Francisco Javier Carranza Romero
Nació en diciembre de 1946 en la comunidad campesina de Quitaracsa, provincia de Huaylas, departamento de Áncash, Perú. Sus padres fueron: Matildo Carranza López, Petronila Romero Príncipe, campesinos quechuahablantes. El hogar y el ayllu le inculcaron los valores que le servirían de base para toda su vida: "Ama suwa" (No robar. La honradez aunque se viva en la pobreza). "Ama llulla" (No mentir. La verdad aunque cueste su práctica). "Ama qila" (No ser perezoso. La labor dignifica a la persona). "Kuyapaanakuy" (Compadecerse unos a otros). "Yanapanakuy" (Ayudarse recíprocamente. El ser humano debe vivir con el espíritu solidario y no solitario).
Por defender los derechos de la comunidad su abuelo materno, su padre y hermano mayor sufrieron las persecuciones y maltratos de los policías. Los supuestos patrones siempre tuvieron a las autoridades judiciales y policiales a su favor.
Su padre gestionó la primera escuela de Quitaracsa hasta el segundo año de primaria donde Francisco estudió. Su maestra Fulceda Caballero Rincón les enseñó todas las materias en quechua. Para continuar los estudios fue enviado a Caraz, capital de Huaylas donde aprendió el castellano para comprender al maestro y a los compañeros. Allí experimentó los prejuicios de los citadinos contra los campesinos, de los castellaneros contra los quechuas. Esas experiencias aparecen en sus libros "Madre Tierra, Padre Sol", "El mundo da vueltas".
En el seminario San Francisco de Sales, Huaraz, cursó cuatros años de secundaria; se retiró junto a los seminaristas rebeldes por los frecuentes choques con los superiores benedictinos estadounidenses que sustituyeron a los superiores peruanos. Sus conocimientos de Latín y Griego son resultados de esos cuatro años. El quinto año de secundaria lo realizó en el Colegio Nacional 2 de Mayo, Caraz.
Se licenció en Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de Trujillo, Perú. Trabajó como empleado becario en la Biblioteca Central de la universidad, así se pudo financiar los estudios. Sus maestros que lo ayudaron mucho en su formación académica fueron: Rafael Narváez Cadenillas, Antonio González Villaverde y Wenceslao Calderón de la Cruz.
Gracias a la beca del Seminario Andrés Bello viajó a Bogotá para estudiar la maestría en Lingüística Española en el Instituto Caro y Cuervo. Sus maestros que lo ayudaron en su formación fueron: Darío Abreu, Cándido Aráus y Luis Flórez.
El doctorado lo hizo en la UNED, Madrid, siendo su asesor de tesis (Resultados lingüísticos del contacto quechua y español) el fonetista Antonio Quilis Morales. Siempre recuerda con gratitud las enseñanzas de tres maestros españoles de nombre Antonio (Antonio González, Antonio Quilis y Antonio Tovar Llorente).
Fue docente universitario desde 1971 hasta 1980 en la Universidad Nacional de Trujillo. Desde 1981 hasta 2006 en Hankuk University of Foreign Studies, Seúl, Corea.
En octubre de 2000 fue nombrado "ciudadano honorífico de Seúl" por su contribución en la docencia y traducción de obras coreanas al castellano. El primer peruano que recibió esta distinción. En 2001 fue reconocido como hijo ilustre por las municipalidades de Trujillo y Huaraz.
En abril de 2006 las nuevas autoridades de HUFS informaron mediante una carta a los docentes extranjeros las nuevas condiciones del contrato desde 2007: Los extranjeros ya no tendrían derecho al subsidio familiar. En las vacaciones de invierno y verano podrían estar fuera de Corea sólo un mes; en caso contrario, la universidad ya no pagaría. La carga lectiva mínima para el extranjero sería de 12 horas semanales. Los coreanos, por ser nacionales, fuera de gozar el año sabático y varias bonificaciones al año, continuarían recibiendo el subsidio familiar, tener sus dos meses de vacaciones fuera del país y dar 8 horas de clases semanales. Carranza consideró estas medidas como discriminatorias y xenófobas. En octubre les anunció que no firmaría el nuevo contrato porque atentaba a los derechos humanos.
