Jorge Zavaleta Alegre
"Nuestra región sufre hoy un shock de proporciones históricas. De acuerdo con los análisis, las economías de Estados Unidos, China y Europa se verán afectadas y ello generará un impacto en los países de Latinoamérica los cuales dependen, en su mayoría, del intercambio comercial con esas naciones y regiones. El coronavirus afecta a los pueblos indígenas y los amenaza con su desaparición. Suman 163 pueblos indígenas con riesgo de desaparecer.
Manaos en Brasil, Iquitos en Perú y Leticia en Colombia, son los puntos que concentran más casos de coronavirus en la Amazonía.
Los pueblos indígenas son una de las comunidadades mas afectadas por la presente pandemia. "Salvo en Belice, El Salvador y Uruguay, todos los demás países de la región confirman casos de personas indígenas contagiadas”, informa el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC).
Pobreza, falta de agua y la existencia de enfermedades previas como el dengue, la malaria o la tuberculosis debilitan seriamente a los pueblos ante la llegada de un virus desconocido.
El Foro Indígena de Abya Yala - "Los Pueblos Indígenas frente al COVID-19”, informa que 163 pueblos indígenas en Latinoamérica, estaban contagiados con el virus.
En los últimos tres meses, la pandemia se ha ido expandiendo. "Lamentablemente hemos visto que, en muchos casos, los estados nacionales han ignorado a sus conciudadanos indígenas o simplemente han tratado de expandir sus medidas estrictas, esencialmente diseñadas para zonas urbanas al área rural, que han demostrado no ser efectivas”, declara la agencia alemana DW Georg Dufner, Director programa regional Participación Política Indígena de la Fundación Konrad Adenauer (KAS).
La Organización Panamericana de Salud (OPS), los pueblos Waorani y Secoya en Ecuador, Guaraní en Bolivia y Tikuna, Andoque, Mokana y Andoque en Colombia, con una población inferior a 1.000 habitantes, son los más afectados. Además, la organización apunta que en México, hasta el pasado 26 de julio, fueron confirmados 5.413 casos, incluidas 766 defunciones. "Actualmente en el Istmo de Tehuantepec, que pertenece al estado de Oaxaca, las autoridades de salud reportan 1.130 casos y 171 defunciones”, informa Diana Manzo, de la etnia zapoteca.
Programas de asistencia, mensajes en lenguas indígenas en Perú, Guatemala y México, son otras acciones que han llevado a cabo los gobiernos. No obstante, "los Pueblos Indígenas han demostrado una notable capacidad de reacción y resiliencia ante la llegada de la pandemia”, subrayó apuntando a medidas de protección de sus territorios y la aplicación de conocimientos tradicionales.
Además del impacto sanitario, la pandemia también ha afectado a la economía local de las comunidades que deben buscar alternativas para mantenerse económicamente.
E Informe del BID incluye siete capitulos que se refieren al progreso perdido por COVID-19. Combatir la desigualdad con políticas monetarias y financieras. Políticas fiscales para mejorar el crecimiento equitativo. La dimensión espacial de la desigualdad. Confianza para promover el crecimiento inclusivo. Las consecuencias del cambio climático y los desastres naturales. Políticas para promover la inclusión y el crecimiento.
Los países en vías de desarrollo se enfrentan a tres tipos de obstáculos al implementar los mecanismos de financiamiento ex ante: escasez de ercados (los mercados de seguros siguen siendo subdesarrollados, sobre todo en los países en vías de desarrollo); resistencia política (puede que los políticos se muestran reacios a apoyar los gastos para protegerse de riesgos que quizá no se materialicen, y si se materializan, los beneficios podrían ser capitalizados por otros políticos); y un marco institucional inadecuado (fal - ta un análisis de evaluación de riesgo y en muchos países el marco legal para vigilar el cumplimiento de los contratos es débil).
En ese panorama, los bancos multilaterales de desarrollo (BMDs) pueden jugar un rol catalítico. Pueden subsidiar la investigación y los estudios que prevén la probabilidad de desastres que se requieren para apoyar los mer - cados de seguro locales o pueden compartir los resultados de la investigación pública sobre evaluación de riesgo con el sector privado para apoyar los mercados de seguros. La penetración de los seguros contra los riesgos catastróficos también es baja en el sector privado en los países en vías de desarrollo (Löw, 2018).
