Poeta, escritor,
matemático, periodista, educador de
juventudes, con sus 96 años cumplidos, Isaías Elías Zavaleta Figueroa, es un activo ministro cuasi fundador de las Asambleas de Dios del Perú, avivamiento espiritual que en el siglo XX se extiende entre los cristianos del mundo que se
dieron a la tarea de predicar el evangelio, desde la visión del Nuevo Testamento o renacimiento Pentecostal.
Isaías se acerca a un siglo de vida, reeditando su novela El
final de una vida (180 pp), publicada en 1974, en la Editorial Parón,
pequeña empresa que creó en su tierra natal y le
siguió acompañando en Trujillo, calle Bolognesi 656, del Centro Histórico de esta ciudad del norte
peruano.
El autor, en el prólogo
de su obra, considera que hay tantísimas manifestaciones del hombre que quedan
ahogadas a diario en el fondo del ser, por falta de un lenguaje oral o escrito
que dé curso a las ideas engendradas por la mente.
Y esas manifestaciones
que a cada persona le toca sentir en grado variable a su actividad, están
aquellas que impresionan a nuestro ser, y son específicamente las experiencias externas que timbran las cuerdas de nuestra sensibilidad, haciendo
surgir en nosotros amor u odio,
alegría o sentimiento, gozo o
desilusión, adhesión o protesta contra todo aquello que es injusto del hombre
contra el hombre.
EL FINAL DE UNA VIDA, precisamente,
describe
al personaje central como a los demás que conforman el elenco de esta obra, los que
simbolizan la trama real del mundo actual en que vivimos hoy, con su
odio, desengaño, vanidad, lucro, farsa, vicio, venganza, deslealtad, conductas que luchan contra el amor y el perdón, únicos patrimonios que el hombre debe defender
a todo costo.
Por eso, Zavaleta Figueroa, sostiene que si peca demasiado es por no saber presentar a mis hijas virtuales (las ideas) carentes de ropaje literario y exentos de colorido
artístico en sus formas; en cambio sí, las dejo salir tal como han sido
concebidas en parvadas, cual avecillas que se deleitan en la libertad de sus alas, porque sé que
dejándolas libres con la sinceridad que
se las envía, llegarán al oído de los
ricos y de los pobres, de los que engañan y de los desengañados, de los que
gustan disfrutar del poder a expensas del hombre ajeno y de los que sufren el
abuso de aquellos.
El autor, nació el 16
de Febrero de 1917 en Caraz, en el Callejón de Huaylas, Ancash, un valle de
clima templado, a 400 kms. al Nor Este de Lima, protegido por dos cadenas de montañas - Blanca y Negra-,
lagunas, lagunillas, manantiales, aguas termales y riachuelos que alimentan el Santa, uno de los pocos ríos
de cauce regular, que desemboca al Pacifico, y que durante las cuatro
estaciones del año mantiene una variada agricultura, incluyendo diversidad de flores,
frutas, alimentos de panllevar. La elaboración de los refrescos y los helados con el hielo de las
faldas del Huandoy y el Huascarán, se truncó con el terremoto del 70.
Isaías Zavaleta,
durante su juventud estuvo muy cerca de los adolescentes dando las primeras
lecciones de la política al servicio de la vida, de la comarca que los cobija.
Creyó en el gobierno local, como la institución que ensambla los sueños y las
esperanzas de las antiguas comunidades,
tan vigentes para construir el desarrollo sustentable, teoría tan de moda en el presente
siglo, y que rescata el valor del conocimiento trans disciplinario, división o fraccionamiento que nunca debió separarse en la formación del niño.
En Caraz, junto con el poeta Hernán Osorio Herrera, hizo periodismo y veladas literarias en Radio Claridad, una sonora
muy apreciada por la ciudadanía, un modelo de comunicación sustentada en
la ética, las buenas costumbres y la
solidaridad puesta a prueba.
La reciente publicación
de EL FINAL DE UNA VIDA, tiene ingredientes sui géneris, que demuestran el valor
permanente de la tecnología. Siguiendo
la lección de Vallejo – “aquello que se inventa no se puede desinventar”, la
edición que hoy tenemos en nuestras manos - 16 de febrero 2013- conserva las características originarias.
Los nuevos instrumentos
de la industria digital y de internet han permitido confirmar que las ideas no tienen fronteras, y se convierten
de locales en globales.
EL FINAL DE UNA VIDA ha
sido reeditada tomando la primera matriz, escrita en una antigua maquina Remington
o Royal, en aquellas teclas metálicas y sonoras, trasladadas en “esténcils” y reproducidas en mimeógrafo, máquinas aún valiosas en
nuestras aldeas de oro.
