Jorge Zavaleta Alegre Periodista licenciado en ciencias
sociales
La opinión pública se forma fundamentalmente por el contenido
y la intencionalidad de los mensajes emitidos
por los medios de comunicación, ya sea de propiedad privada o público
jurídicos.
En países como el Perú, donde escasean las publicaciones especializadas, por falta de voluntad y de
financiamiento, tampoco se promueve la investigación y el análisis, no se confrontan las fuentes académicas, ni los
costosos estudios de las multilaterales, ni de las ONGs de prestigio, no
obstante que el acceso a estas fuentes es
casi de libre acceso. Pero la motivación principal parte de la pantalla chica,
de la radio y periódicos locales.
Un lector de Arequipa, comenta en torno a una crónica que el
suscrito escribió el 9 de enero del 2012,
sobre la reactivación del sector Energía y Minas:
“Respetable la posición de quien ha escrito este articulo con
sesgo nacionalista. ¿Es que el diario El Pueblo está buscando crear
opinión pública a favor del gobierno?. No hay peor ciego que aquel que no
quiere ver, me parece de alto riesgo vincularse con el gobierno chavista que
con todo el petróleo que posee no puede sacar a su pueblo de la pobreza y que
ha tenido en el año 2011 un índice inflacionario de más del 28%”.
Comentarios de este tipo siempre aparecen para cuestionar los esfuerzos del Estado en el desarrollo empresarial, porque se
idealiza a la empresa privada, per sé, como el mejor modelo. En reciente
presentación ante la Comisión de Energía y Minas del Congreso, el titular del
sector afirmó que los proyectos del Gasoducto Andino del Sur y el Polo Petroquímico
son viables, remarcando la presencia de
la inversión privada.
Fue una promesa del gobierno actual, reactivar las pocas
empresas estatales solventes que quedan en el mercado, después de dos décadas
de supervivencia en un escenario privilegiado para la inversión privada.
Por mandato del Congreso de la República, Petroperú
participará en el Gasoducto Sur Andino, como parte de un programa con presencia
de la inversión privada. Esta empresa ha sido declarada “líder en calidad” por
la Sociedad Nacional de Petróleo y Minería. La agencia clasificadora Equilibrium, otorga el nivel AA+ (muy alta capacidad de
pagar el capital e interés). Standar & Poor’s, la ubica entre las 20
empresas top del país con un perfil financiero intermedio y liquidez adecuada.
Retorna al upstream, que considera la
aplicación de reglamento de calificación para participar en actividades de
exploración y producción petrolera.
El 72% de peruanos está de acuerdo con el fortalecimiento de
Petroperú, según Ipsos Apoyo, mientras que un 12% está en desacuerdo y un 16%
no precisa. El respaldo fue más alto en el nivel socioeconómico B, donde
alcanzó un 79% de aprobación.
El destino de la empresa pública debe ser visto en un
contexto de la globalización. Es función de un Estado tratar de gobernar a la
globalización y no al revés. Una mirada regional. Las grandes petroleras en América Latina son estatales:
Pemex, Pedevesa (producción hasta 3
millones de barriles de producción diarios), Petrobras (2 millones de barriles
diarios), empresas de talla mundial. Más atrás vienen: Colombia, incluyendo
Ecopetrol (1 millón de barriles diarios), Petroecuador, Repsol-EPF de Argentina
(que no se podría contar como estatal). La chilena ENAP, que no produce
petróleo, pero si dispone de alta tecnología está presente en varios países de
la Región y Egipto; y a través de Manu Holding exporta al Perú entre 6 a 8 mil barriles diarios de
Diesel 2 y gasolina de octanaje, para su distribución vía Primax, del grupo
Romero, y Repsol.
En este horizonte, igual ruta de reactivación deben seguir:
Enapu y Sedapal para ser eficientes. De ser así, las empresas privadas tendrán
un claro marco referencial interno y podrán apreciar las ventajas de convivir
en un universo económico plural consustancial a las democracias con
instituciones sólidas y estables.
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