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Las ciudades no pueden ser invisibles
Jorge Zavaleta Alegre Periodista licenciado en ciencias sociales.-
En “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino fluyen las conversaciones de Marco Polo como narrador y el emperador Kublai Khan como narratario sobre cinco ciudades con nombre de mujer. Cada una de ellas, en un juego matemático con numeración desordenada, responde a la ciudad y los muertos, el deseo, el cielo, los intercambios, el nombre, los símbolos, la memoria.
Las ciudades interesan como gran metáfora de la creación e interpretación humana. Puede decirse de cada ciudad, por lo tanto, que es una unidad semántica independiente. Las ciudades, con sus sistemas arquitectónicos, sociales e ideológicos entrecruzados, son lo que los hombres se hacen a sí mismos, su manifestación, su fenomenología. De ahí la tesis de Calvino de que todas las ciudades, las que existieron y por existir, “se pueden imaginar una vez que se conoce sus reglas primordiales”.
Pero en tiempos de la postmodernidad, en países con estructuras dominadas por la informalidad, emergen errores conceptuales. El gremio nacional de arquitectos-CAP cuestiona orgánicamente el proyecto de ley del Grupo Parlamentario Fujimorista que “busca modificar la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, con agregados que atentan contra los monumentos arquitectónicos del país, sin considerar la incidencia de las familias pobres que habitan en los inmuebles incluidos, dando preferencia solo a la inversión rentista cuando existen “Iniciativas bien planteadas, que admiten intervenciones interiores económicamente atractivas”.
Se exhorta a los municipios de las principales ciudades a liderar, a impulsar dentro de su política de vivienda municipal, programas y proyectos de regeneración y renovación urbana. Los ministerios de Cultura, Vivienda y Economía, y los gobiernos regionales deben responder con disposiciones y mecanismos de financiación que faciliten acceso a la vivienda a la población. En Arequipa y Trujillo existen ejemplos de acertada renovación urbana. Igualmente se recuerda al alcalde Alberto Andrade con sus iniciativas en el Centro de Lima.
El texto del proyecto cuestionado considera, un artículo 1º que la protección del patrimonio monumental edificado se limite a la “estructura externa, “solo a la fachada se concedería la protección integral, excepcionalmente”. La adición al (art.20) precisa que la prohibición refuerza la idea de “alterar, reconstruir, modificar o restaurar sin autorización previa” “solo implicará” a la “estructura externa” del inmueble. También plantea la exoneración de someterse a la norma de zonificación municipal, para que el propietario tenga la libertad de darle el uso más rentable”
La Exposición de Motivos del señalado proyecto incluye, con razón, que las propiedades de los centros históricos de nuestras ciudades se deterioran. Pero un paso acertado es alentar la participación de los propietarios con exoneraciones y estímulos suficientes; atraer la inversión privada en las tareas de renovación, que bien planteadas, admiten intervenciones interiores económicamente atractivas.
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