En la cena de despedida que le ofrecieron los diplomáticos de Iberoamérica repitió las palabras de Quijote: "De gente bien nacida es agradecer".
Ha investigado sobre las lenguas castellana, quechua y coreana. Hizo la primera comparación tipológica del quechua y el coreano. Con su esposa, Hyesun Ko, ha hecho más de 20 traducciones de obras coreanas al castellano; también a César Vallejo al coreano, la primera antología de este poeta en lengua asiática.
Actualmente es investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Univ. Dankook, Corea del Sur. Y es profesor emérito de la Universidad Nacional de Trujillo.
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Como hablante del castellano inicio este artículo partiendo de algunas consideraciones lingüísticas y extralingüísticas de la palabra “indígena” (indi-gena. Indi- es el refuerzo del prefijo in-). Su significado etimológico es: originario del lugar, nativo, aborigen, vernáculo. Pero, su uso tiene amplio contenido semántico, especialmente, entre la gente que no tiene la formación en Lingüística, Antropología, Biología y Sociología. Por este uso sin criterio etimológico es polisémico, multifuncional y comodín. El significado con el criterio geográfico es el más usado, aunque no hay la precisión de cuantas generaciones de antepasados son necesarias para que la persona sea considerada indígena; porque, no todos los nacidos en tal lugar son considerados indígenas.
El criterio extralingüístico y con mala intención es el que predomina, porque el prejuicioso recurre a la palabra “indígena” cuando quiere clasificar, calificar y tratar despectivamente a otro que le parece diferente. El que no acepta a otro como su semejante aduce razones y sinrazones justificatorias. En el esfuerzo de rechazar al que no le simpatiza, lo clasifica por el lugar de nacimiento, por el lugar donde vive, por el color de piel, por la actividad laboral, por la condición económica, por la vestimenta, por la lengua, etc… Así el clasificador construye un mundo de apariencia y no un mundo de ser.
Aquí sólo hago las consideraciones partiendo de la realidad del mundo hispano.
Vencedores / Vencidos
Los vencedores y sus descendientes, en el proceso de clasificar y etiquetar a los vencidos, los califican como bárbaros, primitivos, incivilizados, retrasados, incultos, infieles, etc. Ya los griegos llamaban “bárbaros” a los que no hablaban el griego; los helenos sólo oían sonidos “bar-bar” en el habla de otros. Los romanos, posteriormente, siguieron calificando “bárbaros” a los vencidos que no hablaban latín. Desde el error de Cristóbal Colón quien, por su ignorancia, llamó India al nuevo mundo a donde desembarcó el 12 de octubre de 1492, los europeos conquistadores llamaron “indios” a los pobladores de América; luego a los de África, Oceanía y Asia. Años después los navegantes demostraron que las tierras descubiertas por Colón no eran las Indias sino un nuevo continente que después fue llamado América; no porque no tuviera nombre, pues los kunas lo llamaban Abya Yala (tierra llena de vida). Desde entonces, “indio”, en el uso popular, se convirtió sinónimo de “indígena”.
En conclusión, los buenos son los vencedores; los malos son los vencidos. Como vencedores in nomine dei, in nomine patriae, in nomine civilizationis se atribuyen todos los derechos porque dicen que obran en nombre de dios, patria y civilización; y cargan sobre la espalda de los vencidos la pesada carga de prejuicios. En los congresos internacionales comprobamos que muchos europeos no asumen, hasta ahora, su indigenidad, pues no se sienten europeígenas o indígenas europeos.
