Jorge Zavaleta Alegre, Lima
La Unión Europea, después de 60 años de creada, a pesar de diversas dificultades internas y las consecuencias de la globalización del mercado, sigue construyendo la democracia, con pluralismo, libertad, respeto a los derechos humanos, no-discriminación, justicia social, solidaridad internacional y la resolución pacífica de conflictos, según recientes foros realizados en Lima y otras capitales de América.
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Los Andes, recursos parotros mundos |
Este modelo de integración, que no es perfecto y es criticado desde los extremos políticos, fue tomado en América Latina siguiendo, inclusive, el credo de las tres religiones monoteístas - catolicismo, judaísmo e islam – pero los resultados son inversos a los esperados desde su creación en la década del 70.
Mientras Europa cuenta con 27 miembros y las puertas están abiertas para el ingreso de Europa del Este; América Latina, en el siglo XXI, no exhibe casi ningún logro en materia de integración. Todo lo contrario.
La reciente Declaración de Lima de los gobiernos de Colombia, Chile, Perú y México, y de Panamá como observador, no es una iniciativa innovadora. La “Alianza del Pacífico para la conformación del Área de Integración profunda”, se crea cuando Alan García está a dos meses de concluir su mandato, contando con un pobre respaldo popular (solo 4 curules de 120 miembros en el siguiente Congreso de la República). Y el documento suscrito se repite la misma fraseología sobre articulación política, económica y de cooperación e integración, proyectos que como siempre son negocios de las multilaterales y que aumentan el desinterés de la comunidad regional.
Después de la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, el fenómeno de la globalización no ha provocado en el planeta un desarrollo económico libre de desencuentros. El panorama es más complejo con el espectacular crecimiento de la economía China, la dinámica de Asia, la reactivación política de Rusia y la intervención de los EEUU en Medio Oriente, India, Pakistán y Afganistán, sobre todo durante el régimen del presidente Bush, han desarticulado mucho más los intentos de integración latinoamericana.
La Unión Europea nació como un proyecto de mercado común, y nunca sobre la indagación de su pasado con respecto a sus antiguos dominios territoriales. Por eso, se explica la jornada juvenil de Mayo del 68, cuando expresó “muchos sentimientos de esperanza que venían del corazón y la mente de los sin esperanza”.
Europa está conformada por pueblos muy diferentes, que en el pasado se enfrentaron de manera sangrienta por diversas ideologías muy difíciles de llegar a acuerdos. Y la relación entre la UE y AL respondió a planear el futuro sin fijarse en la historia virreinal o colonial.
Así, el Tratado de Maastricht, de 1992, fue concebido como la culminación política de un conjunto normativo, más o menos sólido, para impulsar un modelo de relaciones birregionales. Inclusive, antes del 84, el diálogo con América Latina ya había empezado cuando España no pertenecía a la UE, y participaron los países de América Central en el diálogo de San José.
América Latina se copió el modelo de integración con Europa insistiendo sus grandes coincidencias históricas y culturales. Todos los discursos ratificaban que no hay otro continente o subcontinente en el mundo como América que se parezca tanto a Europa.
A mediados de los noventa, Europa puso en marcha una estrategia pensando en un continente que había desarrollado un proceso de integración razonablemente exitoso y que podía contribuir a que el mismo proceso se podría desarrollar en América Latina. Llegamos a 1994 y Europa comenzó a impulsar un diálogo político y cooperación para concluir en la firma de los acuerdos de asociación, estrategia vigente hasta hace poco.
Cinco años más tarde, desde la Cumbre UE - AL se empezó a impulsar la llamada Asociación Estratégica Regional, que por primera podría servir para fomentar los procesos de integración buscando posiciones y soluciones comunes a problemas mundiales. Este objetivo avanzó con dificultades.
Pero el escenario internacional ha cambiado drásticamente. Hay una crisis global de la que se libera, en cierto modo, AL por su condición de exportadora de materias primas. Y en la agenda internacional se impone el multilateralismo como única forma de enfrentar los problemas y la seguridad, enfoque que involucra, especialmente, a contemplar los conflictos en Oriente Medio. Este esfuerzo provocó grandes energías en las cancillerías y organizaciones no gubernamentales del mundo y en todos los actores de la sociedad civil, mermando recursos para enfrentar otro tipo de problemas.
Los objetivos del Milenio, según la Unión Europea, constituyen un hito positivo para diferentes temas, pero dañinas para las relaciones con AL, porque el Acuerdo de Washington 94, asignó la prioridad específica al África, con énfasis en África Subsahariana y en algunos países de Asia.
En este nuevo panorama, AL recrea un nuevo tipo de integración económica. La integración tradicional, parece que pasó al olvido. En esta dinámica, surgió la Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe (ALBA) como una propuesta de integración diferente.
Mientras el ALCA - extensión del Tratado norteamericano, que responde a los intereses del capital trasnacional y persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes y servicios e inversiones - el ALBA pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y, por lo tanto, expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos. ALBA está marcada por la influencia del Brasil, como potencia continental en la voluntad de Brasilia. Hoy asistimos a la heterogeneidad ideológica en cuanto a modelos económicos en AL.
Otro signo de dispersión, frente a la inoperancia de la OEA, es el Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política, conocido como el Grupo de Rio, que efectúa reuniones anuales entre los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.
Con tanto cambio en la escena global, inevitablemente la estrategia de Europa para AL ha quedado obsoleta. Las relaciones entre las dos regiones están un tanto estancadas. Pero este enorme pesimismo, que se superó en algo con la Cumbre de Madrid del 2010, en su plan bianual 2011 -12 introduce una agenda más concreta, con mecanismos de revisión, y un paso en cuanto a acuerdos de asociación, viendo aspectos comerciales de ambas regiones.
