Jorge Zavaleta Alegre Periodista licenciado en ciencias
sociales.
Los recursos naturales han sido sueños de los hombres, semillas de las colonias y el
germen de los imperios, nos lo recuerda Joseph Conrad (1857-1924), en El
corazón de las tinieblas.
Este año, los mercados internacionales de productos agrícolas
parecen haber entrado en una fase de mayor estabilidad. Se prevé que los
precios de los alimentos básicos permanezcan en una media más elevada en la
próxima década, debido a la demanda firme y a la desaceleración de la
producción mundial, advierte el reciente informe Perspectivas agrícolas de OCDE-FAO.
La abundante naturaleza y el hambre secular siguen siendo una
preocupación que involucra a Estados ricos y pobres, señala el BID. Es una
verdad inobjetable y contiene una valiosa referencia: América Latina, en
especial Colombia, Perú, Brasil,
Ecuador, Venezuela y Bolivia, son parte del grupo de los diez países con la mayor diversidad de especies de la
tierra. El inventario de esta riqueza incluye las especies de mamíferos, aves,
reptiles, anfibios, mariposas, angiospermas. Entre la frondosa diversidad, las
plantas útiles clasificadas hasta ahora suman 446 comestibles y 2449
medicamentos.
La fuerza de la demanda se da por el crecimiento demográfico,
el mayor ingreso per cápita, la migración urbana y los cambios en los hábitos
alimentarios en los países en desarrollo. A ello se suma la demanda creciente de materias primas para
biocombustibles.
Está previsto que los países en desarrollo tendrán cada
vez un papel más dominante en la mayoría
de los productos agrícolas y un rol más importante en el comercio de productos
básicos. Las nuevas investigaciones coinciden
en la necesidad de aumentar las
tierras agrícolas y sobre todo mejorar
la productividad en los países en desarrollo porque el crecimiento de la producción agrícola seguirá
reduciéndose.
Hay consenso que los gobiernos deben renunciar a las
prácticas que distorsionan el comercio y crear un entorno favorable para una
agricultura. Y para los consumidores, especialmente para los millones de
personas que viven en la extrema pobreza, es impostergable redoblar esfuerzos para reducir el número de
personas que sufren hambre. "Los altos precios reales de los productos
agrícolas suponen mayores incentivos
para los campesinos y el desarrollo rural, especialmente cuando los mercados
están abiertos y los mecanismos de precios funcionan bien, y donde los
agricultores tienen también capacidad de respuesta", precisa FAO.
Pero la problemática es más compleja por la grave escasez de
agua en la agricultura. Muchos bancos pesqueros están sobreexplotados o en
riesgo de estarlo. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más
frecuentes y los patrones climáticos están cambiando. La OCDE
reconoce que el sector privado desempeñará un papel principal en la
agricultura en el futuro. En ese sentido los gobiernos deberían fomentar
mejores prácticas agrícolas, crear el entorno comercial, técnico y normativo
adecuado y la innovación agrícola con especial atención a las necesidades de
los pequeños agricultores, sin olvidar la creciente pérdida y desperdicio de alimentos.
La FAO inició
actividades en el Perú en la década de 1960. En ese horizonte hay expectativas respecto
al marco de la asistencia de la FAO al Perú 2010 – 2013 que incluye,
entre otros temas, Seguridad Alimentaria
y Lucha contra la Pobreza. Formulación
de Políticas Sectoriales y Desarrollo Rural.
En un mundo global, a este organismo de la ONU le corresponde
aprobar normas mundiales y contribuir a formular convenios y acuerdos
internacionales de impacto para el Perú, en el ámbito de su competencia. Su
Centro de Información Agraria Mundial ayudará en el propósito de cerrar la brecha digital en el medio rural.
Igual propósito se aprecia en los
programas “Chefs contra el hambre” y el “Frente Parlamentario contra el Hambre”, iniciativas que la colectividad aprecia y
revela el grado de concurrencia de las
instituciones privadas y públicas en un objetivo común.
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