Esta edición tampoco es
fruto de la casualidad. Han concurrido: July Balarezo, con su alegórico lienzo que ilustra la carátula. July y Jorge Zavaleta
Balarezo, desde Frederick y Jonesburgo, con su recuerdo diario de los abuelos Elena
y Eva, Juan e Isaías, que colmaron sus
sueños y alimentaron sus primeros pasos.
PRINCIPALES OBRAS
ANTES Y DESPUES DEL
TERREMOTO, III Tomos. Es un conjunto de relatos
del Callejón de Huaylas, antes y después del terremoto del 31 de Mayo de
1970, la más grande tragedia del siglo XX en el planeta, que produjo la muerte de 70 mil personas.
Sus crónicas han formado parte de importantes investigaciones de sismólogos internacionales y nacionales y han contribuido a la creciente toma de conciencia sobre la necesidad de la prevención para disminuir el impacto de los desastres naturalesm que siempre afecta a los más vulnerables.
Parte de estas publicaciones forman parte de una colección de libros sobre sismología publicados en Moscú, 1980.
Sus crónicas han formado parte de importantes investigaciones de sismólogos internacionales y nacionales y han contribuido a la creciente toma de conciencia sobre la necesidad de la prevención para disminuir el impacto de los desastres naturalesm que siempre afecta a los más vulnerables.
Parte de estas publicaciones forman parte de una colección de libros sobre sismología publicados en Moscú, 1980.
FRAGMENTOS. IV
Volúmenes. Publicados en los años 1971, 72 y 73. Constituyen una serie de
comentarios y análisis sobre la
organización y desorganización de las entidades públicas encargadas de la
reconstrucción de los pueblos destruidos por el sismo del 70.
LA MADRE Y EL HIJO ACUSADO, 1963. Un drama corto que revela las dudas e incertidumbres de
los grupos sociales para criar a sus hijos dentro o alejados de los esquemas de
la sociedad tradicional de los años sesenta, década de los grandes acontecimientos que vivió el mundo. Imprenta Atun Huaylas, Jirón Luzuriaga 114, Caraz.
VALORES QUE NO SE
PIERDEN, 1962. Relatos de actualidad para niños, jóvenes y adultos. Impreso en
los Talleres Gráficos “Atalaya”, Caraz, de Abel Angeles.
¿QUIENES SON CULPABLES?
Drama Protesta, en II Actos. Escrita en Caraz, Mayo de 1970. Impreso en
Editorial Parón, Trujillo, 1974.
Estas y
otras de sus publicaciones han sido presentadas por el autor, a través de un largo peregrinaje por
los pueblos de Ancash y el Perú, fuentes inagotables
para su creación poética y sus prédicas dominicales en concurridos auditorios. “A
medida que los años pasan/ Si tú amigo que siempre me lees/ Estas experiencias
que yo te cuento,/ déjalas que en tu corazón se graven.
Don Isaías Elías reciba
el saludo de sus seres más queridos: De Rosa
Amelia, Lolo, Lolito y Bruno. De Elida Beatriz y Adolfo, su esposo. De Coco y
Montse desde Barcelona. De July y Jorge. De Elena Alegre, Arturo Miguel y Adolfito, desde el Cielo.
Tu respuesta, siempre ejemplar, la hemos
conocido. Por ejemplo, en tu poema "Practica el Bien”: "No dejes dejes de
honrar a tus padres,/ Porque largura de años tendrás como premio/ Y te irá bien
en todo lo que hagas,/ Porque es un mandamiento con promesa”.
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Nota. En Caraz, aún queda en pie la casa del escritor. Isaías, conocedor de la resistencia de materiales y de la energía solar, construyó una cálida vivienda que soportó el infausto terremoto del 70 y que sirvió de breve refugio para los vecinos. Queda también aquel intenso perfume de las enredaderas de Madre Selva, de los claveles y jazmines que sembró y cuidó Elena, su compañera eterna. Elena, la mayor de nueve hermanos, fue hija de Porfiria y Víctor Alegre, un juez probo, reconocido por los pobladores de Huaylas, especialmente por los campesinos, por la justa distribución de las aguas, sorteando la presión de gamonales.
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Nota. En Caraz, aún queda en pie la casa del escritor. Isaías, conocedor de la resistencia de materiales y de la energía solar, construyó una cálida vivienda que soportó el infausto terremoto del 70 y que sirvió de breve refugio para los vecinos. Queda también aquel intenso perfume de las enredaderas de Madre Selva, de los claveles y jazmines que sembró y cuidó Elena, su compañera eterna. Elena, la mayor de nueve hermanos, fue hija de Porfiria y Víctor Alegre, un juez probo, reconocido por los pobladores de Huaylas, especialmente por los campesinos, por la justa distribución de las aguas, sorteando la presión de gamonales.
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