La
vida provinciana en un medio rural no es idílica. Fue un concepto
acuñado alentado por cierta literatura y durante tanto tiempo. El mundo
rural, es más, es teñido por la violencia, la explotación y la
injusticia que desencadenan diversos sucesos políticos. La migración
siempre ha existido, pero nunca como el proceso actual porque las
personas dejan sus lugares de origen en busca de oportunidades que no
existen.
La globalización
del mercado convierte a las urbes en un desigual crecimiento cuyas
consecuencias se perciben. Proyecciones de la migración interna dan
cuenta de que en 2025 las ciudades latinoamericanas con los más altos
PBI serán São Paulo (782 billones de dólares), México (745), Buenos
Aires (651), Lima (213), Brasilia (210), Santiago (207) y Salvador (210
billones).
Si nos detenemos en el Perú, podemos
inducir los desequilibrios internos: el Censo Nacional de 2007 y sus
proyecciones indican que la mayor migración interna del Perú se da en
Lima y Callao, Madre de Dios, Moquegua, Arequipa, La Libertad, Tacna,
San Martín, Tumbes y Ucayali. Hay regiones, como Huancavelica y
Cajamarca, con alta migración a la Selva y la Costa, no obstante el boom
minero.
Las capitales de las primeras nueve
regiones no solo tienen la población más numerosa (Lima y Callao caminan
hacia los 17 millones), sino también la concentración económica más
aguda, con inversiones del exterior y lavado del narcotráfico.
En
estas referencias no se destaca ni se quiere dar mayor valor a las
políticas sociales del Estado con programas porque no son suficientes
para superar las profundas brechas de desigualdad, se mantiene intacta
la vieja configuración de un modelo urbano con demasiadas ventajas para
la inversión transnacional y pocas para el emprendedor nativo.
Las
deformaciones del modelo están a flor de piel en las urbanizaciones. En
el antiguo casco urbano habita una modesta clase media y sus vecinos
están excluidos de ese espejismo del desarrollo. La convivencia es
imposible por la masiva desocupación, sobre todo masculina, ausentismo
escolar, riñas callejeras.
La literatura del
peruano Carlos Eduardo Zavaleta en Los aprendices y de García Márquez
en Cien años de soledad nos revelan que nuestra realidad social es más
compleja con zonas secretas, oscuridades y ambigüedades, y que cierto
realismo epidérmico había preferido pasar por alto.
Hoy
más que nunca es vital estar cerca de la historia contemporánea,
probando sus aptitudes, su coraje, su valentía, su capacidad para amar,
la entereza, la integridad y la honestidad de su posición, son juicios
del escritor español Manuel Domínguez, mientras sentimos que el sistema
se fagocita con nuestro sometimiento conformista.
Publicado: 01/05/2014
jorgez@telefonica.net.pe
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