Jorge Zavaleta Alegre. Cambio 16, Madrid.-
Lima, como otras ciudades de América Latina, se ha convertido
en un observatorio de la globalización, que trata de encontrar un punto
intermedio en el cual el libre mercado camine de la mano de un Estado
sólido y eficiente para superar las desigualdades profundas que aún persisten entre los más de 550
millones de habitantes de la Región.
Decenas de científicos suscribieron semanas atrás, de manera
optimista, los pasos de integración, después de “analizar la economía y la política
regional, hemisférica y mundial en una época de cambios y tendencias en tiempos
de crisis”.
El Centro Peruano de Estudios Internacionales – CEPEI,
adscrito a la Universidad del Pacífico, una de las principales aulas privadas
del país, que este año celebra bodas de oro formando empresarios, pidió
serenidad y prudencia por el manifiesto optimismo, porque el camino aún es
largo y las dificultades son imprevisibles si
la crisis en el Norte continúa por mucho tiempo.
En palabras del Ministro de Economía peruano, Luis Miguel Castilla, la economía nacional en la última década ha triplicado su Producto
Interno Bruto. Las exportaciones e
inversiones se han multiplicado siete
veces y diez, respectivamente. La pobreza ha decrecido
de 50 a 38%, hay una clase media que se ensancha.
EMERGENCIA DE UNA NUEVA CLASE MEDIA
Según Javier Bonilla, del Consejo Uruguayo de Relaciones
Internacionales – CURI, esta clase media
irrumpe con características que aún no
se definen, pero será distinta a la de su país
de los años 30 o la de Costa
Rica del 50, para solo referirse a dos
realidades muy bien reconocidas.
En el Perú, esa nueva clase media, va siendo configurada por la
mayoría de migrantes de los Andes. La paciente inversión familiar en la
educación, inversión pública y privada
transnacional, medianos y pequeños negocios y una intensa economía informal, sustentan la ruta aún frágil
de la industrialización y la exportación primaria de minerales, harina de
pescado y algunos alimentos vegetales.
La proyección optimista postula por aumentar la productividad
y la competitividad. Emprender la postergada reforma del Estado. Un shock de
gerencia técnica, apuntalando la alianza Asia Pacífico. Ampliar UNASUR. Pasar
de la retórica a la práctica. Mantener el viejo anhelo de la paz y asegurar la
continuidad en las relaciones internacionales.
AUTONOMIA PARA LOS MEDIOS PUBLICOS
La crítica al modelo de desarrollo de América Latina viene
ahora del lado de lo positivo. Se acabaron las dictaduras militares. Las nuevas
exigencias inciden en cómo mejorar la Democracia. Hay tensiones y problemas con
la prensa pero hay un gran potencial en
los medios de propiedad del Estado, que si son administrados con plena
autonomía, puede incentivarse un mayor conocimiento y reflexión de la realidad.
Hay una conducta de buenos ejemplos en
el Poder Judicial. Surge una democracia
corporativizada donde la figura del ciudadano con partido político está
desdibujada. Está mundializándose el mercado. América Latina está disminuyendo
su pobreza.
DOS SIGLOS DESPUES DEL CONGRESO DE PANAMA
El diplomático Hugo Palma Valderrama, Presidente del CEPEI, con
su larga experiencia, explica: “La historia ha creado diferentes países, con
diferentes culturas, políticas tradicionales, etc. En América Latina siempre se
ha querido crear institucionalidad. No olvidar que en 1826, Bolívar convocó al
Congreso Anfictiónico de Panamá, en el
cual se acordó todo lo que podía
acordarse en ese momento: la guerra, los ejércitos, el comercio, la
nacionalidad, etc”.
El tratado no duró lo que la tinta demoró en secarse y lo que
vino fueron conflictos. Desde entonces han sucedido diversos intentos de
consolidar la Paz y la cooperación latinoamericana. A finales del siglo XIX el
gobierno de los EEUU empezó a crear una institucionalidad hemisférica
que con el tiempo ha ido decantando propósitos, principios y obligaciones.
