Papel de Arbol

domingo, 9 de marzo de 2014

LA INTEGRACION Y LA GEOGRAFIA DIVERGENTE. FUTURO DE UNASUR


Jorge Zavaleta Alegre, Madrid.-
La integración latinoamericana multiplica sus voces.  Abundan las cumbres, foros e  investigaciones de  instituciones académicas, financieras y de sus Estados que son convocados  en grandes y/o pequeños bloques, tratando de superar o conservar sus  diferencias o matices ideo - políticos.
En este esquema  está siempre presente la Unión Europea, cuyos países han sacrificado sus soberanías, a cambio de  la paz, quebrantada por la barbarie de las  Guerras Mundiales. Otro referente es ASEAN,  con los diez países  emergentes pobres de Asia que forman parte de un proceso de crecimiento interno con índices nunca antes registrados. 

























En América Latina, no han ocurrido felizmente guerras de la magnitud de Europa. Será por ello, que los procesos a favor de la integración no caminan  con la celeridad que sueñan las grandes poblaciones, y que aún mantiene  vaivenes del libre mercado y  desarticulación de los movimientos renovadores.  Se vive, como llaman  los especialistas, una geografía mutable, de un regionalismo cerrado a uno abierto con una multiplicidad  de  esquemas, manteniendo la democracia como forma de convivencia.
En esa diversidad de  iniciativas, destaca la  Comunidad  Económica de  Latino América y Caribe, que  en enero último acaba de consolidarse en la Cumbre de La Habana, con la presencia de 33 países miembros, y con un mensaje  directo contra la tradicional quietud de la OEA.
El Mercosur,  que a partir de los años 90 alentó  un mercado común entre cuatro países, ocupó preponderancia el Tratado de Libre Comercio propiciado  por los EEUU e introduciendo  las inversiones, con acuerdos complementarios en temas ambientales y de la legislación laboral.
Una nueva etapa  se manifiesta   con ALBA y UNASUR,  que representan una visión de  integración con solidaridad, complementariedad y cooperación, tal como lo describen analistas convocados por la CAF, financiera subregional que nació como un banco de segundo pisco  para el Grupo Andino, y en esta década cuenta  con 18 países miembros.
En Centro América, el Tratado de  Comercio de los Pueblos, en su última cumbre optó por su relanzamiento acompañado de  planes  relacionados a la seguridad democrática, la unión aduanera, etc.
Los grupos integracionistas, desde el  ala conservadora,  alientan  la idea de romper con la lógica colectiva,  cuando  todos o la mayoría de  los países  asumen la unión económica, la unión aduanera y exigen mayores  responsabilidades sociales para  el capital transnacional.
Es el caso de la Alianza del Pacífico, que convoca a los países   ubicados frente a este océano, queriendo  hallar coincidencias entre sus socios, fundamentalmente en el comercio, aunque en su última cumbre en Cartagena, del  10 de febrero, se han pronunciado también por la seguridad interna, la lucha contra el narcotráfico y la mayor integración local.
La integración de la última década incluye el pragmatismo y la flexibilidad para sus socios, sin romper  con  la solidaridad, que es la esencia de la CELAC  y Unasur.
Valga la ocasión para señalar,  que dentro de ese pragmatismo, Colombia sigue la experiencia integracionista del Ecuador en la frontera con el Perú.  
Estos dos países,  desde hace dos años, llevan adelante la  fórmula de Comités Presidenciales  Binacionales para impulsar el desarrollo  de sus fronteras  y de la Amazonía, siguiendo la ruta del río Napo.
Colombia anuncia la misma estrategia  para la Cuenca del Putumayo, río cuyo cauce natural une a los tres países atravesados por   Andes y al gigante del  Brasil. En este camino el Perú ha comprometido la participación de sus principales instituciones públicas para llevar servicios a los lugares más remotos, contando con la participación orgánica de la Marina de Guerra  y sus plataformas itinerantes.  En la praxis, es  un programa de acción social  con sostenibilidad al servicio de la niñez y la infancia y las poblaciones vulnerables.
Las comunidades nativas y poblaciones de ese territorio alejados y casi siempre huérfanos de la dinámica del Estado, ahora participan de la inclusión social, trabajando  desde y con los municipio, como ineludible metodología  de acción descentralizadora del tradicional poder  político y  económico radicado solo en las grandes ciudades con mirada al mar. 
Los presidentes de Perú, Ollanta Humala Tasso; y de Colombia, Juan Manuel Santos han reafirmado su compromiso de atender a  con servicios de salud, educación, cultura y recreación, en las zonas de frontera común.
En la Declaración Conjunta firmada por ambos mandatario se destaca la prioridad a la integración y el desarrollo armónico fronterizo e instruyeron a sus Cancillerías para que en el más breve plazo se implemente el Plan de Desarrollo de la Zona de Integración Fronteriza. Colombia y Perú han reconocido la importancia de la VI Jornada Binacional que se realizará del 13 de mayo al 18 de julio  próximos  y su impacto en las poblaciones de frontera común.

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