Francisco
Carranza Romero
En el crepúsculo de un día del mes de agosto
de 2014 llegué al aeropuerto de Colima (México) por primera vez. Al salir de la
aduana, mientras esperaba a la persona que me iba a recoger, conversé con un
señor, quien, al darse cuenta que yo era un forastero me mostró el volcán:
¡Mire, el volcán Colima está botando humo! Apenas vi, hice una profunda venia al
volcán. ¡Así hacen nuestros mayores!,me dijo, sorprendido.
¡Qué bien, sigan
dialogando con la naturaleza!, le contesté imitando su tono. Durante mi estadía
en la Universidad de Colima, la doctora Gabriela del Carmen González González me obsequió su libro “Vivir en tierra
inquieta” (Universidad de Colima, México, 2011). Estudio sobre el
pensamiento y la actitud de los colimenses frente a los fenómenos naturales. Ellos
fueron encuestados en diferentes lugares del estado de Colima. Los discursos de
los encuestados están clasificados según los esquemas culturales: organicista,
fatalista, naturalista y terminologista.
Los
colimenses viven en valles, mesetas y montañas verdes orgullosos de su volcán
vivo. Pero esta bella realidad natural está expuesta a sismos, erupciones
volcánicas y huracanes.
ESQUEMA
CULTURAL ORGANICISTA.
Los pobladores comparan a la naturaleza como el cuerpo
humano que piensa y siente. Las expresiones metafóricas son muy explicativas: La Tierra está viva. “Bueno, mi
creencia es de que como todos estamos vivos la tierra misma está viva” (varón,
34 años, bachillerato). La tierra se
mueve. “Bueno, pos la tierra tiembla porque se mueve, todo el tiempo se
está moviendo” (varón, 50 años, comerciante).
La Tierra se acomoda con sismos. “A veces dicen que se acomoda la
tierra” (mujer, 34 años, primaria). La
Tierra se sube y se baja. “Oía los ruidos y todo, pero yo sentía que el
piso se subía y se bajaba” (mujer 64 años, técnica). La Tierra respira. “Pos yo pienso que es como un tipo de un
resolladero o sea, de la tierra o no sé y obvio tiene que estar expulsando
gases y todo eso" (varón, 46 años, secundaria). La Tierra siente.“También la tierra siente lo que le hacemos”
(mujer, 56 años, primaria incompleta).
Para
los colimenses el volcán está vivo, tiene
venas, eructa, respira, duerme:“Nos hace saber que está vivo, así, a diario
cuando avienta sus fumar olas” (mujer, 38 años, doctorado). “Porque son venas
como las que tenemos nosotros, hay quien no cree pero así es, hay venas dentro
de la tierra” (varón, 87 años, iletrado). “Solamente cuando el volcán no puede,
se dice eructar, verdad, a eso se deben los temblores” (mujer, 59 años,
primaria). “Ya en lo que el volcán se duerme como que nosotros hacemos
confianza en el volcán” (mujer, 42 años, técnica). Pero, si no eructa más de
tres días es peligroso. El volcán se
enoja, es un guardián que comunica. “Dicen que se enojó el volcán” (varón,
78 años, secundaria).
“Un volcán para que te afecte muchísimo, te da avisos en
claves o en la misma naturaleza” (varón 58 años, secundaria). “Es un ser vivo, es
un guardián porque a nosotros nos ha dado la razón, nos comunicamos con él, lo
observamos” (varón, 62 años, primaria incompleta). La doctora González comenta:
“Quienes emplean estas formas expresivas consideran que la Tierra y el volcán
están vivos y no sólo eso, sino que son personas, como ellos” p. 104.
ESQUEMA
CULTURAL FATALISTA.
Está relacionado con el destino (fatum), suceso que está
fuera del control humano. El fatalismo es de dos tipos: natural y religioso (de
causa divina).
La perífrasis verbal tocarle
expresa fatalismo (el pronombre complementario le es dativo de afectación). Los colimenses, aun conscientes del
riesgo y peligro, viven en la tierra donde nacieron. La muerte ya no es algo
ausente, pero tampoco la evaden.
Fatalismo
natural: “Si ya nos toca morir, pos vamos a morir” (varón, 70 años,
primaria). “Entonces es ya lo que toca, no puede uno pasar la raya” (varón, 44
años, primaria).
Fatalismo religioso:
“Porque (jajaja), porque ya Dios dice que tiemble, Dios quiere” (mujer, 72
años, primaria incompleta). “Dios tiene al mundo sobre un dedo, pero como se
cansa, lo mueve y por eso se mueve la tierra” (mujer, 53 años, primaria).
Al
respecto, la autora opina: “El tratamiento que se hace de Dios a través de la
mayoría de las metáforas es humanizante, es decir, los hablantes le atribuyen formas
conductuales humanas” p. 145.
Dios dice, quiere, sabe, decide, permite, da,
tiene voluntad, controla, castiga, reprende, protege, da y quita la vida… Dios
marca el destino.
ESQUEMA
CULTURAL NATURALISTA
“Los sismos y la erupciones volcánicas son parte de la
naturaleza, por consiguiente, la gente que vive en esta zona está acostumbrada
a ellos como resultado de un proceso necesario de adaptación al medio ambiente”
p. 193.
El volcán es un símbolo, ícono e identidad. La imagen visual se
convierte en metáfora visual y ésta en imagen verbal. “Cuando es de noche y que
ha echado lava, me encanta verlo, ver los ríos de lava, o sea, es un atractivo”
(varón, 52 años, licenciatura). “Porque cuando viaja, la primera referencia de
la gente allá es el volcán de Colima, y es parte de nuestra identidad…, si
llega a desaparecer el volcán, se acaba Colima” (varón, 38 años, licenciatura).
ESQUEMA
CULTURAL TERMINOLOGISTA
Es la explicación del sismo y volcán con experiencia, razonamiento
e información científica. “Bueno porque yo considero que según noticias y lo
que he leído que las placas tectónicas de la tierra tienen su acomodo y es la
causa de los temblores” (varón, 69 años, primaria).
El calor es aviso de temblor. “Han estado diciendo que en cualquier
momento puede temblar más por el calor y porque ha estado haciendo su reacción
el volcán, entonces mucha gente está nerviosa” (mujer, 31 años, primaria).
El
volcán puede explotar y causar daños graves porque tiene gases y cráter. “Yo
creo que son gases de la tierra porque diario está marreando y a menos que esté
resollando y quemando gas, pues no hay peligro, malo el día que se tape” (varón
59 años, primaria incompleta).
Juzgando
a los colimenses con estos esquemas culturales comprendemos que tienen la
inmunidad subjetiva compartida porque han internalizado el riesgo, y todos
piensan, sienten y actúan mezclando los esquemas culturales que aprenden en el
hogar, en la escuela, en los medios de comunicación, en los templos y en la
calle. Todos están dispuestos a vivir frente a todos los riegos.
El
orgullo de los colimenses por su volcán es como de los andinos por sus nevados
y lagunas que han causado desastres. Ante esta realidad conviene inculcar la
cultura de la prevención: construir según la realidad
geográfica para evitar desastres y muertes.Explicar los fenómenos naturales con
criterios científicos pero con lenguaje sencillo para la mejor comprensión. Una
sociedad educada sobre su realidad la comprenderá mejor y la amará más.
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