
comunidades cercanas también pasaron quitándose sus sombreros como saludo a las
autoridades y al público.
Qué bien, la peruanidad ya
se expresa con más sinceridad. Estamos madurando, indudablemente.
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