Jorge Zavaleta Alegre
Desarrollo económico y desarrollo en comunicaciones electrónicas son conceptos inseparables. Hoy este desarrollo aparece íntimamente ligado al de la banda ancha y al de los servicios de datos, y en general al hípersector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), explica el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a traves de un estudio de los expertos Garcia Zaballos y Lopez Rivas.
La investigacion considera que hoy existe un aumento promedio del 10% en la penetración de banda ancha en los países de América Latina y el Caribe que provoca un alza del 3,19% del producto interno bruto (PIB) y del 2,61% de la productividad. Esto se traduce en más de 67.000 empleos directos.
Además varios estudios señalan que la banda ancha es un pilar fundamental para lograr esos efectos positivos en el desarrollo socioeconómico, pero no resulta suficiente. La banda ancha debe concebirse como un ecosistema formado por unos elementos básicos fundamentales agrupados en torno a la oferta (acceso) y la demanda (adopción y uso), y unos elementos transversales (política pública y regulación).
Todos ellos encuadrados de manera institucional donde cada uno de los distintos actores desempeña un papel determinado. El desarrollo del ecosistema TIC adquiere especial importancia en ALC.
Son numerosas las investigaciones realizadas en torno a la capacidad de disrupción de la digitalización sobre la economía, y abarcan desde el análisis del BID (2012) o del Banco Mundial (2009) sobre la relación entre el desarrollo de la banda ancha hasta el estudio del impacto de la digitalización en la economía del Foro Económico Mundial (FEM) realizado en 2013 (FEM, 2013).
Como conclusión principal de multiples estudios cabe citar la importancia de la banda ancha y la digitalización asociada, cuyo impacto en la economía justifica la puesta en marcha de políticas públicas de desarrollo de la digitalización.
El ecosistema digital es definido como el conjunto de infraestructuras y prestaciones (plataformas, dispositivos de acceso) asociadas a la provisión de contenidos y servicios a través de Internet. Este es un sujeto de análisis fundamental para la definición de políticas públicas, en áreas tan diversas como la digitalización de procesos productivos y la protección de la privacidad de los usuarios. Su estudio es relativamente nuevo, particularmente en América Latina.
Asimismo, el avance de la economía digital en la región es todavía muy incipiente. Si bien el 50% de la población latinoamericana es un participante activo del universo digital, la oferta local de productos y servicios no ha terminado de consolidarse en un proceso dinámico y sostenible de creación de valor. Esto es particularmente importante dado el potencial que tiene la creación de un mercado regional que permita generar economías de escala y crear una oferta competitiva de nivel mundial.
Es por ello que resulta importante analizar y comprender cabalmente el ecosistema digital, tanto a escala global como regional, para disponer de una base empírica que ayude a definir políticas públicas que sean consistentes con el objetivo de maximizar la creación de valor en la región, contribuyendo a su desarrollo económico.
Este libro pretende responder a esta necesidad. Más allá del análisis de información, y el desarrollo de modelos cuantitativos, sus recomendaciones se basan en talleres de trabajo realizados en seis países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) con más de 180 líderes de opinión del mundo académico, gubernamental, de emprendedores, empresas de telecomunicaciones y operadores Over The Top.
En este sentido, el estudio no constituye un fin en sí mismo, sino que pretende iniciar el diálogo necesario orientado a definir políticas públicas para el desarrollo del ecosistema digital latinoamericano.
ÍNDICE
Prefacios .-- Introducción .-- Parte I. El ecosistema digital .-- Parte II. Las transformaciones de la demanda en América Latina: desde la conectividad a la digitalización .-- Parte III. El ecosistema digital: estructura de mercado y factores determinantes de importancia .-- Parte IV. Creación y transferencia de valor en el ecosistema digital .-- Parte V. El desafío de la innovación digital en América Latina .-- Parte VI. Resolviendo las brechas de inversión y capital humano .-- Parte VII. Una nueva política pública: de la infraestructura a las industrias digitales .-- Parte VIII. Perspectivas
El Acuerdo de Asociación de Economía Digital, un hito en las negociaciones comerciales, explican Pablo M. Garcia - Andrés Rebolledo:
El futuro de las negociaciones comerciales internacionales ya llegó. Se llama el Acuerdo de Asociación de Economía Digital. Lo acaban de firmar tres países, entre ellos Chile, y marca un hito ya que por primera vez busca establecer normas globales para la economía digital, un paso oportuno y urgente dada la importancia de la digitalización y la Industria en la recuperación de la actual crisis económica.
Las estimaciones del volumen de la economía digital oscilan entre el 4,5% y el 15,5% del PIB mundial. En los últimos diez años, las exportaciones mundiales de servicios TIC y digitales aumentaron a tasas considerablemente mayores a las exportaciones del resto de los servicios.
En 2018, las exportaciones de servicios digitales alcanzaron el 50% de las exportaciones mundiales de servicios. Todo esto está generando cambios de paradigma tanto en las estructuras productivas como en la demanda de habilidades para esta industria.
A pesar de avances significativos de los últimos años en el desarrollo del ecosistema digital, América Latina aún se sitúa en un nivel intermedio respecto a otras regiones del mundo (índice 49.92 en una escala de 0 a 100), mejor que África (35.05) y Asia Pacífico (49.16), pero rezagados respecto a Europa (71.06) y América del Norte (80.85).
Sin embargo, como consecuencia de las restricciones de movilidad por la actual crisis sanitaria, 1,7 millones de personas se convirtieron en nuevos consumidores digitales en América Latina en las últimas semanas.
