http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/de-catastrofes-e-improvisaciones_92946.html
Javier Sota Nadal
Opinión Arquitecto
Las catástrofes naturales son bastante más naturales de lo que se piensa. Por ejemplo, en nuestro territorio ha habido y habrá terremotos siempre. Nosotros, como humanos, somos menos naturales que los terremotos, ellos no precedieron y nos sobrevivirán.
Sin embargo, desde la cultura del estado peruano se los define y procesa como designios del azar, una suerte de eventos sorprendentes qué, por ser tales, deben enfrentarse solo cuando ocurren, mientras tanto, la vida debe seguir tal cual, como si éstos no nos amenazaran.
En los últimos 50 años hemos –naturalmente– sufrido la ocurrencia y secuela de varios de ellos (Cuzco, Huaraz, Pisco). La respuesta estatal fue CRIF, ORDEZA, FORSUR, organismos de vida efímera, paridos en la desgracia, sin descendencia ni memoria técnica de la que se pueda aprovechar algo.
Muy cerca está FORSUR, creado por un García convencido de que la lógica y el emprendimiento empresarial en su conducción sería más eficaz que el Estado, y ocurrió lo que todos sabemos: a 4 años del terremoto, sólo el 40% de la infraestructura básica está reconstruida y la ciudad más afectada -Pisco- sigue pareciéndose a la imagen del siguiente día de la catástrofe.
Cierto que la cultura empresarial es imbatible en la producción de bienes y servicios para el mercado. Pero no tanto cuando se trata de producir o reconstruir un bien social como la ciudad.
El Estado creó el INDECI en 1972 con la función de prevenir daños y subsanar las secuelas de terremotos, inundaciones, sequías, etc. Pero, cuando ocurre un sismo mayor se vuelve invisible para el Presidente y el Gabinete de turno, y repican campanas de la improvisación y el voluntarismo interesado, como el de aquel funcionario del SIS –Sistema Integrado de salud– que decidió malversar fondos en alimentos sobrevaluados y malamente distribuidos en Pisco.
El Presidente Ollanta se ha comprometido en las tareas pendientes en la zona afectada por el terremoto de Pisco, decisión recibida con alegría por los afectados; sin embargo, su primera disposición podría no ser la adecuada, si es que ella define el criterio con el que su gobierno pretende atender las catástrofes naturales. Las Fuerzas Armadas, por supuesto que tienen un papel fundamental e irremplazable en los primeros días de una catástrofe en acceso, comunicación, transporte, rescate y seguridad, pero su acción en las etapas posteriores de planeamiento y reconstrucción no es funcional.
Propongo una alternativa: empoderar a INDECI, otorgándole competencias exclusivas, con un equipo técnico altamente calificado de ingenieros, arquitectos y urbanistas, encargado de la prevención y reconstrucción y, adicionalmente, una norma presupuestal que separe un porcentaje de los pliegos sectoriales directamente vinculados, para ser usado al día siguiente de una catástrofe por un Gabinete ad-hoc encabezado por el Presidente y conformado por los Ministros de Vivienda, Transporte, salud y Educación; y la responsabilidad de ejecución al Presidente/a de INDECI.
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