Hay obligaciones específicas en la Carta de la OEA sobre la
paz, la libertad, los derechos humanos, la democracia y otros temas importantes, instrumentos que son parte
del sistema jurídico latinoamericano. Por cierto, no es un producto acabado,
perfectible, pero no prescindible.
LA OEA Y NUEVOS ORGANISMOS
Desde principios de este siglo, se han creado agrupaciones económicas y políticas que se han transformado sucesivamente. Desde el 23 de febrero del 2010, en México, existe la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, CELAC. Ya tuvo su segunda reunión en Caracas, en diciembre de 2011 y
en Chile, en enero de 2013.
Palma Valderrama, considera que el continente está pasando por
una etapa “curiosa” con respecto a la intervención de los EEUU. Se ha pasado
como si no fuera importante tal relación, porque el país del Norte tiene
problemas internos, pero la relación sigue siendo esencial.
El mejoramiento económico cuasi en toda América Latina ha
aumentado la confianza. Pero queda
pendiente como preocupación el futuro de
la OEA. Es el único foro en este hemisferio donde se han dado varios pasos importantes en
materia política, económica y seguridad.
Algunos, la consideran obsoleta e inconveniente y otros
simplemente no están hablando de ella. Pero la crítica es muy genérica, “porque
es vista como si se tratara de una entidad que tuviera vida propia y obviamos
que nosotros, los países, somos la OEA. Consecuentemente, si no estamos
contentos la podemos cambiar, porque en la OEA no hay veto. Y si la queremos
modernizar podríamos intentarlo. Creo que en este aspecto, los años setenta
fueron bastante más francos que lo que estamos haciendo ahora”, remarcó Palma
Valderrama.
La Carta de la OEA y la Carta Interamericana consagran el
principio de la democracia representativa y que los gobiernos tienen el derecho
de promover y defenderla. El acuerdo de
UNASUR señala la preocupación sobre el riesgo de que se
ponga fin al ejercicio del poder. Decide
las sanciones para revertir en esa situación. No es una diferencia menor, más allá de las
generalidades. El protocolo
modificatorio concierne principalmente
la estabilidad de los gobernantes. Todas las cuestiones fundamentales relativas
a la democracia no son tocadas, ni a la forma cómo los gobernantes gobiernan.
En materia de seguridad han habido experimentos muy
interesantes como el Grupo de Río. En América Latina no tenemos una zona de paz
sino tres. La Comunidad Andina de Naciones ha convenido los más extraordinarios
pronunciamientos y acuerdos en materia de paz, aumento de la confianza, etc. Pero la respuesta es que no se ha realizado
prácticamente nada.
La seguridad dentro de la defensa clásica entre estados, tiene
importancia esencial en todo el hemisferio. En el siglo XIX hubo distintos conflictos, y una crítica intervención de los EEUU. La OEA es criticada genéricamente. La única manera que tengamos seguridad clásica
es que no haya enfrentamientos sino el respeto irrestricto del Derecho Internacional.
UNASUR
El hemisferio requiere
de formas inéditas de cooperación.
Ningún Estado por poderoso que sea tiene capacidad por sí solo para
actuar. En materia de Defensa está el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca (TIAR), pacto de defensa mutua
firmado el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro, comprende a América, desde
Alaska, Groenlandia, en el norte, hasta las regiones antárticas. Según su
artículo 3.1 en caso de un ataque armado
por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un
ataque contra todos los Estados Americanos.
UNASUR ha intervenido en la situación de Colombia y Venezuela cuando se atacaron los campos ocupados por la
FARC en el Ecuador. Sin embargo, no se puede descartar los acuerdos políticos
insertados en los tratados con obligaciones precisas. La UNASUR
no actúa en contra de lo que establece la Carta de las Naciones
Unidas. Cualquier país tiene derecho a
recurrir a los sistemas de seguridad
establecidos y aprobados por décadas.
Todo lo demás, como la producción y el tráfico de drogas, el
lavado de activos, la trata de personas y el contrabando de armas, y lo
asociado a la delincuencia transnacional organizada, no es exclusivo de América
Latina.
