Jorge Zavaleta Alegre
El año 2002, cuando
cumplía su segundo año de presidente
del Perú, Alejandro Toledo visitó
Ferrer, un pequeño distrito de la
provincia de Cabana, en el departamento
de Ancash, a unos 600 kilómetros al NE
de Lima.
Llegó a la una de la tarde en un helicóptero de la
Fuerza Aérea, acompañado de su esposa Eliane
Chantal Karp Fernenbug (París,1953), científica y antropóloga belga de
ascendencia judía. Su anciano padre Anatolio (con una máscara de oxígeno porque
le había afectado el clima de la
Cordillera Blanca), y todos los miembros de su gabinete ministerial con una
recargada agenda que cumplir.
Era un
acontecimiento jamás visto, ni
soñado por las pocas centenas de familias que habitaban Ferrer,
Cabana y Pallasca. Una fila de campesinos vestidos de ponchos y sombreros
descoloridos, con rostros curtidos por la edad y el frío, formaban la
primera fila de quienes saludaban
al Hijo Pródigo, convertido en Presidente de todos los peruanos en
elecciones democráticas, con el voto de los más lúcidos intelectuales que le dieron su apoyo en la Cancillería, Educación, Cultura y
otras reparticiones.
Alejandro Toledo
retornaba a Ferrer para
inaugurar un moderno centro educativo,
con finas carpetas, computadores de última generación, internet, profesores
especializados. El centro había sido construido
con el “aporte personal y la cooperación de empresarios amigos” para que
ofreciera servicios las 24 horas del día.
En la ceremonia, Toledo no pudo empezar su discurso de orden. Su
emoción era grande, muy intensa, que su voz entrecortada y sus lágrimas, le obligaron a callar…Eleane, tomó
el micro y dijo: “Parece ser que el Presidente está muy impactado por el
retorno a su tierra”, y elevando su
mirada a los cerros y los escasos
cultivos dijo: “En esos maizales y
trigales que producen las laderas de esta tierra, allí me enamoré de Alejandro…”, mientras que
el discurrir de las aguas del pequeño río daban mayor solemnidad al acto.
Pues Toledo después de ese tierno y romántico mensaje,
pidió a
cada uno de sus ministros hacer
de Ferrer un modelo de desarrollo descentralizado. Una aldea de oro. Carretera
hacia la costa, sembrío de peces en los ríos, reforestación, escuelas en cada
caserío…. Un milagro.
“Ningún joven o
estudiante de Ferrer debe salir sin haber aprendido
carpintería, albañilería, mecánica, gastronomía, sembrío y cuidado de
jardines y plantas. “Qué nunca más nadie deje este suelo para lustrar zapatos como yo lo hice al
llegar a Chimbote”, donde la pesca había
convertido al puerto en un paraíso
para dueños de naves y plantas
procesadoras de harina de pescado.
En Ferrer, después de lidiar una serie de controles y de sus
propios paisanos y familiares, una tía del entonces presidente le entregó
como obsequio un mate de cancha
(maíz tostado y habas) envuelto en un mantel
bordado de retamas y claveles,
con la siguiente frase: “A Alejandrito, para el largo camino por recorrer…”.
Toledo fue el primer presidente de origen indígena del Perú entre
2001 y 2006. Hijo de un matrimonio
indígena, campesinos sin tierras, que tuvo dieciséis hijos. Cuando tenía seis
años, la familia, atraída por la prosperidad de la pesca, se trasladó a
Chimbote, donde su padre se dedicó a la
construcción y su madre Margarita, en
una pequeña bodega ofrecía especies
marinas.
El joven Alejandro estudió en el colegio nacional de San
Pedro. Con una beca de una orden religiosa, llegó a la Universidad de San
Francisco, en la que se graduó en economía (1970), y se licenció y doctoró en
la Universidad estadounidense de Stanford con estudios sobre gestión
empresarial y una tesis sobre recursos humanos en 1976.
Su carrera de economista internacional empezó como consultor
de la ONU, del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y del Banco Mundial, con sucesivas estancias en Nueva York,
Washington, Ginebra y París.
Regresó a Perú en 1981, para ser consejero del presidente del
Banco Central y del ministro de Trabajo durante la presidencia de Fernando
Belaúnde (1980-1985). Fue profesor de finanzas en la Escuela de Administración
de Negocios para Graduados de Lima.
Toledo apareció en el primer plano de la política nacional a
finales de 1999, empezando a encarnar la resistencia democrática frente a un
sistema autoritario y corrupto. Mientras
arreciaba su campaña contra el régimen del fujimorismo, la situación de su carrera política experimentó un drástico vuelco
a mediados de septiembre.
La publicación de un vídeo en el que Vladimiro Montesinos,
asesor presidencial y jefe encubierto de los Servicios de Inteligencia Nacional
(SIN), aparecía sobornando a un diputado que había abandonado las filas de la
oposición para integrarse en las gubernamentales. Fue el primer documento que
destapó los primeros indicios de una tragedia secular instalada en el Perú.
El escándalo alcanzó tales proporciones que Fujimori, tras
diversas maniobras para aferrarse al poder, dimitió el 19 de noviembre,
mientras se encontraba en Japón. Sin embargo, el Congreso (Cámara única de 120
miembros) no aceptó su renuncia y lo destituyó por «incapacidad moral
permanente» el 21 de noviembre de 2000.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en
abril de 2001, Toledo obtuvo el mayor número de votos, seguido por Alan García
- de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)-, y Lourdes Flores (Unidad Nacional, de
derecha). En la segunda vuelta, 3 de
junio, Toledo se impuso con el 52,6 % de
los votos.