Citadinos / Campesinos
Los pobladores de las ciudades, en sus vanos intentos de diferenciarse de los pobladores del área rural, los llaman “indígenas”. Naturalmente, hay diferencias de la urbe y el campo en las viviendas y vías, en el modus laborandi y en el modus cogitandi (modo de pensar) que se manifiestan en el modus vivendi. Por los espacios y labores diferentes, las vestimentas y comidas también son diferentes. Sancho Panza, a pesar de ser iletrado, aclaró a su prejuicioso amo Quijote: “Señor, en cada tierra su uso”.
¿Y qué pasa si un campesino se traslada a la ciudad para laborar y vivir? Y viceversa, ¿qué pasa si un citadino va al campo para laborar y vivir? ¿No son los mismos protagonistas que actúan y se cambian los disfraces según la escena de la obra teatral que les toca representar en la vida?
A propósito, hay algunos que, por estar lejanos, hasta distinguen a los indígenas de los campesinos sin considerar que los indígenas también son campesinos. “Ya no hay una alianza entre campesinos e indígenas, es un proceso donde los primeros intentan imponer condiciones” (Fernando Gualdoni, El País, Madrid, 26-09-2011. Comentario sobre la protesta de los pobladores del Parque Nacional Isiboro Sécure, Bolivia).
Civilizados / No civilizados
Estas palabras equivalen a “citadinos” versus “campesinos”. Civilizado es el que vive en la ciudad (civitas, urbs); por tanto, es el ciudadano (civis, urbanus). Lo malo es que el “civilizado” se cree el único poseedor de la “cultura” como si ésta estuviera sólo relacionada con la urbe. Los civilizados, a pesar del alto porcentaje de la delincuencia en su realidad espacial, no se sienten indígenas; para ellos, los indígenas son los no civilizados de las áreas rurales.
Escolarizados / No escolarizados
Los citadinos tienen los mejores locales escolares y más oportunidades para seguir estudiando debido a que los poderes políticos, económicos, religiosos, culturales y de salud están concentrados en la ciudad. Por eso, ellos son los más escolarizados.
El campo sigue siendo el corral trasero de la ciudad, un lugar destinado a las actividades agropecuarias y mineras. Y si hay escuelas, las autoridades educativas no se preocupan de ellas. Los campesinos de baja escolarización son los supuestos “indígenas”.
Sin embargo, aquí conviene aclarar que la cultura no está sólo relacionada con la escuela; porque hay algunos iletrados que tienen una rica cultura que la demuestran en su relación con la humanidad y la naturaleza. También hay muchos instruidos egresados de la escuelas superiores que no son cultos (cultura deriva de colere: cultivar).
Vestidos según la moda europea / Vestidos según la tradición local
Los que se visten según la moda europea (terno o traje, esmoquin, frac, levita, etc.) no se consideran “indígenas”. Marcan las distancias de los que visten sus escasos o diferentes atuendos locales.
Por suerte, hay pueblos orgullosos que no se avergüenzan de su cultura vestuaria, se visten según sus gustos. La variedad de la vestimenta de los pueblos, culturalmente, demuestra la riqueza creativa y la diferencia de climas y concepciones. Además, el atuendo cubre cualquier color de piel.
Hablantes de lengua europea / Hablantes de lengua no europea
Si los romanos expandieron su lengua en Europa; los europeos, después del siglo XV, expandieron sus lenguas en las tierras conquistadas y colonizadas. Antonio de Nebrija en el siglo XV escribió: “La lengua es compañera del imperio”. Si los no hablantes del latín fueron calificados “bárbaros”; los americanos hablantes de sus lenguas locales (maya, nahuatl, quechua, aymara, guaraní, etc.) fueron y son calificados de indios e indígenas.
Pero, no basta hablar la lengua castellana, hay que usarla bien, con conocimiento de su diacronía y sincronía.
Ricos / Pobres
Los ricos no se consideran “indígenas”; los indígenas son los que viven en la pobreza. Y el hecho de que los indígenas vivan en la pobreza es el resultado de que a sus antepasados les quitaron las mejores tierras; y estas víctimas del arrebato, para sobrevivir, se marcharon a áreas inhóspitas. Y, cuando allí también fue descubierta alguna riqueza, los usurpadores también les arrebataron a las buenas (engaños) o a las malas (papeles legales y gendarmes).