Si bien la investigación que identifica la relación entre penetración de los seguros, recuperación y resultados de mitigación es sorprendentemente limitada, la evidencia existente sugiere que tener un seguro aumenta las probabilidades de reconstrucción, reduce las dificultades financie - ras de la población afectada después del desastre y acelera el tiempo de recuperación (Kousky, 2019). En particular, la penetración de los seguros es desigual en diferentes grupos de ingreso, y los hogares de bajos ingresos tienen menos cobertura de seguros que los hogares de altos ingresos.
En Chile, por ejemplo, sólo el 4,5 % d e los hogares de bajos ingresos tiene seguro contra terremotos, en comparación con el 33 % d e los hogares de altos ingresos. Esto sugiere que los que más necesitan después de un desastre son los que menos probabilidades tienen de tener acceso a través de seguros.
Conclusiones El cambio climático y los desastres naturales pueden tener un impacto negativo en el crecimiento y aumentar la pobreza dado que imponen una carga desproporcionada a los sectores más vulnerables de la economía.
De la misma manera, los impactos económicos de la pandemia de la COVID-19 se concentran entre los hogares y sectores más vulnerables, lo que exacerba la desigualdad.
La causalidad biunívoca entre la desigualdad del ingreso y los impactos negativos de los eventos climáticos implica que una mayor desigualdad generará consecuencias negativas más amplias cuando se produzca un shock climático, lo cual aumenta la vulnerabilidad de los pobres ante futuros shocks.
Este bucle de realimentación negativa destaca la importancia de las políticas que reducen la desigualdad centrándose en la resiliencia. Una sociedad más equitativa está mejor posicionada para enfrentarse a los desafíos del cambio climático, los desastres naturales y las pandemias. Los países deben adoptar medidas para mitigar el cambio climático y, al mismo tiempo, prepararse para lidiar con las consecuencias, entre ellas, el aumento de las tem - peraturas y los desastres naturales, mediante una mejor adaptación.
El contexto de bajo crecimiento, los presupuestos fiscales ajustados y los niveles persistentemente altos de desigualdad que prevalecen en numerosos países en la región suponen más desafíos para los responsables de las políticas públicas, puesto que prepa - rarse para los desastres es caro y los beneficios son inciertos.
Los bancos multilaterales de desarrollo pueden ayudar mediante la asesoría y el desarrollo de nuevos productos. La comunidad internacional más amplia, a su vez, se enfrenta a un desafío adicional, dado que abordar el cambio climático requiere una acción colectiva a nivel global y un alto nivel de colaboración y coordinación entre los países.
América Latina y el Caribe es especialmente vulnerable a los impactos de la pandemia causada por el COVID-19 debido a las profundas desigualdades que se manifiestan en múltiples dimensiones, desde género y raza hasta accesos desiguales a servicios de educación y salud.
“La desigualdad en América Latina y el Caribe es bien conocida pero no necesariamente bien entendida”, sostiene Eric Parrado, economista jefe del BID:
“Vemos cómo el contrato social está fracturado en muchos niveles. Los pobres se encuentran más vulnerables al cambio climático, reciben una peor educación y cuidado de salud y los programas gubernamentales para redistribuir los ingresos son menos efectivos en la región que en otras regiones. Como resultado, nuestras escuelas y ciudades están segregadas por ingresos en niveles que no se ven en otras partes”.
Históricamente, América Latina ha tenido dificultades para enfrentar crisis. En el pasado, cuando su PIB ha caído un 5 por ciento o más, el impacto en los salarios reales ha sido de un 10 por ciento en promedio y en algunos casos llega al 20 por ciento. El desempleo ha subido y el número de empleos formales ha bajado. Por ello, el nivel de pobreza típicamente aumenta entre 3 y 5 puntos porcentuales, aún después de tomar en cuenta los programas de los gobiernos para amortiguar el impacto de las crisis económicas.
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