En el Congreso, Perú Posible se convirtió en la primera
fuerza, pero muy lejos de la mayoría absoluta.
La popularidad de Toledo y el respaldo de la base social que
lo apoyó a la presidencia comenzó a fragmentarse poco antes de cumplir su
primer año de Gobierno, cuando tuvo que enfrentar una grave crisis política por
las violentas protestas que se desencadenaron en Arequipa, tras el anuncio de
privatización de dos compañías eléctricas.
Durante la campaña electoral, Toledo se había comprometido
con la población regional a no privatizar Egasa y Egesur si alcanzaba la
presidencia pero, finalmente, la empresa belga Tractebel formalizó la compra.
Para frenar la revuelta social, el primer mandatario tuvo que firmar un acuerdo
con las autoridades locales -Acta de Arequipa- en el que se comprometía a
suspender las privatizaciones hasta que el poder judicial resolviera los
recursos interpuestos.
El presidente Toledo volvió a enfrentar una nueva situación
crítica en la primavera de 2003. Los gremios de maestros, agricultores,
empleados de la sanidad pública y del poder judicial se declararon en huelga
indefinida para reclamar mejoras salariales y paralizaron la actividad del país
durante varias semanas.
Ante la amenaza de caos social y con el objetivo de frenar la
oleada de protestas sindicales que habían logrado movilizar a casi dos millones
de personas, el 27 de mayo Toledo decretó el estado de emergencia por un
periodo de 30 días.
La violencia reaparece. La reconstitución de Sendero
Luminoso, que reapareció en escena con un breve y multitudinario secuestro de
71 trabajadores, agravó el delicado momento político del equipo de Toledo. El
presidente anunció entonces su decisión de no presentarse a la reelección en
los comicios de 2006 y designó nueva jefa del Gabinete a Beatriz Merino.
Sus iniciativas de índole económica tampoco fueron bien
recibidas y, el 14 de julio de 2004, fueron contestadas de forma mayoritaria en
las calles peruanas con una huelga general. Ese mismo mes, la formación oficialista
Perú Posible fue objeto de denuncia por un presunto delito de falsificación
masiva de firmas para cumplir, en los orígenes del partido, con los requerimientos
de inscripción de las autoridades electorales.
Las amenazas de desestabilización política se sucedieron con
peligrosa frecuencia en los meses siguientes y la celebración de la llegada del
nuevo año guardaba aún desagradables sorpresas para el presidente Toledo.
El 1 de enero de 2005, un nutrido grupo de ex militares
ultranacionalistas se sublevó en Andahuaylas, al sur del país, y exigió la
renuncia del jefe del Estado como condición para deponer las armas.
Llegamos al 5 de febrero de 2017. Las acusaciones contra
Alejandro Toledo son una “vergüenza” y una “traición al pueblo peruano”, afirmó
el presidente de la República, Pedro
Pablo Kuczynski, quien consideró que el exmandatario debe regresar al Perú y
responder a la justicia.
“Muy dolido por estas noticias del ex presidente Toledo, es
una traición al pueblo peruano y es una traición a sus colegas que se
esforzaron tanto, realmente yo creo que es muy lamentable esto, él debe ponerse
a derecho y regresar al Perú y contestar lo que le va a preguntar la Fiscalía”,
expresó Kuczynski a W Radio de Colombia.
El exmandatario Alejandro Toledo es acusado de haber recibido
una coima 20 millones de dólares de la empresa brasileña Odebrecht por la
construcción de la carretera Interoceánica, según testimonio de un colaborador
eficaz, publicada por el diario limeño La República.
De acuerdo con la versión periodística, que cita información
de la Fiscalía de Perú y Brasil, los pagos a Toledo empezaron en 2005, cuando
se acercaba al fin de su gobierno (2001-2006).
El presidente Kuczynski dijo que si bien él formó parte del
gobierno de Toledo, sin embargo, no tuvo conocimiento sobre las negociaciones
que se habrían hecho en aquella oportunidad en torno a la carretera
Interoceánica.
“Si todo esto es cierto, es una gran vergüenza, una traición
al Perú y una falta de respeto a sus colegas que tanto nos esforzamos en hacer
un buen gobierno”, agregó.
Consultado sobre las investigaciones judiciales sobre el caso
Odebrecht en el Perú, el jefe del Estado sostuvo que la Fiscalía está haciendo
“un buen trabajo”, y subrayó para ello su Gobierno le ha otorgado todo el apoyo
económico.
“Aquí la Fiscalía está trabajando con testigos que revelan
cosas a cambio de recibir una pena menor, es lo que llamamos colaboradores
eficaces y la Fiscalía creo que está haciendo un buen trabajo, el gobierno los
está apoyando con fondos para todo lo que se necesita hacer y queremos que esto
sea de la manera más justa y eficiente”, manifestó.
La intervención de la
Justicia y las primeras revelaciones sobre su inconducta
y
censura, abre grandes puertas
para conocer la dimensión de los manejos
ilícitos de los escasos
recursos fiscales.
En la lista, según múltiples indicios, figuran Ollanta Humala
- Nadine Heredia, en complicidad con Odebrechet, el director
general de la FAO, ex ministro del presidente Lula y la cúpula del llamado Partido Nacionalista. El delito que se le acusa es haber sobrevaluado los proyectos de IIRSA,
el Gasoducto Sur Peruano, entre otras
inversiones en infraestructura. Humala-Heredia no pueden salir del país, por orden judicial. El
robo al erario nacional se ha convertido en una tradición impune. El Mundo, empezando por Ferrer, espera que la corrupción sea castigada sin excepción de nadie.
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