La palabra “indigente” (derivado de indigentem, acusativo de indigens: necesitado, falto de medios de subsistencia) no tiene el mismo origen que “indígena” (originario, nativo); pero, realmente, hay muchos indígenas que viven en la necesidad, lo que ganan no les alcanza para la canasta familiar.
Blancos / Oscuros
El que tiene la piel blanca no se siente “indígena”. Los conquistadores de piel blanca calificaron de indios e ndígenas a los conquistados de tez oscura. Desde entonces, usaron con prejuicio racista el calificativo indígena para los cobrizos, negros y hasta para los amarillos. Pero, los blancos tampoco fueron homogéneos. Los españoles que llegaron a América ya eran el resultado del mestizaje durante milenios en la península de Iberia con los ibéricos, fenicios, griegos, judíos, bereberes, árabes, galos, germanos, celtas… La América cobriza tampoco era homogénea, había gente oscura, cobriza y blanca. El cronista Francisco López de Gómara escribe sobre la región de Pánuco (México): (Los españoles) “pasaron por ciertos pueblos donde los hombres eran harto blancos” (Historia general de las Indias, cap. XLVI). Y los traficantes de esclavos introdujeron a América africanos de variedad de matices de negritud.
El color de la piel, pelo y retina depende de la cantidad de melanina (mayor cantidad, oscurece; menor cantidad, aclara). Y la cutis blanca no significa más higiene.
Los astutos políticos, cuando quieren ganar los votos de las poblaciones indígenas, las usan como sus banderas de lucha. Se disfrazan ridículamente con las vestimentas nativas. Cantan y bailan algunas melodías locales con torpeza. Balbucean algunas palabras y expresiones en lenguas locales, y hasta participan en algunos ritos. Toda esta actuación teatral no es para indigenizarse, es para parecer y no para ser. El objetivo es ganar los votos y aplausos de los indígenas.
Los usos metalingüísticos de la palabra “indígena”, como apreciamos, indigestan la comunicación y el trato interpersonal. Se usa esta palabra sin entender bien el significado. La ecología mental es necesaria para limpiar bien el universo vocabular que se usa.
Y, científicamente, ¿dónde están las diferencias entre los no indígenas y los indígenas?
1 comentario:
He leído algo del Sr. Francisco Carranza y tiene un verdadero mérito la labor que hace como investigador sobre todo en relación con la lengua quechua.
Por otro lado, quisiera comentar algo que espero no esté fuera de lugar, pero es en relación al departamento de español de la universidad hankuk de estudios extranjeros. En toda la universidad se aplican leyes xenofobas que cada vez van más en detrimento de los profesores extranjeros. Trabajé ahí hace dos años y el tiempo que permanecí me permitio ver que el trato a los profesores era indigno. Las ofertas de trabajo que publican (con bastante frecuencia, por cierto) engañan, pues aunque tengas un doctorado al llegar te ponen en el nivel más bajo, con lo cual recibes el mínimo del rango de salarios con cargas horarias iguales a quienes no tienen ningún grado de doctor, además de que te exigen publicar en revistas indexadas (A&HCI, SSCI, etc) cuando en los hechos las propias deficiencias académicas de los catedráticos coreanos les impide publicar en esas revistas. La Universidad Hankuk de Estudios Extranjeros (HUFS), aunque gana posiciones en rankings locales, se encuentra entre las de peor reputación respecto a este tema del trato a los profesores. Profesores coreanos de otras universidades de Corea lo dicen e incluso el mismo alumnado de HUFS se queja de que lo que menos le importa a su universidad son ellos, pues el no contar con profesores que permanezcan más de dos o tres años le resta valor a sus estudios, entre otros factores que no vienen a cuento. Y en este sentido, el departamento de español es uno de los que renueva su plantilla de profesores extranjeros con más frecuencia.
Así que a andarse con cuidado con esos de HUFS.
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