Papel de Arbol

domingo, 29 de enero de 2012

DEBATE:¿COMO SUPERAR EN PERU LAS VIEJAS FRACTURAS?

Los mitos sobre la reforma agraria, el fin de la oligarquía  y la democracia inconclusa. Jorge Zavaleta  Alegre, Cambio16 - Madrid

Lima. En América Latina las grandes mayorías y los estudios científicos más rigurosos coinciden en la necesaria revisión del rol del Estado en el campo del desarrollo agropecuario bajo las nuevas circunstancias  económicas. Asimismo, superar los mitos negativos sobre la reforma agraria, el significado del fin de las oligarquías y como edificar la democracia inconclusa.

Se trata de un desafío de  encontrar  el equilibrio entre la producción de alimentos, la conservación del medio ambiente, reduciendo al mismo tiempo  la pobreza rural, tarea que involucra a los poderes públicos y a la sociedad civil y  superar errores sobre un presunto fracaso de las reformas agrarias, entre otras, realizadas en América Latina y esencialmente en el Perú de los finales del  sesenta.

La Reforma Agraria y otras reformas del 68 movilizaron conciencias, desde  entusiasmo popular hasta  odios fatales.  Cuatro décadas después las nuevas empresas agroexportadoras replantean  los límites de la  propiedad hasta un máximo de cuarenta mil hectáreas, en tanto las pequeñas cooperativas y campesinos  parceleros no encuentran respaldo técnico ni financiero para desarrollar sus contados surcos de los  estrechos valles y empinadas laderas de los andes.

El año pasado, el electorado del Perú votó por una hoja de ruta que prometía el impulso prioritario del país rural. Ese sentir es también un desafío  para la humanidad. La compatibilización entre el desarrollo agropecuario, la reducción de la pobreza rural y la conservación de los recursos naturales y del medio ambiente es una necesidad y un esfuerzo por alertar a los poderes públicos y la sociedad toda.

Para ampliar esta visión conversamos con dos notables intelectuales. Sinesio López Jiménez, destacado científico social, egresado de la Escuela de París y profesor de varias universidades Latinoamérica; y Otoniel Velasco, doctor en medicina  veterinaria, ciencias políticas, egresado de la Universidad de Harvard. Es uno de los fundadores, hace cincuenta años,  de la Planificación  en el Perú, institución que defiende  reactivación y vigencia.

La Reforma del Estado (tanto la burocrática como la neoliberal) en el Perú del siglo XX se ha concentrado básicamente en los cambios en los sistemas legales (constituciones de 1920, 1933, 1979, 1993, Códigos penal y civil), en el poder ejecutivo algunas reformas con la Ley del Estatuto y Escalafon del Servicio Civil, creación del Instituto Nacional de Planificación, y parcialmente en la descentralizaciòn y la administración pública.
Los ejes de la Reforma del Estado contemplados dentro de la prometida gran transformación, implica acabar con el patrimonialismo y la captura del Estado, la defensa del Estado-nación, ensanchar las islas de modernidad, luchar contra un Estado antidemocrático, superar esa falta de dominio de la ley, incidir en la planeación estratégica, superar la falta de seguridad, promover e incidir en el reconocimiento de nuestra compleja pluriculturalidad, superar el centralismo, incidir con una Reforma Tributaria que permita ingresos para financiar las transformaciones, llevar adelante una reforma gerencial y una lucha frontal contra la corrupción.
Este año, en el Perú el titular del sector Luis Ginocchio trata de concertar un programa de emergencia para eventuales semi sequías en el norte  y nevadas o sequía en los andes del centro y sur, según da cuenta la revista especializada Agronoticias, al mismo tiempo que  recomienda aprovechar las tierras y el potencial de los ríos bajos  de la selva, pero sin esperanzas de que la Banca Agraria sea reactivada ni a corto ni a mediano plazo. Y los programas sociales aún no pueden avanzar con la debida celeridad, debido, precisamente, a la ausencia de un Estado que urge reformarlo profundamente.

