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\Jorge Zavaleta Alegre
En el contexto internacional actual, las relaciones China-Occidente pasan por una etapa de “guerra fría” sobre todo con la actual administración de los EE.UU, una coyuntura que estaría muy cerca de un cambio de giro, si la victoria electoral es para el partido demócrata, que lidera el equipo del presidente Obama, a través de Joe Biden/Kamala Harris.
El periodista peruano Jorge Minaya, que ha estudiado recientemente a la República China, nos ofrece una lectura filosófica, entretenida y futurista de la humanidad. El Nuevo Expreso de Oriente, con sus sugerentes Siete ensayos del país emergente”, amplía las nuevas dimensiones del Modelo Dual, que Latinoamérica aún no lo asimila del todo.
Actualmente, el dinamismo económico de China tiene un mayor nivel de actividad con los países de América Latina. Pero, en la región de Ecuador, Perú, Bolivia, la pandemia del 19 ha derivado en un clima de desconfianza en las relaciones comerciales entre Occidente y Asia.
China cuenta en el Grupo Andino una mayor presencia de capitales para asegurar las materias primas necesarias. Pero no basta la inversión que ha logrado China en varios proyectos para afirmar que una sólida relación.
El impulso de los medios de comunicación y una notable hegemonía de la prensa occidental, no ha sido favorable para que China profundice su cercanía con la Región Americana.
El contrabando es una herramienta que no facilita relación armoniosa y formal. China, aparece como un productor de ropa, artefactos de hogar de cuestionada calidad en comparación con la vieja presencia de la manufactura norteamericana y europea.
El contrabando, atribuido a una preponderante mercadería china, resta elementos para fortalecer una relación más intensa, sostenida. Actualmente, China está buscando estabilidad política y generar un mercado interno que pueda suplir la caída en las exportaciones a Europa y Estados Unidos por efecto de la crisis.
Pero la actual pandemia ha generado una nueva revisión de la imagen de China. Para unos es el gigante asiático que ha logrado, gracias a su organización política, mejores mecanismos para detener la expansión de la pandemia. Inclusive, las noticias de que China ya cuenta con vacunas contra la pandemia crea inestabilidad en el flujo de las relaciones económicas y comerciales.
Esta tendencia se refuerza con los mejores esfuerzos de laboratorios y científicos occidentales, destacando prudencia, mayor seguridad, o manteniendo silencio estratégico. China es una economía en despegue, no una economía consolidada.
El libro de Minaya, fruto de cinco años de activa participación en la política peruana y colaboraciones de París y Pekín, es un esfuerzo a tomarse muy en cuenta, para comprender el “Modelo Chino”, emprendido por más de 1.300 millones de personas, 56 etnias con preeminencia de la Han, y con 14 países fronterizos.
El Gigante Asiático sigue conservando la esencia del pensamiento de Confucio (551-478 A.C.), como la matriz en el proceso mental de la civilización sina, que se sustenta en la idea del “ru” o sus raíces primeras. Las investigaciones de Minaya enriquecen el esfuerzo de German Teran Samanamud, en el Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. XIV, 2014; Halperin Donghi Tulio: Historia económica de América Latina, Barcelona; Hogeboom Barbara con el análisis de Europa en los Andes…
La coherencia cultural china sigue vigente. Los inventores de la imprenta, brújula, pólvora, papel y la técnica de las huellas digitales, siempre recorrieron el mundo para seguir impulsando su desarrollo tecnológico. Los alemanes (Los Pioneros 1987, Fundación Ebert, J. Zavaleta) recuerdan a los chinos descansando en los parques de Berlín y Sttugart, al mismo tiempo que hojeaban páginas de los diarios, tras avisos de empresas en remate o para adquirir novedades como el fax de origen germano, que se viajó pronto a Beijing para universalizarse.
La mayoría de los países mejorarían si los gobiernos se concentraran más en proveer servicios públicos esenciales. No es factible mantener una sana competencia entre China y los estados latinoamericanos, donde campea la corrupción (evasión de impuestos, contrabando, narcotráfico).
Los chinos llevaron a los países latinoamericanos los tejidos de seda, los objetos de porcelana, las artesanías y otros productos. También tradiciones y hábitos culturales. Mientras tanto, de regreso, los galeones de Manila, llamados también Naos de China, introdujeron a China las monedas de águila de México, el maíz, la patata, el tomate peruanos, el cacahuete, el boniato y el tabaco, contribuyendo a la promoción del desarrollo financiero.
A América Latina llegaron los chinos para cultivar cañaverales y arrozales. Y n las ciudades crearon bodegas, peluquerías, chifas y otros pequeños negocios, para convertirse, sin prisa, en los personajes más representativos y amigables de los barrios y pueblos. Pero actualmente, economías como la peruana, ven con buenos ojos exportar minerales pero no enfrentar la competencia con otros productos.
La respuesta es muy clara. Los estados de la región son muy débiles y corruptos. Vemos, por ejemplo, las fronteras del Altiplano peruano-boliviano y chilenas, por donde ingresan cientos de toneladas de prendas de vestir, de China, que van destruyendo la producción de las tejedoras de las comunidades alto andinas, quienes arañando pajonales e ichu, crían alpacas y llamas sin posibilidades de acceder al mercado local y menos al exterior.
Esta competencia desleal para sus textiles, junto a la minería informal, son aristas de la extrema debilidad de una gran parte de Sudamérica. China no es una potencia consolidada que se disputa la primacía con EE.UU y Europa.
China recuerda una vez más a sus interlocutores que el milagro radica en la Educación. Según Confucio “es el sustento del bienestar y está en el corazón de la felicidad”. Pero las oligarquías locales de Latinoamérica solo se miran el ombligo, incómodas por la irreversible globalización, y aceptan parcialmente el modelo chino, siempre y cuando la competencia externa no les produzca mella alguna.
China es en la actualidad el mayor exportador de textiles del mundo y es también uno de los más desleales en el comercio internacional. El principal inconveniente es que cualquier otro país del planeta se encontrará lejos de alcanzar el nivel de precios que tienen los productos chinos, por lo que cualquier relación comercial con China tenderá a afectar las industrias nacionales.
En suma, la propia pandemia viral ha creado un escenario que trasciende el comercio tradicional y las relaciones políticas y culturales. La historia que hoy vivimos es una lección para entender y plantearnos nuevos horizontes en una indispensable tregua.\
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