Jorge Zavaleta Alegre
Periodista
El mundo sigue de cerca
los resultados electorales en los EEUU y China. Barack Obama ha derrotado al “Tea
Party”, el sector más conservador del partido Republicano. El
vicepresidente Xi Jinping, elegido para asumir las riendas del Partido
Comunista chino (PCC) y en consecuencia la presidencia de su país, felicita a su homólogo. Estos hechos se dan en
un contexto, donde la crisis internacional
plantea nuevos modelos de
administración pública.
Qué oportuna la presencia en América Latina del pensamiento filosófico de Václav Havel, el último presidente de la
República Checoslovaca y el primero de
la República Checa, cuya obra, precisamente, nos da luces sobre la dinámica
contemporánea.
Havel (Praga, 5 de
octubre de 1936 -- 18 de diciembre de 2011), fue sobretodo un autor dramático, un combatiente por la libertad y un excelente productor de cine. “La Retirada”, un filme basado en una de sus
obras de teatro, reflexiona sobre cómo
el pragmatismo conduce a un
debilitamiento de los valores e ideales.
Y “Lídice”, de Petr Nikolaev, relata el exterminio de esta ciudad checoslovaca, durante la segunda guerra mundial, la única
acción que oficialmente reconoció el nazismo
alemán.
Obama ha declarado “Lo
mejor está por venir”, frase que evoca el fenómeno de la atomización de la sociedad y cómo, poco a
poco, comienza a evolucionar, de manera lenta, gradual, pero
importante. Ha surgido un espacio intermedio, denominado a veces "zona
gris". Como afirmaba Havel, símbolo
de la legitimidad democrática en su país, se ha
producido “una impregnación de la cultura
oficial y la cultura independiente que se han acercado mutuamente porque han
comprendido que ninguna tenía el monopolio absoluto de la cultura”
Su mayor aporte consiste en reflexionar sobre el presente, comprender
las crisis y darles un nombre. “Construir, edificar el mejor mundo posible, es
tarea de los políticos. Hay que dar muestras de respeto y humildad ante la
riqueza, la diversidad y la complejidad de la vida”.
Ambos sistemas
políticos aún vigentes pasan por un profundo cuestionamiento, tienen en común un problema grave: la excesiva
centralización. El poder político, los mandos económicos, los recursos
energéticos, todo está en las mismas manos. El Estado es, de hecho, el único
empleador y el único organizador de la vida social.
“Es monstruoso. En
Occidente con formas diferentes empresas cada vez más grandes, grupos
gigantescos se advierte una tendencia similar a la centralización absoluta. En
ambos casos el resultado es la "anonimización" de la vida en general.
Los vínculos humanos, las relaciones entre las personas desaparecen en el
trabajo pero también en la vida social, en las ciudades y en los hogares. El
individuo se convierte en el engranaje de una inmensa maquinaria. Pierde el
sentido de su trabajo y de su existencia”.
Será necesario que
ambos sistemas consigan vencer, cada uno a su manera, este fenómeno de deshumanización.
Cuando lo logren, tal vez encuentren la manera de acercarse mutuamente. ¿Qué es
realmente la democracia? ¿Dónde comienza, dónde termina? ¿Cuál es su verdadero
rostro?. Si el fin del hombre es la vida buena, entonces el bien comienza a
construirse desde su propio enunciado y el discurso es suficiente para
enjuiciar y distinguir el bien y el mal.
El poder de los sin
poder, como señala Correo de la Unesco, fue uno de esos libros medulares, donde
Havel contribuye a la comprensión del desastre que representó la construcción
del socialismo en Europa del Este. Se
basa en la autenticidad de los movimientos sociales que le dieron origen, lo
cual legitimiza su permanencia en el poder mediante un grupo de principios
comunes y una red de instrumentos de manipulación que le aseguran una
estabilidad extraordinaria. El autor se detiene en el amplio y difícil camino
de la liberación personal y en la
necesidad de una revolución espiritual para emprender la reconstrucción moral,
a fin de poner al poder en servicio del hombre y no a la inversa.
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