SINESIO LOPEZ Y LAS FRACTURAS DEL PAIS

Sociólogo latinoamericano, ex asesor del primer premier de Gana Perú, es uno de los intelectuales más activos en emergente movimiento de los indignados. Plantea la continuidad de la  hoja de ruta sin alejarse de las grandes transformaciones prometidas por el gobierno para superar las grandes fracturas históricas heredadas y vigentes desde la colonia.

Señala a Cambio16 de Madrid, que “la ideología es un elemento central de la política porque 'predispone a la acción' y reitera que  el viraje ideológico del actual mandatario Ollanta Humala, se ha producido ante el poder de la derecha y ha tomado decisiones muy alejadas al proyecto de la "Gran Transformación" que enarboló en la campaña presidencial.

 "Cuando la izquierda hizo una coalición con él, el presidente, elegido democráticamente en junio del 2011, expresaba un nacionalismo de izquierda, pues también hay un nacionalismo de derecha. Por más que él diga que él es de abajo, el programa que llevaba era un programa de izquierda. En los últimos meses hubo un viraje".
 Considera que el líder de Gana Perú fue "triturado" por el poder mediático que tiene la derecha política, que en el caso de la izquierda no tiene mucho margen para dar a conocer sus posiciones.

Estima que “Ollanta se negó a tener un poder propio al destruir su partido 'Gana Perú', al romper su relación con los electores de abajo, con la izquierda, con las regiones y con el centro liberal democrático que lo ayudó a ganar la segunda vuelta".

Interpreta que el contexto político obligaba a modificar o al menos maquillar el plan de gobierno inicial y convertirlo en una hoja de ruta moderada: "Entendemos el sentido de la hoja de ruta, que es la actualización del programa de la gran transformación en una coyuntura electoral, relativamente moderada hasta conservadora. Reivindicamos la hoja de ruta primigenia  y  es la que nos unió a los nacionalistas e izquierdistas.

“El viraje comienza cuando el presidente invita a subir a bordo a Castilla y Velarde, en el  ministerio de Economía y a la  presidencia del Banco Central, cuando en las filas de Gana Perú existen o existían profesionales de alta formación y bien ganado prestigio internacional. Eso significaba la continuidad de la captura del Estado, que vienen haciendo los grandes grupos económicos".

 Al ser cuestionado sobre la fortaleza y/o existencia de las ideologías políticas en nuestro país, López Jiménez remarcó que es un hecho que estas existen, pues son un elemento central de la política que predispone a la acción: "La sociedad no está llena de ángeles o de científicos.  La ideología es natural, como un elemento central de la política porque predispone a la acción", manifestó.

 Respecto al proyecto político de izquierda que viene apoyando,  reafirmó que éste tiene como ideal poder resolver los grandes problemas del país, y además de poder amenguar o curar las fracturas que sufre la nación, incluso que desde el colonialismo siguen vigentes:

  "Ni la izquierda ni la derecha han podido articular un sistema de pensamiento que masomenos nos permita desarrollar propuestas culturales o políticas que contribuyan a resolver esas grandes fracturas históricas que el país tiene. Esa es la apuesta que hacemos hoy. Intentar nuclear a la izquierda en una propuesta que enfrente los grandes problemas del país".

Recordó a los oyentes de Radio Programas del Perú, Canal N, Canal 4  y a Cambio16 de Madrid, que la Historia tiene en el levantamiento de Túpac Amaru, en la acción del Apra y el Mariateguismo de los años treinta y en la revolución militar del 68 producto del golpe militar de Velasco, antecedentes y propuestas de cambios  en la estructura del país; y  la victoria electoral de Humala planteaba esa posibilidad en democracia. Sin embargo, el viraje del gobierno no podrá superar el viejo patrimonialismo como rezago del siglo XIX ni llevar adelante una reforma y un Estado moderno.
LA PLANIFICACION

Según Otoniel  Velasco,  en el Perú, la Ley de Reforma Agraria de 1969 se trabajó en el Comité Asesores de la Presidencia  con la directa participación de funcionarios del INP y funcionarios del Ministerio de Agricultura con un procedimiento muy del estilo militar: el trabajo en compartimentos estancos de suerte que cada integrante del grupo sabe una parte del asunto que se está tratando pero ninguno, con excepción del líder, que conoce el conjunto.
Así, se expide la Ley el 24 de junio de 1969 lo que ocasiona la renuncia del entonces Ministro de Agricultura el Gral. Benavides quien se enteró de la Ley el día que el proyecto se presentó al Consejo de Ministros para su aprobación, no obstante que en su redacción habían participado sus más directos colaboradores.

