Papel de Arbol

martes, 20 de diciembre de 2011

Mesas Dialécticas II

Arq. Javier Sota Nadal
ex Ministro de Educación de Perú

http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas-y-colaboradores/mesas-dialecticas_99973.html
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas-y-colaboradores/mesas-dialecticas-ii_101474.html


En un artículo anterior (27/10/211) decía a raíz de los serios problemas de viabilidad social y política del proyecto minero Conga, que la mesa de diálogo aceptada por el gobierno para encontrar una salida satisfactoria para las partes en conflicto, se iba a desarrollar más como una mesa dialéctica que como una de diálogo. Argumentaba que “el diálogo está inserto en la dialéctica y, esta última, puede ser entendida como la capacidad de afrontar una oposición y suele significar también la apelación o uso de violencia en la confrontación”

Hoy la escena final de Cajamarca nos ha sido entregada. La providencial impertinencia periodística que se afana- felizmente- en gravar detrás de la escenografía, nos ha permitido observar como otra mesa de diálogo fracasaba en el Perú y, por primera vez, nadie puede escamotear la verdad de lo qué allí sucedió.

Probado está por la indiscreta TV, que no fue culpa de Salomón Lerner, quien hasta el último segundo previo a la catástrofe trató de acercar la posición inicial del gobierno a un punto en el que pudiera encontrarse con las posiciones de los líderes cajamarquinos. Ellos, a pesar de haber dialogado y coincidido en algo tras largas horas de discusión, se negaron a firmar el guión acordado que abría un posible camino hacia la solución.

Es que, en este caso, de dialéctica confrontacional se trataba y no de diálogo. La puesta en escena es la siguiente: (1) Los líderes se presentan como sujetos empoderados que exigen de la parte gubernamental la presencia de altos funcionarios con capacidad de aprobar los acuerdos a los que se llegue. (2) Los líderes ganan puntos fijando el lugar del diálogo. (3) El gobierno –democrático- accede. (4) Los líderes movilizan a la población como demostración de cohesión y fuerza. (5) Ambas partes buscan coincidencias y reservan desencuentros. (6) Se trabaja un documento de acuerdos básicos. (7) El gobierno está dispuesto a firmarlo, los dirigentes no, arguyen que tienen que bajar a bases (8) Fin del diálogo.

La mesa de diálogo, en el modelo descrito, se parece más a un secuestro que a una conversación. La estrategia que la pervierte es: quien comienza a ceder (dialogar) pierde y puede seguir perdiendo, sólo hay que esperar.

En Cajamarca perdió el diálogo y la confianza. Ahora el gobierno trata de equilibrar -legalmente- los medios que los líderes cajamarquinos usaron para tratar de imponer sus razones (bloqueos y paro regional) con una declaración de estado de emergencia en el área y la requisa de la chequera la región; y , curtido por la desgracia, probablemente exija dirigentes con poder de decisión real.

¿Esta es la manera de dialogar a la que está condenada nuestra democracia? Algunas dirigencias regionales parecen más sensibles al entendimiento cuando constatan fuerza al otro lado que cuando perciben voluntad de diálogo. Salomón Lerner nos ha dado una lección de consecuencia con los principios democráticos.

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