Jorge Zavaleta Alegre
Existen numerosas razones para sumarse a la campaña
internacional contra la violencia de la mujer. Este año, la voz de una artista
plantea, insistir en la justicia para las mujeres del Perú que hace dos décadas
fueron impunemente esterilizadas, como
parte de una “política demográfica”.
La mejor respuesta la encontramos en las voces de nuestros
artistas que participaron en un festival
organizado en Lima por los Centros Culturales de Francia y Alemania; Marruecos
y Suiza, con un programa que incluye ópera, danzas, circo, artesanía, pintura, noches
de cuentos, grafitería, teatro, música, cine
y un encuentro internacional de ministros de Estado responsables de los sectores sociales y Chiripaq, el Centro de Cultura Indígena de
Perú que celebra 25 años de creación con
el Arte Vivo de Ayacucho, tras la barbarie del
senderismo y la represión armada.
Escuchemos lo que sostiene Magaly Solier (Huanta, 11 junio
1986), la actriz y cantautora más famosa del Perú, premiada en diversos
festivales por sus películas Madeinusa, La Teta Asustada y por Warmi disco de
canciones en quechua:
“Estoy aquí para expresar lo que siento como mujer serrana. Las
mujeres campesinas son trabajadoras. Soy hija de campesina luchadora,
que nos ha sacado adelante a mí y a mis
siete hermanos y que gracias a ella pudimos ir a la escuela”.
“Cuando era niña, mi madre me enseñaba a defenderme, a ser independiente, a ser una
mujer con un corazón valiente. No tengas miedo de decir lo que pienses, lo que te atormenta, dímelo.
Para ello soy tu madre”.
“Recuerdo que viajábamos, a pie, con otras mujeres durante
todo un día. ¿Para qué?. Para hacer un trueque entre las frutas que llevábamos
por cereales y menestras. Con ese esfuerzo logramos educarnos”.
“Me viene a la memoria aquellas campesinas que se dedican todos los días a sembrar para que cada uno de nosotros, para
que ustedes y nuestros hijos tengan alimentos cada mañana. Por eso tenemos tantos callos en nuestras
manos, de tanto trabajar”
“Sin embargo, poco caso nos hacen. En las provincias hay
tanta inocencia, tantas violaciones a
niñas de 12 y 13 años que resultan madres. ¿Hijos de quien? ¿De un amor?
No. Provienen de la violación. ¿Violación de quién?. En algunos casos de los
padres, de los primos, de los hermanos”.
“El Estado dice ”denuncien, señores denuncien”. Hay tantas
mujeres que denuncian. ¿Y al día
siguiente qué pasa?. Son asesinadas. Las mujeres son aún más
maltratadas, más golpeadas”.
“Es fácil afirmar que
la violencia está bajando. Nada. Es una mentira. Son palabras escritas en papeles. Solo pido un poquito más
de ponderación. Tener los ojos más abiertos, que nos presten más atención a las
mujeres serranas”.
“A pesar de todos los problemas que hemos pasado, adelantamos.
No retrocedemos. Así de insistentes somos las mujeres de la sierra del Perú y
del mundo. Porque tenemos fuerza, somos el motor del hogar, queremos superarnos
cada día más. Sueño que algún día la violencia se acabe, que todas seamos
felices”.
“Concluyo agradeciendo
la oportunidad para expresar lo que
siento y recordar a aquellas mujeres que fueron esterilizadas y que están pidiendo justicia año a año. Quiero
dejarles esta preocupación a cada uno de los presentes”.
Con esa autoridad de artista,
creadora de un nuevo folclor andino,
oriunda de una tierra que sufrió la violencia sistemática del terrorismo,
esas palabras, avaladas por los aplausos
y discursos emitidos en el Festival, adquieren categoría de firme protesta y de
esperanza.
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