Papel de Arbol

viernes, 24 de enero de 2014

EL PACIFICO, UNIDAD Y CONTROVERSIAS


Jorge Zavaleta Alegre
La naturaleza es un aliado de la vida. Es la humanidad la que provoca la alteración del paisaje  o las buenas relaciones entre sus habitantes. El Pacífico no obstante su implícito reconocimiento por oceanógrafos, no cesa de ser presa de disputas y conflictos, 

La  Corte Internacional de Justicia analiza  la delimitación marítima entre  Perú y  Chile.  El 16 de enero de 2008 fue planteada la demanda.  Desde entonces,    Perú presentó su memoria y Chile su contramemoria, luego las correspondientes réplicas y dúplicas en audiencias públicas. La sentencia se conocerá el  lunes 27 de enero de 2014.

La delimitación es un diferendo planteado por  Perú respecto a la soberanía de una zona marítima en el Pacífico de aproximadamente 37 900 km². Perú sostiene la no existencia de un tratado específico de límites marítimos, en tano Chile considera la existencia de tratados internacionales vigentes sobre la materia.

El área marítima en cuestión está  entre el paralelo que cruza el punto donde termina la frontera terrestre, en la línea de la Concordia («Hito  1» según Chile y el «Punto Concordia» según el Perú) y la línea bisectriz a las perpendiculares a las costas chilenas y peruanas.

La discusión pública sobre este tema se reactivó en 2005, cuando el Congreso del Perú comenzó a tramitar un proyecto de ley sobre determinación de las líneas de base de dominio marítimo hasta la distancia de 200 millas marinas, utilizando una línea bisectriz, limítrofe con Chile; dicha ley fue aprobada y promulgada el 3 de noviembre de 2005. El 16 de enero de 2008 el Perú, inició el caso en la Corte Internacional de Justicia.

La posición peruana es que Chile y el Perú nunca habrían firmado un tratado específico.   Los instrumentos firmados en 1952 y 1954 corresponderían a acuerdos de una "Conferencia sobre Explotación y Conservación de las Riquezas Marítimas del Pacífico Sur", para resguardar los recursos marinos de flotas extranjeras.

La Declaración de Zona Marítima de 1952, firmada por delegados de Chile, Ecuador y Perú, define como zona marítima de un país las 200 millas medidas desde la costa. En caso que se encuentren islas, la zona marítima queda limitada por el paralelo, pero no define que sucede cuando las 200 millas se superponen. Entre Chile y Perú no se encontrarían islas en las 200 millas.

Para el Perú, el acuerdo de 1954, firmado por delegados de Chile, Perú y Ecuador, denominado "Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima", sería sólo un convenio para facilitar la pesca artesanal y no un tratado de límites.

La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, señala que "Un tratado deberá interpretarse de buena fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de estos y teniendo en cuenta su objeto y fin".
El Perú no reconoce los tratados de 1952 y 1954 como tratados de límites marítimos ni con Ecuador, ni con Chile.    La posición peruana, sobre la inexistencia de tratados de límites marítimos con Chile, se vería reforzado por la fijación de límites entre Perú y Ecuador que habría ocurrido en 2011. Ecuador y Perú firmaron notas diplomáticas idénticas en las que  se fija la frontera marítima, sin mencionarse a los acuerdos de 1952 y 1954.
La Asamblea Nacional del Ecuador no se ha pronunciado, ratificado ni denunciado ningún tratado internacional sobre límites marítimos. Sin embargo, Ecuador y Perú registraron este acuerdo de manera conjunta ante las Naciones Unidas como tratado de delimitación de frontera marítima.

En noviembre de 2012, Ecuador y Perú firmaron una declaración presidencial conjunta sobre reconocimiento internacional del golfo de Guayaquil como «bahía histórica», en la cual se indica que el acuerdo suscrito en mayo de 2011 mediante notas reversales era uno «sobre límites marítimos».

El Perú estaría en contradicción, al manifestar que con Ecuador existen los límites y están determinados, en virtud de los convenios de 1952 y 1954, suscritos por los 3 países, y que respecto de Chile son solamente acuerdos pesqueros. El Acta de Brasilia de 1998, acordada por los presidentes del Perú y Ecuador, se expresa que «quedan resueltas en forma definitiva las diferencias fronterizas entre los dos países”.

Ecuador y Colombia definieron sus límites marítimos con los instrumentos que firmaron en 1952 y 1954. Chile y el Perú firmaron los mismos instrumentos.

Perú solicitó a Chile, durante los años 2000 y 2004,  negociaciones tendientes a firmar un tratado de límites marítimos, ante lo cual Chile respondió en el año 2004 que los acuerdos de 1952 y 1954 constituyen tratados de límites marítimos entre ambos países.
La Corte Internacional de La Haya tiene  varios antecedentes en LAC sobre solución de diferendos en tanto los países suscribieron el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá) de 1948.


Otra situación pendiente para el Tribunal de la Haya es la Mediterraneidad de Bolivia: la situación es entendida en Chile como una dificultad para resolver el problema de la mediterraneidad boliviana si decide otorgar una salida al mar por Arica. En el Perú se considera que la solución para la demanda boliviana por Arica, sólo será posible cuando esté resuelto el tema de la delimitación marítima. Por otra parte, en Bolivia ha surgido el convencimiento de que la solución del diferendo limítrofe podría ser resuelta conjuntamente con el problema del enclaustramiento marítimo boliviano, es decir, que se llegue a un acuerdo que pueda resolver los problemas que, desde el siglo XIX, no han permitido una verdadera integración en la región.

EL DESARROLLO  ES LA MEJOR JUSTICIA
Existe entre otros proyectos el  Anillo Energético Sudamericano, que une a los estados de América del Sur para la producción de energía y su suministro. Esta propuesta ha estado en tela de juicio debido a la inestabilidad política de Bolivia, se vería completamente imposibilitado en el caso de un conflicto mayor entre Chile y Perú.

En síntesis, en el Tercer Milenio, las fronteras  territoriales siguen siendo  barreras que limitan la buena vecindad. La complejidad de estas demandas,  no son de preocupación de los pueblos, porque, valgan verdades, en las pequeñas aldeas de las fronteras de América, sus pobladores  viven más cerca del olvido secular del Estado, en tanto en las capitales se mantienen  las crecientes demandas geopolíticas, que no esconden  eventuales  comercio de  armas y otras amenazas contra la paz.

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