Tampoco conocía el contenido de la ley el Gral. Francisco Morales Bermúdez en ese entonces Ministro de Economía y Finanzas, quien se encontraba en Frankfurt renegociando la deuda externa con los alemanes cuando en Perú los militares intervenían los latifundios de Casagrande el complejo azucarero de Gildemeister ligado a los capitales germanos.

En el debate del proyecto de Ley de Reforma Agraria   en el seno del Consejo de Ministros prevaleció la concepción radical (inspirada por asesores del social-progresismo, un movimiento político de claras simpatías con el fidelismo cubano) en la distribución y organización de las tierras afectadas, prefiriéndose estructuras de propiedad grupal como las cooperativas agrarias de producción (CAPs) y sociedades agrícolas  de interés social (SAIS) que integraban a las antiguas comunidades campesinas con pequeños parceleros, y sólo en segundo lugar a la propiedad individual con limitaciones a la extensión de la tierra bajo este último  régimen.

Los límites de inafectabilidad fueron fijados en 50 hectáreas para tierras con riego y 150 si eran de secano, con lo que se afectaba no sólo la gran propiedad, sino incluso la mediana.

La reforma era una antigua demanda de diversos grupos ante el hecho de la desigual  distribución de la propiedad de la tierra en el país y la situación de aguda miseria en el campo. Una pequeña minoría poseía la mayor parte de tierras cultivables: el 76% de éstas correspondía a sólo el 0.5% de las unidades agrícolas. Existía, sin embargo menos consenso en torno a cómo realizar la reforma agraria y  el gobierno apeló a una versión renovada del indigenismo, que el General Velasco en su alocución a la Nación dejó elocuentemente sentado: “Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”, término acuñado por Efraín Ruiz Caro conocido periodista y dirigente del socialprogresismo.

De este modo, el agro nacional bastión de la oligarquía tradicional y del gamonalismo serrano es objeto de una profunda reforma centrada en la transferencia de la propiedad al campesinado. El “indio” en adelante pasa a ser “campesino”. Con esta reforma realmente se quiebra el “espinazo de la oligarquía” en conocida frase del sociólogo  Henry Pease, hoy Director de la Escuela de Gestión de la Universidad Católica del Perú.

Los días 24 de junio de cada año se celebraba en el Perú desde la época de Leguía el “Día del Indio”. El año 1969 ésta fue la fecha escogida por el gobierno para la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y la expropiación de las modernas haciendas azucareras de la costa norte y central. Tropas armadas sacaron a propietarios y administradores, dando inicio a una de las más radicales reformas agrarias del continente. El 24 de junio pasó a ser llamado el “Día del Campesino”.

Para impedir la descapitalización y retroceso técnico de las grandes plantaciones, el gobierno las transformó en cooperativas de trabajadores, cuyos gerentes se encargó de designar.

Los latifundios más tradicionales y las tierras que recibieron las comunidades campesinas también adoptaron formas asociativas tuteladas por funcionarios estatales quienes debían procurar su modernización productiva. Se trató de impedir la parcelación de las tierras y su eventual compraventa.

Si bien se contempló una indemnización a los propietarios, éstos debieron aceptar un pago mínimo en efectivo y el resto en bonos de la deuda agraria redimibles a 20 años que los gobiernos siguientes no los honraron pese a los continuos reclamos de los tenedores de bonos, reclamos que continúan hasta hoy.

Convertir a los terratenientes en industriales fue una de las expectativas del gobierno por lo que estableció que la mitad de los bonos agrarios fuera pagada en efectivo, si el ex terrateniente decidía invertir en la industria un monto similar. Pocos se acogieron a esta norma, el caso más notable fue el de la familia Romero que formó una poderosa empresa textil y  años más tarde se hizo propietaria del Banco de Crédito del Perú, en ese entonces en manos de capitales italianos.