En materia de desarrollo económico y social, no son pocos los
esquemas que se han modificado y
transformado. Pero es evidente que no todos comparten visiones
y actuaciones de cómo se debe atender tales temas de desarrollo.
MAS INSTITUCIONALIDAD, MENOS OPTIMISMO
Como esas actuaciones son distintas, los resultados son
también distintos. Dentro de los mismos procesos de integración latinoamericana
se han obtenido resultados distintos, porque
han optado un determinado tipo de políticas de liberalización y diferentes tipos
de políticas.
Al parecer los países que
optaron por la apertura, no van a
renunciar a los acuerdos de libre comercio, porque obviamente están dando
considerables beneficios.
Respecto al desarrollo social, hay países que están
priorizando esquemas distribucionistas y
hasta populistas y en otros se piensa que es el crecimiento económico, la
creación de empleo y el apoyo social puntual, hará que la pobreza disminuya y
se integre mejor a la sociedad.
Dicho esto, la institucionalización y la integración
subregional es un viejo anhelo, necesario y sumamente valioso. Muchos de
nuestros ejercicios son imprecisos. A la hora de señalar las obligaciones,
estas son dejadas de lado sin mayores dificultades, carecen de mecanismos de
evaluación y autocrítica y cuando no
funciona en vez de tratar de corregirlos lo que se suele hacer, es establecer propósitos más
ambiciosos.
Por ello, al tratarse de la institucionalidad latinoamericana debería tenerse en cuenta: Primero que se asiente en bases
sólidas. El entusiasmo y el voluntarismo, siempre bien intencionado, planeado no conduce a buenos
resultados.
Por ejemplo, una Asociación Anti Estados Unidos no tendría
ningún sentido. En materias difíciles como la paz, la seguridad y los derechos
humanos y libertades fundamentales,
nuestras obligaciones y compromisos deben ser al menos rigurosos. Deben dejarse espacios para convergencias más amplias en temáticas
similares y un mínimo de formalidad e institucionalidad. Muchos son acuerdos
con mecanismos provisionales, carentes
de presupuesto, de personal, no pueden elaborar memorias institucionales ni
capacidad para aprovechar el tiempo.
Finalmente, no hay nada más importante que apostar la
institucionalidad latinoamericana
coherente, eso nos permitiría concertar con la institucionalidad hemisférica y
mundial, con condiciones muchísimo más
favorables con una eficacia mucho mayor y también un diálogo más equilibrado y
productivo, principalmente con EEUU.
Si actuamos de esta
forma estaremos facilitando nuestro anhelo de 200 años de intentos para alcanzar la plena vigencia de la democracia, el respeto a los
derechos humanos y libertades
fundamentales, y el desarrollo económico,
pero esto no depende solo de discursos sino de decisiones, concluye el
presidente del CEPEI, tras una sucinta
exposición.
LA BANCA MULTILATERAL
Participaron en este simposium, entre otros, representantes de CAF, un banco
de desarrollo de América Latina vital y creciente, en comparación a la pérdida
de peso del BID, consecuencia del dirigismo
ultraliberal, liderado por el colombiano
Uribe. Eso no ha ocurrido con el Banco
Mundial, que en su mayor interés por la Región anuncia el Perú como sede de su
asamblea en un año cercano.
Entre los expositores y moderadores del debate, estuvieron, además de varios miembros del CEPEI, Matilde Schwalb, de la
Universidad anfitriona; Eleonora Silva, CAF; J. Lindsay, M. Greenberg y Sh. O´Neil, del Council on Foreign Relations; J. Bonilla, de CURI Uruguay; M. Castrioto, CEBRI
Brasil; J. Borbón, CARI Argentina; H.
Errázugui, CCRI Chile; F. Peña, CARI; J. Zabludovky, COMEXI, H. Saguier, de Paraguay; C. Herzka, IPAE, Perú, el ex canciller peruano, J.A. García y el actual
canciller, R. Roncagliolo.
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