Jorge Zavaleta Alegre
Este 28 de Julio, el
Perú cumplió dos siglos de independencia política, pero
atravesando una crisis generalizada de corrupción
pública - privada y el inminente peligro de sufrir una quiebra del Estado de
derecho, porque su estructura constitucional no da para más.
Las múltiples revelaciones de escándalos financieros en diferentes
instancias de la administración
nacional, no encuentran respuestas del
poder político, en tanto crece la indignación en calles y plazas.
Este desencuentro se debe a que el presidente de la
República, Martín Vizcarra, si bien goza
del apoyo ciudadano, no pertenece a ningún partido político formal, tampoco del
parlamento, cuya mayoría tiene el
control del poder judicial, cuyas últimas revelaciones dejan una bomba de
tiempo para el frágil Estado.
Sin embargo, la ciudadanía espera, con mucha reserva, la
propuesta de reforma judicial elaborada por una comisión especial que el Jefe
de Estado designó hace dos semanas.
Pero las marchas pacíficas en calles y plazas exigen la
renovación profunda del Estado, demanda
que comienza a ser violentada por agentes de mafias descubiertas que han hecho del país un botín del narcotráfico,
del presupuesto nacional, de la infinita
evasión de impuestos, entre otros delitos.
Según Transparencia Internacional "para luchar contra la corrupción no hay
fórmulas mágicas. Necesitas las instituciones, la información, una Justicia independiente,
profesional y honrada.
Este 28 de Julio, la
ciudadanía peruana remarca que es urgente enfrentar tres grandes
desafíos: pobreza, competitividad e integración. El Perú es parte de la
problemática Latinoamérica, que necesita
afianzar la estabilidad económica. La Región tiene 220 millones de personas que
viven en la pobreza, y casi la mitad de ellas son indigentes. Un 40 por ciento
de los ingresos nacionales son apropiados por el 10 por ciento de la población más
rica.
La pobreza y desigualdad son dos variables que han golpeado
históricamente a los países que forman América, con una estructura de poder
oligárquica fraguada en el marco del colonialismo y cuya herencia ha perdurado.
Frente a la falta de oportunidades del mundo rural, las
consecuencias de un éxodo descontrolado en busca de mejoras en las condiciones
de vida se dejaron notar en un entorno urbano incapaz de absorber el drástico
crecimiento poblacional.
La industrialización del modelo productivo, dependiente de la
inversión extranjera, comenzó a desarrollarse en los años setenta, pero pronto
se estancó en la medida en que los precios de las materias primas comenzaron a
caer y el modelo fue incapaz de cubrir la amplia demanda de empleo.
Las investigaciones históricas más recientes revelan que en
América Latina y sobre todo en el Perú, la Independencia no fue el resultado de un
conflicto entre metrópoli y colonia sino principalmente la consecuencia de una
pugna en Europa entre metrópolis competidoras por el dominio universal.
Según el historiador Heraclio Bonilla y el antropólogo José Matos
Mar las masas populares estuvieron ausentes porque en el proceso de la
Independencia no entraron en juego sus intereses. Fue un conflicto de minorías
para minorías.
Jan Lust, economista holandés, explica que en el Perú las
elecciones presidenciales de 1990 marcaron un punto de inflexión en su historia
política, económica y social. Apenas once días después de su toma de posesión, el
presidente Alberto Fujimori puso el país en un rumbo neoliberal.
La corrupción de este régimen a lo largo de casi tres décadas
ha mantenido una administración dadivosa con el capital privado y una
enmarañada red de corrupción local, regional, nacional articulada con el
exterior.
La debilidad actual de la izquierda socialista podría
atribuirse a la convergencia de una variedad de factores que se remonta a los
años ochenta y noventa.
-¿Qué hace falta para que el Estado peruano represente a
todos los peruanos y peruanas, especialmente a las poblaciones marginadas? -Existe
un abuso del poder en beneficio privado, según Transparencia Internacional.
“Depender sólo del crecimiento económico para enfrentar el
problema de la pobreza en América Latina difícilmente permitirá conseguir el
objetivo planteado para esta década, otorgando a la Educación el espacio
indispensable”, advierten centenas de estudios de la Región. El país vive
indignando porque millones de personas sienten el desgobierno ante el legalismo
absorbente, triquiñuelas de las que se valen diferentes líderes de partidos que
siguen viviendo de las planillas del
Estado.
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