El acuerdo entre UE y Mercosur que se había detenido siete años, ha sido retomado. De otro lado, Colombia y Peru han llegado al “Acuerdo Multi partes” y se ha terminado con un acuerdo de Asociación entre América Central y Panamá. Para Europa, estas son señales positivas, pero también son datos contradictorios que se basan en acuerdos comerciales con mecanismos de integración latinoamericana, dejando de lado a los otros miembros de la CAN (Venezuela, Bolivia y Ecuador) que por diversas razones rechazaron airadamente la posibilidad de firmar lo que ellos consideraban acuerdos impuestos y desiguales.
Entonces el camino de los acuerdos comerciales bilaterales, que años atrás la Unión Europea no aceptó, constituyen ahora factores en contra de esa integración continental de América Latina.
Es cierto que los acuerdos comerciales implican un cierto nivel de liberalización del mercado, pero ese proceso afecta a los objetivos de cohesión social y territorial. Sin embargo, en el caso de América Central existe futuro si Europa financia un fondo de inversión de apoyo de transformaciones productivas. Es la primera vez que en la relación de Europa y la integración de LA se introduce un fondo de cohesión, que al final es una decisión que hace posible que la integración camine, señala el diplomático español Javier Sandomingo.
La UE y AL, después de un período de crisis, en el cual hasta se escribieron epitafios, hoy están en marcha acuerdos de integración con Chile y México. Ya existe la decisión de reanudar las negociaciones con Mercosur. Sin embargo quedan excluidos tres países, aunque Ecuador acaba de incorporarse a esta dinámica, informa el Hans Alldén, Jefe de Delegación de la Unión Europea en Perú.
En este medio siglo ha habido euro entusiasmo, euroescepticismo, euro pesimismo y parecería que podemos llegar a euro pánico, reflexiona el diplomático Hugo Palma Valderrama, director del Centro Peruano de Estudios Internacional – CEPEI, al mismo tiempo que toma en cuenta enormes logros y dificultades, en un contexto internacional muy cambiante:
Europa ha crecido de 15 a 27 estados. En cuanto a dificultades financieras están Irlanda, Grecia, Portugal y otros posibles. China, América Latina y algunos africanos se recuperan más rápido de la crisis. La migración presiona sobre Italia y la zona Shengen con refugiados del norte de África y de otros países. Demografía y envejecimiento: En 1990, Europa tenía un cuarto de la población mundial y en el 2060 solo será 6% de la población mundial con un tercio de ellos mayor de 65 años.
Las expresiones de intolerancia, xenofobia y nacionalismo extremo en varios países, es uno de los lastres que Europa experimenta. El virtual cierre de fronteras para los migrantes de África y América Latina es una contradicción entre la promoción del libre flujo del comercio y la restricción para el tránsito de ciudadanos de aquellos países que desde hace siglos siguen facilitando alimentos y recursos minerales al moderno Viejo Mundo.
EL MERCADO ANDINO
En el frente externo Europa tiene desafíos en materia de mundialización de la economía y una exigente agenda que contempla el cambio climático, la evolución demográfica, abastecimiento energético y nuevas amenazas a la seguridad.
Pero el robusto Acuerdo de Cartagena, Pacto Andino o Grupo Andino, fundado el 26 de mayo de 1969 para mejorar el nivel de vida de sus habitantes mediante la integración y la cooperación económica y social, ha sufrido un evidente retroceso. En Mayo del 2011 solo tiene cuatro socios con representaciones divididas entre el exacerbado liberalismo de Colombia y Peru y la posición regionalista de Ecuador y Bolivia. Venezuela que se adhirió en 1973 se ha retirado en el 2006, aunque sigue formando parte de los beneficios del mercado subregional libre de aranceles. Chile se retiró en la década del setenta.
Hoy el Grupo Andino es la Comunidad Andina, El proyecto predominante de los setenta no existe. Ya no cuenta los propósitos de proteger a la industria nacional imponiendo aranceles altos a los productos que venían de afuera. El Estado y la planificación tuvieron mucha importancia en esta etapa, para después, a finales de los ochenta, los países andinos eliminaron entre si los aranceles y formaron una zona de libre comercio. Hace catorce años que la conducción del proceso pasó a manos de los Presidentes. La CAN ha reemplazado al Pacto Andino, para alentar el comercio, mantenido los aranceles, pero pobreza, exclusión y desigualdad no figuran en sus esquemas.
Hace ocho años se incorporó la vertiente social; y desde Tarija, Bolivia, los Presidentes de los Países de esta Comunidad acordaron impulsar una Integración Integral; y desde el año pasado la Agenda Estratégica se maneja por consenso, pero en la práctica entre sus cuatro socios - Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú - no hay afinidades políticas. Además poco o nada sirve el Parlamento Andino, con sede en Bogotá, que no está facultado para legislar en ninguno de los cuatro países que lo integran; su labor es solo la de recomendar y coordinar actividades en pro de la integración regional.
MAS LEJOS DE LAS UTOPIAS
América Latina, está más lejos de la integración con Europa. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2010 indica que la región ha registrado progresos en la última década, pero sigue entrampada por la desigualdad de ingresos más elevada y sesgada del mundo. “En algunos aspectos, en especial en la matrícula escolar, América Latina y el Caribe se está acercando a los niveles de Europa y Estados Unidos”, dice el informe oficial. Sin embargo, olvida el reconocer que la calidad de la educación es desastrosa y ausente en la mayor parte de las zonas rurales. A más libre mercado, la desarticulación de los pueblos es cada vez más intensa porque la acumulación de los ingresos se concentra cada vez en menos grupos. América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo.
Lima, mayo 2011
jorgez@telefonica.net.pe