Jorge Zavaleta Alegre
Biblioteca de mi ciudad. En
Huaylas, pequeño pueblo de los
Andes del Perú, Eusebio Acosta, el
adolescente convertido en visionario ciudadano, fundó en su suelo natal, la biblioteca más moderna de su región. Fruto de su esfuerzo emprendió
el retorno a su terruño, desde el
puerto de Nueva York hasta el Callao y la travesía en acémilas enviando el regalo
para su municipio local: cinco mil volúmenes de diferentes materias.
Pues en ese personaje de un
pueblo remoto se valora más la trascendencia The New York Public Library,
considerada una de las mayores
instituciones de conocimiento del mundo y como un lugar de bienvenida,
intercambio cultural y aprendizaje. Con
ubicaciones en Manhattan, Bronx y Staten Island, "la biblioteca se
compromete a ser un recurso para todos los habitantes de esta ciudad
multifacética y representativa de todo
el planeta..."
EX LIBRIS - The New York Public
Library, es el título de una película que se estrenó en abril
del 2020. Con los avances de la tecnología es un mensaje que a través
del cine, está alcance de cualquier habitante
del mundo. Se aprecia que la Biblioteca
se esfuerza por inspirar el aprendizaje, avanzar el conocimiento y
fortalecer las comunidades.
En este horizonte, bienvenida la producción
cinematográfica de EX LIBRIS, que nos
recuerda: "La democracia está viva y en manos de un enérgico defensor y
brillante cineasta, que ayuda a hacer de esta una de las mejores y más emocionantes
películas de Wiseman", opina Manohla Dargis, The New York Times.
Retomando el gesto ejemplar de ese ciudadano peruano, que
conoció desde muy joven la dinámica de los EEUU, pudo reivindicar los errores
de su infancia: La Lira Huaylina, que dirige David Flores recrea diversos escenarios de esta ciudad donde hacemos memoria de Eusebio Acosta, quien en su niñez pastoreaba sus ovejas, y en una tarde apacible, la acumulación de paja seca en la chacra lo
tentó prender fuego, pero el viento
trasladó la llama a un trigal vecino...
Aterrado por la tragedia causada, decidió fugar del lugar ”y sabe Dios,
venciendo qué peripecias, apareció un
tiempo después en Lima. Logró ubicarse en una casa de familia, comportándose con
diligencia y esmero. Y, un buen día, un amigo extranjero del dueño de
casa alabó la laboriosidad del muchacho y lo invitó a viajar a los Estados
Unidos, donde pudo ubicarse
convenientemente y formar familia”.
Dicen que nunca dejó de pensar en
su patria y en su tierra. Siempre decía que algo quería hacer por ella. Le
gustaba asistir a la escuela a estudiar, no faltó quien le aconsejara regalar
libros. FInalmente, convencido, ofreció
donar una Biblioteca a su tierra. Entre tanto en Huaylas, ante tan importante anuncio, el pueblo empezó
a edificar en la Plaza de Armas, junto a la Municipalidad, el lcal de la futura Biblioteca, un inmueble
de dos amplias plantas. o
Pero, surgió allí un problema.
El Municipio modesto no tenía partida
para pagar un bibliotecario. Entonces,
ante el riesgo que todo quedara sin utilidad alguna, surgió un maestro
jubilado que se ofreció a ejercer el cargo “ad honorem”. Además
visitaba las escuelas para convocar su presencia en la casa del libro. En el frontis se colocó la leyenda: “Las puertas
de esta casa están abiertas, dan acceso a la cultura de todos los
tiempos”. Fernando Belaúnde Terry. Arquitecto, cuando fue presidente del país,
tuvo ocasión de seguir apoyando el desarrollo de la ciudad de Huaylas, siguiendo la lección de Eusebio
Acosta.
Parque de la ciudad andina de Huaylas. En el segundo piso de la
Municipalidad, la Biblioteca al servicio de ciudad con sus 10 barrios:
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