Francisco Carranza Romero, Profesor de la Universidad de Corea del Sur
Encierro y muchas medidas sin planificación
El 17 de marzo comenzó el confinamiento de la gente en Perú. La población,
en su mayoría, aceptó la pesada medida por ser necesaria para evitar los
contagios de covi-19. Después se anunciaron otras medidas más rígidas como la
prohibición de la circulación de los carros particulares sin pase laboral.
Pero,
después de los 15 días se alargó la medida, y volvió a alargarse hasta el 30 de
junio asustando a tanta gente que vive de la labor diaria. Ciento siete días vivir
soportando el encierro y el aislamiento preventivo por razones sanitarias. Un
largo tiempo sentido y soportado, especialmente, por la población llamada
vulnerable (adultos mayores y niños). Más de cien días viendo y oyendo noticias
de pánico sobre la peste (contagios, muertes y muchas opiniones
sensacionalistas; serias, pocas). Si la medida hubiera sido focalizada a los
lugares de mayor contagio habría sido más comprensible; pero no a todo el país.
Los supuestos especialistas comenzaron a opinar y aconsejar: “A comer
bien porque los bien alimentados no se contagian; aunque se contagien, el
cuerpo resistirá y superará la peste”. Como muchas actividades
independientes fueron prohibidas y muchos centros de labor se cerraron o
redujeron su personal, muchísima gente quedó desocupada. ¿De dónde sacar dinero
para comprar los materiales para comer bien? ¿Cómo dormir bien sabiendo que los
familiares también tienen el estómago hambriento?
“No automedicarse porque las consecuencias pueden ser
peores”. Los hospitales están llenos de enfermos, de
los cuales muchos mueren aun recibiendo las medicinas recetadas; y hasta los
mismos médicos y enfermeros también son víctimas. Pues, como sucede en todo el
mundo, todo es ensayo porque el mal es tan nuevo que no hay el tratamiento y la
medicina eficientes. Esto trae a la memoria el principio latino: Medice, cura
te ipsum (Médico, cúrate a ti mismo). Mientras los grandes laboratorios
encuentren la vacuna y el remedio, es el tiempo de observar con humildad los
tratamientos de la gente en diferentes lugares buscando el alivio y curación
del mal.
“Hay que lavarse las manos con más frecuencia”. De acuerdo, la higiene es importante para la salud;
pero, hay sectores urbanos que ni siquiera tienen conexión de agua potable;
viven comprando agua en sus depósitos.
Covid-19 y corrupción
Civiles y uniformados infectados por el virus de covid-19 y por el virus de
la corrupción que se manifiesta en tantos actos vergonzosos e injustificables
mientras todo el país está bajo las medidas de restricción. Cito algunos actos que
avergüenzan a toda la humanidad porque es la expresión de la indolencia y el
aprovechamiento del dolor y el sufrimiento general: sobrevaloración en las
compras de los materiales de salud, comercialización de algunos materiales
médicos adquiridos por el Ministerio de Salud, el injusto reparto del bono
familiar universal sin que esto llegue a los que realmente más lo necesitan,
reparto de la canasta familiar a miles de funcionarios quitando la oportunidad
a los verdaderos pobres, venta del material de salud adulterado como el caso
del oxígeno industrial en vez del oxígeno de salud, atención en los hospitales públicos
y en las clínicas privadas según el poder económico, etc. Así, la peste y la
corrupción celebran el acontecimiento al ritmo de la danza macabra.
Los infectados y fallecidos por el virus aumentan día tras día que superan
a la capacidad de atención de los centros de salud. La situación es triste,
pero real: Quien no tiene dinero ni recomendación está destinado a tratarse en
su vivienda como pueda o a morirse en la calle o en la puerta del centro de
salud.
Ya se sabe que unos pocos se están beneficiando económicamente con el
sufrimiento y el llanto de muchos. Los hospitales y las clínicas privadas
cosechan mucho dinero. Algunas farmacias, por estar abiertas durante la centena,
venden medicinas y materiales de salud subiendo los precios. Las funerarias,
cementerios y crematorios ganan bien por el aumento de la cantidad de muertos. Muchas
empresas, por razones justificadas o aprovechando el caso, han despedido a sus
trabajadores. Y los que han perdido el trabajo han sido afectados económica y sicológicamente.
¡Qué injusto es el mundo! ¿Ante quién reclamar? Parece que hasta el cielo se ha
cerrado para los pobres. El principio latino: “Nihil humanum mihi alienum est”
(Nada de lo humano me es ajeno) ha sido tirado a la basura. El negocio, como en
este caso, no se asocia con la ética. El hombre de negocios es una máquina que traga
monedas. Sin embargo, hay unos cuantos que sí sienten el sufrimiento de sus
prójimos como suyos y actúan de buen corazón.
Las noticias sobre la corrupción, el virus moral para el cual no hay un
proyecto de encontrar una vacuna, ensombrecen al Perú.
Las consecuencias del confinamiento largo
¿Cuánto se ha ganado o perdido con tanto tiempo de confinamiento? La
situación de la población postpandemia es preocupante no sólo en Perú. Ahora todo
el mundo tiene miedo de contagiarse de la peste. Cualquier síntoma de gripe es de
sospecha y hace temer. Hay desconfianza de otros. Los ahorros han disminuido o
acabado. La deuda con personas, instituciones de servicios y bancos quita el
sueño a la gente común que debe empezar a luchar desde cero o desde alguito que
queda. Pero las cobranzas por agua, luz, televisión, celular, etc. llegan para
pagarlas puntualmente para no caer en la morosidad.
“En vez de prohibir el funcionamiento de los pequeños negocios y talleres, ¿por qué no instruyeron mejor a la gente las nuevas formas de cuidado para no contagiarse? ¿Acaso los viciosos de licor y fiesta han hecho caso?”, fue el comentario amargo de un zapatero que tiene su puesto dentro de un mercado. La peste y el largo confinamiento han afectado a la economía nacional que difícilmente se levantará hasta llegar al nivel de prepandemia.
“En vez de prohibir el funcionamiento de los pequeños negocios y talleres, ¿por qué no instruyeron mejor a la gente las nuevas formas de cuidado para no contagiarse? ¿Acaso los viciosos de licor y fiesta han hecho caso?”, fue el comentario amargo de un zapatero que tiene su puesto dentro de un mercado. La peste y el largo confinamiento han afectado a la economía nacional que difícilmente se levantará hasta llegar al nivel de prepandemia.
Los sectores de salud y educación públicas, descuidadas por tantos
gobiernos, ahora sufren más que los sectores privados. La peste sólo abrió las
llagas mal cerradas. Lima, foco del mayor contagio y muerte en Perú, es una
ciudad en pánico. Y los sobrevivientes deben pensar en la vacuna eficaz contra el
covid-19 y la corrupción mediante la educación en el hogar, la sociedad y la
escuela.
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