Sin lugar a duda, este fenómeno exige que las reglas del comercio internacional, que fueron diseñadas originalmente pensando en el comercio de bienes en un mundo analógico, se adapten a esta nueva realidad. Esto se hace aún más imperioso en el actual contexto en el que la pandemia ha acelerado el proceso de digitalización de la economía.
Nace el Acuerdo de Asociación de Economía Digital. Tres países que fueron pioneros hace 12 años al firmar el primer acuerdo comercial transpacífico que derivó en el actual Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP o TPP11), el cual representa actualmente uno de los pocos esfuerzos plurinacionales para acordar normas globales en materias de comercio internacional, ¡lo volvieron a hacer!
El 11 de junio pasado, Nueva Zelandia, Chile y Singapur, esta vez de forma remota y mediante la utilización de la firma digital, suscribieron el primer Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA, por sus siglas en inglés) en el mundo.
Este Acuerdo representa un hito en la política de negociaciones comerciales y en la configuración de reglas globales para la nueva era del comercio internacional digital. Es pionero porque propicia una economía digital global integrada, con una visión de futuro que señala la senda para las normas de futuras negociaciones comerciales.
Esto representa una oportunidad para los países de América Latina y el Caribe de insertarse en la agenda digital, en tanto el DEPA está abierto a la adhesión de otros países que consideren apropiado sumarse.
Este Acuerdo es un paso adicional luego de varios esfuerzos en el plano plurilateral con alcance limitado, tales como la Declaración Conjunta de la Organización Mundial del Comercio (OMC) e iniciativas de negociaciones sobre comercio electrónico en grupos de trabajo de economía digital dentro del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC) y otros foros internacionales.
El DEPA, más pertinente y urgente que nunca. El DEPA llega además en un momento propicio para reafirmar el compromiso con el comercio internacional como motor de desarrollo económico, así como para resaltar la importancia de las normas y disciplinas globales en momento de incertidumbre y crisis causados por el COVID-19.
Es decir, hoy es más pertinente y urgente que nunca considerando la primacía de la economía digital en el nuevo orden económico post-crisis y en los esfuerzos de recuperación que muchos gobiernos y empresas tratarán de implementar al profundizar sus acciones hacia la transformación digital.
La firma de este Acuerdo es una excelente noticia para el sistema comercial global y especialmente para países que dependen del comercio internacional, justamente cuando se confrontan, por una parte, la aceleración de la transformación digital en industrias como la educación virtual, el teletrabajo y el comercio electrónico, y, por otra parte, el contraproducente aumento del proteccionismo en el combate de la pandemia.
El Acuerdo tiene como objetivo principal impulsar la cooperación en el ámbito de economía digital y establecer un marco normativo para promoverla. A su vez busca crear confianza en los sistemas digitales, asegurar el flujo seguro de datos y promover que las empresas, en especial las de menor tamaño relativo, aprovechen las oportunidades de la digitalización del comercio.
Nueva era en la conectividad global digital
El DEPA establece normas claras que pretenden armonizar la interoperabilidad entre los países al crear oportunidades para la digitalización, y aborda cuestiones claves salvaguardando principios fundamentales en este ambiente.
Entre ellas: i) el uso de dispositivos electrónicos; ii) no discriminación de productos digitales, trato nacional; iii) facilitación en la documentación de los negocios transfronterizos, e-invoicing, y promoción en el uso de pago electrónico; iv) protección de información personal; v) ciberseguridad, vi) protección del consumidor online, compromiso para trabajar en la eliminación de los mensajes publicitarios no solicitados (spam); vii) protección de identidades digitales seguras; viii) un marco de gobernanza ético en la implementación de la inteligencia artificial, ix) el libre flujos de datos, y x) abordar la brecha e inclusión digital con la garantía de acceso a una internet abierta.
Adicionalmente, incluye compromisos de compartir buenas prácticas para la promoción y desarrollo de nuevas tecnologías en logística, como entregas de última milla, y uso de drones y lockers para depositar y recoger bienes adquiridos. En cuanto a los productos digitales, mantiene el compromiso establecido en acuerdos previos sobre la moratoria a la aplicación de aranceles aduaneros al comercio electrónico, y agrega una norma sobre criptografía, que prohíbe la exigencia de solicitar las llaves o códigos de acceso al momento de importar productos que cuenten con tecnología criptográfica.
En relación con los datos, mantiene el compromiso para evitar la localización forzada al prohibir que las partes obliguen a un prestador de productos o servicios digitales a instalar sus servidores en su territorio para poder operar.
Algunos productos digitales que se beneficiarán de este Acuerdo son: streaming de video y música, software, e-books, videojuegos, hosting para sitios web, procesamiento de información, mantenimiento y reparación por internet, desarrollo de aplicaciones, y la industria Fintech.
Ciertamente el DEPA no es el punto de llegada, sino un excelente punto de partida para la creación de normas multilaterales en el ámbito de la economía digital.
Quedan temas por atender como mejorar el entorno de privacidad, seguridad y gobernanza de datos, fortalecer la ciberseguridad o seguir avanzando en áreas en las que el acuerdo solo ha establecido una ‘hoja de ruta’ a seguir, como en inteligencia artificial, datos abiertos o las identidades digitales.
Esperamos que el proceso de entrada en vigor del Acuerdo fluya en cada uno los países miembros. Cuando dos países ya lo hayan ratificado, el Tratado comenzará a operar y se habilitará la opción para la incorporación de nuevos miembros. El efecto demostración del acuerdo será una de sus mayores virtudes.
Es una gran oportunidad para que los países de América Latina y el Caribe estén atentos y se sumen al Acuerdo y así beneficiarse de estas normas que representan la nueva generación de tratados de libre comercio digitales que primarán en el mundo que viene.
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