Por Javier Sota Nadal, ex ministro de Educacion del Perú
La analogía más simple para explicar que es
un diseño curricular universitario es la cocina. Veamos: (1) Para cocinar tenemos que tener una meta bien definida, por ejemplo un
seviche, el equivalente en diseño curricular es
“perfil del egresado” (2) el seviche está más o menos acotado en sus
ingredientes: pescado fresco, limón, ají
limo, cebolla, sal y secretos de cocina,
alguien me confesó que el particular sabor del suyo venia del ajínomoto; en diseño curricular los ingredientes
son cursos, talleres y laboratorios que deberán ser convocados para formar un profesional
, listado de materias que también está acotado: en internet puedes encontrar,
por ejemplo, qué estudian los abogados en Harvard o en la Universidad de Buenos
Aires. (3) la teoría de la cocina tiene
un término preciso para cocinar el plato
con los ingredientes prescritos,
se llama “preparación” y en él encuentras tiempos, secuencias e
intensidades o, dicho de otro modo, qué
se junta primero, qué después y qué al final, así como cuanto peso o medida de cada ingrediente debes
usar; en diseño curricular se le suele llamar a la preparación “árbol
curricular”, que no es otra cosa que el despliegue en el
tiempo de las materias que se deben cursar para culminar los
estudios profesionales. Letras y números
establecen la importancia e intensidad de cada materia (4) El final lo conocemos, la
teoría de la cocina dice “invita a los amigos” y el diseño curricular establece
que la universidad, tras una tesis, debe
entregar un título al graduando al que supone capacitado para ejercer la
profesión.
Algún lector estará pensando que las analogías sirven mejor para evidenciar diferencias que para encontrar similitudes. En efecto, resulta muy simplista
comparar una cocina y un seviche con una universidad y un ingeniero. Tiene usted razón, (1) el perfil
de un profesional no es un seviche, no es un plato limitado por ingredientes
profesionales, es una luz amplia que debe
situar al profesional en el marco complejo
de la cultura, por ello apela a los denominados estudios generales como
basamento para sostener ética y culturalmente los cursos profesionales (2) el seviche o
cualquier plato está cerrado en sus ingredientes, la estructura curricular
no, es una serie abierta a nuevos retos y conocimientos (3) La preparación de un
plato es mecánica, el árbol curricular no “prepara” un profesional, no es una receta, es sólo una guía básica que permite pedagógicamente a cada estudiante
construir aptitudes y capacidades mediante
cursos básicos y electivos; estos
últimos son los que tallan el perfil individual de cada uno. Dime cuantos
cursos electivos te ofrece tu universidad y te diré cuán seria es (4) El final de un plato es su sabor, la formación
profesional no tiene final, es una obligación individual continuarla, lo que te
ha brindado la universidad son métodos
y operaciones intelectuales siempre
superables que pretenden analizar y
transformar positivamente la realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario