Jorge Zavaleta Alegre
Curanderos y Psiquiatría Popular. La Amazonía siempre ha sido un lugar para
entender mejor la majestuosidad del
paisaje y la capacidad de sus habitantes
para vivir en alianza con la naturaleza. Es y será un territorio abierto para acercar la ciencia
al servicio de la humanidad, como un matrimonio entre los curanderos y los psiquiatras
académicos.
Los shamanes y curanderos de la Amazonía
vienen contribuyendo con un ancestral conocimiento, cuyo inventario y explicación siempre demandan espacio especial. Este saber ha devenido en la medicina
popular y la herboristería actual que contribuye a resolver, en parte, los
problemas de salud de la población menos favorecida y más alejada de la
modernidad por el alto costo de los fármacos modernos.
Siguiendo la huella de
conquistadores como Francisco Orellana y Gonzalo Pizarro
(XV_XVI), en busca de El Dorado,
y de grandes inversiones privadas y/o públicas,
la Amazonía vuelve
a ponerse de moda, en la literatura política, el sueño de la integración
latinoamericana. Sumando al Canal de Panamá, aparecen proyectos de nuevas
vías interoceánicas para unir los países
del Pacífico con la gigante república de Brasil, y a su
paso provocar la destrucción irreversible
del hábitat.
Desde los años sesenta las carreteras
a la Amazonía comenzaron a distraer la
atención de los problemas esenciales y a consumir los magros presupuestos
nacionales. “Los vínculos del Brasil con
los países del Pacífico son como dos amantes, pero que duermen de
espaldas”, frase del psicoanálisis que llenó
las primeras páginas de los diarios “nacionalistas”.
En este entorno, los gobernantes no
cesaron de invadir a la Amazonía, arrollando normas y dificultades de todo orden. Entre los numerosos estudios sobre la medicina popular,
consultamos los de Enrique Blanco Cruz, de
la Universidad de Granada, quien nos ofrece algunas claves de la eficacia del
curanderismo en sintonía con la cultura
de los pacientes.
A través de años, personas, familias, grupos minoritarios de capas sociales
marginadas e incluso de extranjeros, abandonaron sus lugares de nacimiento por
motivos económicos, que al mismo tiempo han sufrido, cierta enajenación
respecto a su entorno y a su cultura. Hay indicios que a partir del siglo pasado, la medicina
académica fue poco a poco sustituyendo a la medicina popular en su función
curativa y preventiva respecto a la salud de los seres humanos. Los progresos
hechos por la medicina tenían casi exclusivamente relación con el cuerpo, eran
de carácter meramente somático.
Esta primera conclusión, lleva a
recordar las observaciones a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX,
cuando Charcot, Breuer, Freud y otros
declaran a las neurosis como enfermedades o trastornos psíquicos, que sólo
tienen relación indirecta con el cuerpo.
La polémica por estas revelaciones, no han
terminado. A pesar de ello los médicos
en general y muchos científicos de otras profesiones siguen sin aceptar que
haya dolencias o trastornos puramente psíquicos.
La psicoterapia como medio eficaz
para combatir los trastornos psíquicos, tanto en su forma psicoanalítica como
con otros métodos, sigue siendo un privilegio de las clases de altos ingresos en todas las
repúblicas.
En Alemania, por ejemplo, los seguros
de enfermedad ofrecen a sus afiliados la posibilidad de ser tratados en
psicoterapia, sin tener que pagar cuotas extraordinarias. En Francia, Inglaterra y otros países europeos
se ofrece también la psicoterapia como ayuda en caso de trastornos psíquicos,
aunque los pacientes o clientes tengan que participar en el coste.
En Latinoamérica, el ámbito es más
reducido y cerrado. Los trastornos psíquicos son tratados por los psiquiatras.
Sus recursos para prestar ayuda son muy reducidos, sus tratamientos son preferentemente
a base de psicofármacos.
En algunas ciudades se han instalado psicoterapeutas para ofrecer
sus servicios particulares, pero con una
formación epidérmica y una escasez y alto costo de los
medicamentos de marca. Son muy pocos los que se comercializan como
genéricos, según los acuerdos suscritos por los gobiernos de turno y los
laboratorios.
Además del factor económico, la mayoría de estos psicoterapeutas, sobre
todo los psicoanalistas, utilizan un lenguaje académico, florido, estético, que
no está al alcance de la población y casi nunca conciben el tratamiento, desde un punto integral de la
salud.
En numerosas culturas locales los
síntomas de la salud mental es tomada como
«enfermedad popular», una situación de
emergencia, una crisis, un trastorno del equilibrio del grupo. Se supone que es
un trastorno del hombre con la naturaleza o de un trastorno en la relación del hombre con
el hombre.
Los médicos, psicólogos,
enfermeros y profesionales afines no son
conscientes de que muchos de sus pacientes
proceden de lugares en los que la medicina popular y sus representantes,
los curanderos o brujos, son personas o instituciones necesarias, apreciadas por sus comunidades.
Por tanto, los representantes de la
medicina académica y de la salud pública deben comprender que en su encuentro
con pacientes de pueblos y aldeas, incluso de barrios populares de las grandes
ciudades, no pueden actuar al margen de medicina popular, respetarlos, si
quieren ayudar a los pacientes que urgen ayuda.
Autores como T. Szasz defienden que «desde sus comienzos, el
psicoanálisis se interesó por la relación del hombre con sus semejantes y con
el grupo en que vive. Por desgracia, este interés se vio oscurecido por una
ostensible orientación médica».
En las pocas urbes donde funcionan servicios ambulatorios masificados, la entrevista tiene que ser corta. No se tienen en cuenta los problemas emocionales, el paciente queda decepcionado, vuelve resignado al trabajo, aunque con menos interés y voluntad para asumir sus obligaciones. Esta marcha «de médico a médico» puede repetirse, ya que ni el médico ni el paciente quieren o pueden reconocer estas molestias como un malestar psíquico.
Los médicos de cabecera tienen
generalmente dificultades para diagnosticar molestias neuróticas y para
reconocerlas como trastornos o enfermedades que necesitan tratamiento.
Esta labor del médico, en parte
está limitada en la falta de conocimientos respecto a
los trastornos psíquicos,
en tanto los
pacientes buscan ayuda bajo condiciones que se adaptan mejor a su entorno
social.
La medicina popular, existe en muchos lugares del
globo terrestre, no obstante los progresos de la medicina académica. Persisten
las dificultades para aplicar la psicoterapia a las grandes masas populares, porque
depende también de la disposición que estas tengan de aceptar métodos como el
psicoanálisis, la terapia conductista, el psicodrama, etc.
“El encuentro imprevisto supone una
amenaza actual de la autonomía de una cultura, es decir, cuestionar su principio
de interpretación vigente», señala el psiquiatra Hofer, 1974. En algunas regiones europeas, se tratan dentro
del colectivo las enfermedades, que en
la psiquiatría se definen como trastornos psíquicos o psicosomáticos, aunque se
manifiesten de forma individual.
La enfermedad se «hace» colectiva en
las sociedades primitivas. «Los estudios antropológico-culturales reconocen que
cada colectivo crea las soluciones para los problemas humanos generales, frente
al individualismo urbano moderno”, nos recuerda Lévi-Strauss, 1958.
Los que viven en comarcas, pueblos y
aldeas el lento industrial y el mensaje comercial
de los medios de comunicación, aún no han podido romper todas las tradiciones
culturales. Resulta muy difícil, esperar
que los médicos, que generalmente proceden de otros lugares, dediquen su tiempo
libre a formarse en «medicina popular». La cultura no se «aprende», sino que se
«vive» o se adquiere mediante la socialización, remarcan los científicos sociales en múltiples foros.
En las encuestas que publican diversos autores se recogen testimonios muy útiles
para entender mejor esta ausencia de
especialistas en salud mental o el divorcio que la ciencia actual percibe
la cultura de los pueblos. Es muy útil considerar el significado y el efecto de una
medida terapéutica que toma en cuenta
factores culturales y psicosociales en el tratamiento de personas de otros
grupos sociales o de otras culturas.
La separación de las enfermedades en
somáticas y no somáticas no se aprecia en todas
partes, sino sólo allí donde la
medicina popular permanece existiendo al lado de la medicina académica. Sin embargo, existen muchas regiones en las
que la medicina popular, el curanderismo, es la única institución para luchar
contra la enfermedad y la desgracia, donde no tiene lugar una separación del
tratamiento de las enfermedades como somáticas y no somáticas.
La
carga de trastornos mentales que afecta a las poblaciones de América
Latina y el Caribe es demasiado grande, pero los Estados ocultan o desatienden
la brecha de tratamiento, es decir aquella diferencia entre las tasas de
prevalencia verdadera y las de las personas que han sido tratadas.
Las investigaciones epidemiológicas
en América Latina y el Caribe basadas en el uso de servicios de salud mental revelan una
amplia brecha en el tratamiento de los trastornos mentales.
La transición epidemiológica y los
cambios en la composición poblacional acentuarán aún más la brecha, salvo una
respuesta efectiva con programas y
servicios más intensos, con inclusión de
profesionales con mística, conocimiento y responsabilidad. No se olvide que el creciente número de
suicidios, una de las expresiones que subleva al ciudadano de bien, obliga a
todos a entender la irrenunciable
necesidad de construir un entorno más
atractivo para la vida. No a la muerte.
Bibliografía
2016. Prevención
del suicidio. Un instrumento para médicos generalistas. WHO/MNH/MBD/00.1
2010, Salud
Mental. E. Blanco Cruz, España.
1979
«Psicofármacos solo no es suficiente. La 'depresión no aceptada'», Ärztliche
Praxis (Munich).
1984 «Sobre la discriminación de extranjeros
en los servicios de salud de la República Federal de Alemania», en A. Geiger y
F. Hamburger, Enfermedad en el entorno extraño. Berlín.
1985 «De la 'enfermedad popular' a la
'enfermedad del diablo'», Medicina popular en Perú. Francfort/Meno.
1990 Sí, a una ley de psicoterapia ... pero
bajo la inclusión de trabajadores sociales y licenciados en pedagogía.
Francfort /Meno.
1978 Farmacología y toxicología. Stutgart. Kuschinsky, G. (y H. Lüllmann)
1970. Noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano, Casa de las Américas, La Habana.
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