Jorge Zavaleta Alegre
En este verano 2013, el río Nazca bajó de los Andes al Pacífico, una vez más, con reiterada
violencia. Sus aguas afectaron a cerca
de un millar de viviendas de material precario, esteras y adobes.
El Instituto Nacional de Defensa Civil - INDECI informa que en febrero “distribuyó en Nazca,
(a pobladores de las riberas del río) veintiséis bovinas de plástico entre
759 familias y los municipios de El Ingenio, Vista Alegre y Chanquillo” para
atender a los damnificados de los huaycos e inundaciones de las aguas del Nasca.
La referida donación revela
una total ruptura entre la
sabiduría que nos ofrece el pasado y la condenable conducta política que
alentó, sobre todo en la década de los
noventa, aquella improvisación en el gasto social.
Los damnificados de las inundaciones ocupan casas construidas, incluyendo
instalaciones eléctricas, con pleno desconocimiento de normas vigentes, mapas satelitales e investigaciones que exigen prevención frente a desastres naturales y/o
provocados por la acción humana.
Sin embargo,
investigaciones rigurosas,
revelan que en diferentes pueblos del país, se alentó
irresponsablemente proyectos deleznables
a simple vista.
Nazca cuenta como patrimonio histórico Cahuachi (400 años
antes de Cristo y 400 años después de
Cristo), el centro ceremonial de barro
más grande del mundo, con 24 kilómetros cuadrados de extensión, asentado en el
valle del río del mismo nombre, a 460 kilómetros al sur de Lima. Arqueólogos y
arquitectos de gran prestigio reiteran
que la única forma de garantizar el desarrollo de esta parte del Perú, es
articular la educación con el mayor conocimiento del pasado histórico e
inmediato.
El turismo es una
buena fuente de ingresos para Nazca, junto con la agricultura, pero ambas
actividades van perdiendo ingresos por la urbanización improvisada y las
invasiones ilegales que estarían comprometiendo los límites de Cahuachi
y de las Líneas de Nasca, verdadero templo abierto para ofrendar a los
dioses la protección de las buenas cosechas.
Los antiguos pobladores supieron manejar la cuenca del río
Grande de Nazca, utilizando y
transformando el espacio físico con fines económicos, de control político y
religioso.
El Museo Arqueológico Antonini, en la ciudad de Nazca,
muestra hallazgos recuperados por un proyecto cofinanciado con Italia, entre 1982-2011.
Nazca-Cahuachi son una
escuela abierta para apreciar reproducciones de micropinturas rupestres, geoglifos de la Pampa de Nasca. Igualmente,
el acueducto de Bisambra es otro vestigio del ingenio humano, en la
ingeniería hidráulica.
Las autoridades municipales y de la región, aseguran que el
futuro pasa, sin duda por una nueva relación simétrica entre las instancias
gubernamentales, y el estímulo a la inversión pequeña, mediana y grande con
criterio de desarrollo sostenible, desterrando
la improvisación y el mal uso del dinero
público, como sucedió, sobre todo a
finales del siglo pasado, en diferentes ciudades y proyectos.
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