Año de la Integración Nacional y el Reconocimiento de Nuestra Diversidad
Jorge Zavaleta Alegre. Periodista y Licenciado en Ciencias Políticas
El Estado peruano del presente siglo –portador de lastres y secuelas del pasado– con ligeros matices, se parece al de cualquier país latinoamericano en cuanto a su debilidad, pobreza y gestión vertical de las políticas públicas. Cumple un rol subsidiario, las reguladoras ineficaces tampoco son autónomas. Los aparatos económicos cuentan con algunas islas de modernidad. Los aparatos sociales permanecen anquilosados.
Hay una débil soberanía, desigualdad regional, falta de igualdad de oportunidades y de reconocimiento de sus variadas culturas.
Este es el diagnóstico general de un viejo país patrimonialista, que el neoliberalismo no ha podido superar. Es explicable. Por eso persiste la sombra de duda de la mayoría de la sociedad, que se traduce en confusión y divorcio entre la práctica política y las propuestas de importantes organizaciones académicas e investigadores de gran prestigio local y global.
Ya José Ortega y Gasset dio una respuesta: "En las imágenes del futuro no hay verdades, solo opciones".
Entre los más recientes y lúcidos enfoques académicos sobre la reforma del Estado podemos señalar el de Dieter Nohlen, profesor de la Universidad de Heidelberg, Alemania, con su participación en un seminario en Lima titulado La democracia y sus instituciones en debate. Nohlen confirma que hay una creciente orientación pragmática de buena parte de la Ciencia Política que se manifiesta en su deseable y deseado aporte al debate de reformas políticas.
"Es en la consultoría política concreta en la que la Ciencia Política tropieza con el mundo real, en el que aparece imprescindible tomar en cuenta razones de probabilidad, idoneidad y efectividad de las propuestas sociales y tecnológicas."
Pues, por obra y milagro de la gran prensa y el torbellino de información, se olvida de que nuestra sociedad es presa de marcos concretos: el patrimonialismo, que permite a los que acceden al Estado apropiarse de sus aparatos e instituciones y administrarlos como si fueran su propiedad.
En los Estados neoliberales, el patrimonialismo reaparece como captura del Estado por parte de los operadores de los grandes grupos empresariales, como "patrimonialismo moderno" para usar los términos del expresidente brasileño Fernando H. Cardoso.
La modernización de algunos aparatos estatales y el atraso de otros producen, según Guillermo O'Donnell, un "Estado hemipléjico": los aparatos económicos funcionan más o menos bien, pero los sociales son un desastre. Las reformas económicas neoliberales produjeron islas de modernidad, pero han sido incapaces de producir un aparato estatal moderno y eficiente.
Las políticas públicas, especialmente las sociales de educación y salud, la seguridad y la justicia, no llegan a todo el territorio y a toda la población por igual.
En los países andinos, son las poblaciones serranas rurales pobres y muy pobres donde no llega el Estado. Todo esto forma parte del divorcio histórico entre el Estado y la sociedad andina y amazónica.
Hoy, en una nueva coyuntura todos los peruanos esperamos un Estado moderno, aunque el segundo premier, considera que no se dan las "condiciones para las grandes transformaciones".
---
Director(e): Jorge Sandoval Córdova.
No hay comentarios:
Publicar un comentario