Papel de Arbol

jueves, 18 de febrero de 2010

LA ALEGRIA NATURAL DEL PERU






Jorge Zavaleta Alegre, Lima
Una alegoría del tiempo en las culturas de Iberoamérica, con el insoslayable mensaje de que los nuevos modelos de desarrollo tienen que trascender el cerco técnico para dar lugar al aporte de pensadores, artistas, líderes comunitarios y educadores, constituye la muestra pictórica de la catalana Teresa Mestres Planas, La Niña de la Guerra, que la comunidad limeña puede disfrutar en este caluroso verano que la Capital del Perú celebra 475 años de fundación.
Se trata de un acontecimiento cultural, que ya Marta Traba, connotada investigadora del arte en América Latina, escribió “La Historia Natural de la Alegría”, libro en cual advierte que América Latina no usa los elementos de su cultura como instrumentos de revelación: “Somos libres por desprecio ajeno”
La exposición de Teresa Mestres, titulada “Vivencias” fue convocada por España, en el semestre que ejerce la presidencia de la Unión Europea, y la Municipalidad limeña de Miraflores. Se trata de un especial homenaje a la descollante pintora catalana que tuvo que salir de su natal Villanova i La Geltru, junto con sus padres, forzada por la Guerra Civil Española.
En palabras de Borka Sattler - otra notable pintora que retorna de Canadá después de cosechar varios laureles - Teresa ha sabido plasmar con ingenio y oficio cosas bellas y profundas como sueños propios y vivencias compartidas. “Tradición, costumbres, actitudes de la gente se engarzan en alegorías de una fantasía cargada de ingenio y mirada sutil. Su intenso espíritu dialoga con elegancia, señorío, y elegante y excepcional de una vida cautivante”.
Teresa, en esta nueva oportunidad, aparece con novedosa producción. Después de años de permanente revisión de la historia de América, de estudiar las costumbres y tradiciones, incluyendo conceptos del esoterismo, tema tan vigente en los sectores populares, alternando con juegos de naipes, sesiones con brujos, hechiceros y chamanes, nos entrega una colección de acuarelas, que explican el zodíaco, desde una visión integradora de la cultura. En Géminis, por ejemplo, aparecen cóndores volando sobre el cielo de Machu Picchu, el Yawar Fiesta donde el toro bravo lucha contra el ave rey de los andes. Igualmente, recrea los caballos andaluces adaptados a la salvaje geografía y las mariposas multicolores bebiendo néctares de bosques finitos.
“Pienso que Teresa conoce todas las ramas de las artes plásticas. Prefiero sus caballos de paso que se quedan la profundidad de su ser. No son solo sus caballos lo mejor que tiene. Si ella hace un bodegón, como yo alguna vez escribí con el título de “La Niña de la Guerra”, representa frutas frescas que están al alcance de la mano, de la boca y prefiero, en ese momento saborearlas, con la mirada”, señala July Balarezo Alayo, del prestigiado Taller Mestres, ubicado en uno de los simbólicos edificios de la antigua Lima, cuando Miraflores era un distrito casi rural, de casitas separadas por árboles y jardines.
Además de la acuarela, Teresa destaca en el óleo, en el acrílico, el grabado. No obstante sus años, posee una vitalidad que muchos jóvenes quisieran tener. Ella sigue en pie, dictando cátedra y ejemplo para la juventud. Sus registros del calendario esotérico están muy bien llevados, con colores pastel. No prefiere los colores subidos, ni todo ese color que pusieron los conquistadores para contrarrestar el constante cielo gris de Lima. Prefiero el pastel que utiliza en esta serie de tradiciones.
En “Las Amazonas” recrea no solo las Amazonas de Orellana, sino en forma premonitoria registra el llamado “Baguazo”, guerra declarada por el gobierno aprista contra los comuneros nativos que defienden la intangibilidad de sus bosques y otros recursos no renovables. Sus Amazonas son comparables o nos hacen recordar a los personajes de Avatar, la película norteamericana de tanto éxito en la taquilla, que presenta a mujeres alargadas, como seres humanos replicantes.
Teresa Mestres Planas dejó su tierra natal, para transitar por América y sufrir los avatares del exilio. En América se convierte, con su poderosa imaginación y agudo pincel, en una de las mejores intérpretes del arte hispanoamericano, y ahora admiradora del boom artístico que emerge de amplios sectores populares.
Sus creaciones enriquecen galerías privadas y públicas de Europa, América y Austria, incluyendo el Palacio de la Generalitat, Barcelona. Es la única pintora de América, que estuvo presente en el homenaje a Antonio Gaudí (Barcelona, 2006). La comunidad limeña espera con expectativa una próxima exposición que incluya su obra completa del Taller que lleva su nombre y ha creado un estilo en un grupo multinacional, Integrado por la lingüista brasileña-japonesa Ritsuko Shima de Yoshimoto; por la chilena Valeria Susti de Musante y la peruana July Balarezo Alayo, profesora de Historia.
Como en la famosa novela América de Kafka, Teresa Mestres reitera que en el Perú encontró su fértil valle de Oklahoma, después que su padre, Pedro Mestres, canciller de la Generalite de Cataluña, su madre y ella, arribaran a Nueva York desde el puerto Havre e iniciaran su peregrinaje por Cuba, México, Argentina, Brasil y Perú, hasta convertirse en activo miembro fundador del Consejo Mundial de Autores Plásticos, entre otros méritos, que la prensa especializada le reconoce.
Teresa Mestres recuerda que su padre Pedro, ingeniero de profesión, se dedicó a asesorar e instalar fábricas de papel a partir del bagazo de la caña de azúcar. En La Habana, el Che Guevara le pidió transferir a la revolución las acciones de la planta que había levantado con inversionistas extranjeros y locales. En Argentina, el peronismo no le prestó mayor atención a la agroindustria del bagazo, a diferencia de los barones del azúcar de los valles norteños del Perú que necesitaban innovación técnica y social en sus trapiches.
Esta niña de una guerra que expulsó a múltiples espíritus ilustres en artes, ciencias, literatura, filosofía y otras vertientes liberales como se diría en el Medievo, encontró en Lima un clima para continuar sus estudios y también el exagerado y aburrido halago en los salones de la oligarquía, que provocó, en su esencia libertaria, la renuncia al matrimonio convencional y optar por la creatividad sin corsé. Hoy con sus más de ochenta años y recuperada de una dolencia, goza de la dulce compañía de su arte.
A manera de corolario afirma que las galerías de arte están cerrando y que los centros culturales tomaron la posta. “Ahora todo vale. La originalidad y el atrevimiento llaman la atención. Las masas compran lo que la propaganda le sugiere. La tecnificación está inundando todos los planos del arte y la vida de las personas. Y justamente, ha surgido un campo muy competitivo y, el pueblo va imponiendo su arte, su manera de perennizarse por medio de la artesanía. Es el nuevo boom. Todos queremos trascender de algún modo. No obstante este clima adverso para el arte, mi pintura llama a la calma, no uso el humor para zaherir o para la burla”.
Lima, 14 de Febrero del 2010
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