LA PRODUCCION CRECIO CON LA REFORMA

Hasta 1979 fueron expropiadas 9.1 millones de hectáreas, prácticamente el total expropiable. El número de fundos afectados fue de 16 mil. Comprendía no solo la tierra, sino además la maquinaria, el ganado y las instalaciones industriales y civiles. El total de  beneficiarios alcanzó a 400 mil familias, número importante, pero  se trataba de una cuarta parte de la población rural. El problema era muy simple: no había más tierra a repartir.

Se critica a la reforma agraria señalando que la producción agrícola descendió bruscamente después de la expropiación de las tierras. Las informaciones más recientes del Banco Central de Reserva  desmienten esta afirmación tal como se puede observar  en el Cuadro adjunto.

 En el período 1969-1975 la producción del agro fue superior a la del período 1963-1968 y si bien sufre una caída en el quinquenio 1976-1980 esta es más atribuible a problemas climáticos que se presentan cada cierto tiempo como se comprueba en el quinquenio 1986-1990 y no al proceso de reforma agraria.

En todo caso cabría afirmar que en el largo plazo el agro se ha beneficiado significativamente con la reforma agraria al haber tomado un rumbo más dinámico a partir de 1991.

La experiencia mundial enseña que toda reforma agraria tiene dos grandes etapas: la primera es la transferencia de la propiedad de la tierra, políticamente la más difícil, y la segunda es la modernización del agro, más fácil políticamente pero mucho más complicada de implementar y que requiere plazos más largos.

La primera etapa se cumplió con creces en el período 1969-1975 sin mayor costo social, a diferencia de otros procesos similares que costaron miles de vidas y situaciones de virtual guerra civil.

EL AGRO CAMPESINO REFUGIO DE LA POBREZA
La segunda etapa exige cuatro requisitos:

i.      Titulación de la tierra. ii.    Infraestrutura vial, de energía y de riego. iii.        Asistencia técnica, y iv. Crédito.
Los gobiernos que sucedieron al del General Velasco no cumplieron con estas medidas o lo hicieron muy parcialmente.

Así tenemos que hasta  hoy un elevado porcentaje de los predios agrarios carece de títulos saneados, la infraestructura básica es precaria, la asistencia técnica sumamente limitada y el crédito limitado sólo al agro moderno, de este modo el  agro campesino sigue siendo refugio de la pobreza.

EL CAMPO NO SE MODERNIZA
Aunque la modernización del campo, objetivo central de la reforma agraria, no llegó a cumplirse,  se minó la tradicional estructura de las clases altas y las bases agrarias de su poder y sobre todo se liberó de la servidumbre a gran parte de la población originaria que fue sometida a esta condición desde la llegada de los españoles en 1535.

Por otra parte, los cientos de miles de beneficiarios de la reforma agraria y sus descendientes están constituyendo una nueva y vigorosa clase media cuya presencia en el escenario nacional es cada vez más notoria.

De este modo la reforma agraria constituye en realidad la reforma social más importante del siglo XX y cierra el desmontaje de la República de Indios y de la República de Criollos iniciado en la década del cuarenta con las grandes migraciones del campo a las ciudades y con las invasiones campesinas de la década del cincuenta.
ALGUNAS CONCLUSIONES:

Múltiples estudios sobre la Visión, realizado por centenas de investigaciones latinoamericanas, confirman que  en los países en desarrollo más pobres un crecimiento económico de base suficientemente amplio, puede ser liderado por la agricultura, aunque tal crecimiento no debe ser solamente agropecuario.
En los países  más pobres  del mundo la agricultura  emplea hasta el 75% de la mano de obra, genera alrededor de la mitad del ingreso nacional y produce más de la mitad de las exportaciones. El sector agropecuario ofrece oportunidades  para acelerar el crecimiento  económico y reducir la pobreza y el hambre, tanto en áreas  urbanas como rurales.

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