ENFOQUE
3/8/2016
La inversión de Estados Unidos en educación y cultura es descomunal e imposible de comparar con los recursos públicos que los países del sur destinan a estas dos áreas esenciales, si pensamos en el desarrollo armónico de sus ciudadanos con una salud mental ampliamente atendida que permita soñar en un futuro emocionalmente estable para las familias y los jóvenes.
Jorge Zavaleta Alegre Periodista
El proyecto de Obama para el año fiscal 2016, que comenzará el próximo 1 de octubre, contempla un gasto de 3,99 billones de dólares y unos ingresos de 3,53 billones, con un pronóstico de déficit de 474,000 millones de dólares.
“Quiero trabajar con el Congreso para reemplazar la austeridad sin sentido con inversiones inteligentes que fortalezcan a Estados Unidos. Y podemos hacerlo de una forma fiscalmente responsable”, afirmó Obama en la sede del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), en Washington.
En el capítulo del gasto, junto con defensa e infraestructura, el plan de Obama quiere potenciar también las inversiones en salud y educación. El presidente aspira a que sean gratuitos los dos primeros años de community college (centros públicos de educación superior) y pide más dinero para ayudar a las familias de ingresos medios y bajos a pagar la educación preescolar de sus hijos.
Desde hace 10 a 15 años, en América Latina se ha intentado imitar el esquema norteamericano, cuyos frutos son tardíos en tanto y en cuanto el interés del sector público y/o el lucro desmedido de la empresa privada, impiden soñar en un futuro emocional relativamente estable para las familias y los jóvenes.
En nuestra región, los empresarios de la educación suelen ocultar que el lucro es su objetivo. Un solo dato para entender la ecuación. La Facultad de Letras de una de las principales universidades del Perú cuenta con 60,000 libros. En el país del norte, en una universidad pública, solo la Facultad de Literatura pone a disposición de sus estudiantes 60 millones de textos. Podemos singularizar las áreas de investigación y cultura abordando, por ejemplo, el rol del instituto, que es un centro de educación e investigación administrado y financiado por el Gobierno de Estados Unidos.
Ante este panorama, es importante reflexionar: en el mundo globalizado de hoy, la diversidad cultural está al orden del día. Se habla insistentemente de pluralismo cultural y multiculturalidad, de culturas híbridas y sincretismos culturales, diseñados para respetar la diversidad y promover el entendimiento mutuo entre culturas.
Hay quienes afirman que en este mundo globalizado vamos hacia la uniformización cultural, por lo que estarían en juego las identidades nacionales de los países, y al peligrar estas, también peligraría la soberanía nacional.
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