El mundo va cambiando, las tecnologías y los cambios culturales entre otros factores vinieron a reivindicar el rol primordial de la democracia: los votos son de la gente.
Se va dejando de lado a la soberbia, a los absolutos que pretenden ser inflexibles ante las diferencias. Los votos advierten que ya no son de un mesías, de un político en particular. Los votos van y vienen en base a las acciones que toma un dirigente.
Cristina Fernandez de Kirchner pretende volver a esa convergencia que construyó Nestor Kirchner para gobernar. Y ese pragmatismo solo puede darse al salir, aunque sea en lo discursivo, de ese peldaño de rigidez intelectual. El “vamos por todo”, el “Cristina capitana” y demás frases que auguraban la eternidad de una figura dominante, fueron sepultados por la crueldad de la realidad, que advertía el rechazo generalizado de una figura política que no pudo mantenerse en la cabecera de un movimiento político.
Un sábado de mucha lluvia, de cielos grises y una mañana de descanso fue el panorama para la noticia política más importante del año, y quizás, de los últimos tiempos. Cristina se baja pero no se baja, se encuentra en un limbo, en un interludio entre el destierro y la gloria. Porque todavía debe existir en su ser un resabio de egocentrismo intelectual al creer que los votos les pertenece, pero también con una humildad de ceder el primer lugar.
Cristina sorprende al país con su elección porque no eligió a un fanático, a un chico de La Campora. Eligió a Alberto Fernández, un dirigente que durante todo el mandato de CFK fue haciendo visitas guiadas a todas las oficinas opositoras. Pero en la redención de las afueras del poder, se encontró la paz. Una paz que viene a reafirmar la conducción de Nestor Kirchner. A encontrar en Alberto Fernandez, ese peronista pragmático que alguna vez fue Jefe de Gabinete de su amado esposo y que representa esa complementación entre lo viejo y lo nuevo hacia dentro del seno justicialista.
Con el avance de Schiaretti y de los dirigentes peronistas que no logran crecer en las encuestas, CFK intentará conducir la Unidad Justicialista. Ella pone a Alberto Fernandez, ella elige ser vicepresidenta, ella se queda en la aduana permitiendo la entrada o salida de dirigentes, ella es la que decide los caminos del justicialismo y ella decidirá si la lista presentada será efectiva o se armará una nueva. En definitiva, CFK está peleando para no perder su influencia en la política más que en querer vencer a un gobierno “neoliberal”. Sigue siendo Ella.
Todavía es muy temprano, quedan muchos interrogantes abiertos para resolver. Encuestas de todo tipo comenzarán a medir este escenario nuevo y sin dudas, entretenido para los que disfrutamos de la política. Quizás el interrogante que más me desvela en estas primeras horas, es saber si este renunciamiento que no es renuncia, significará poder quitar de lado el miedo a volver al pasado para la formula kirchnerista… ¿la sociedad observará la lista Fernandez-Fernandez como la vuelta al pasado? ¿Seguirá vigente, menguará o aumentará el rechazo a esa década perdida?
Todavía no tenemos ninguna respuesta a este nuevo escenario. Permitanme desconfiar y relativizar esta noticia. Al estar en la lista, al ser ella la segunda y no haber elegido irse a vivir a Santa Cruz, el escenario sigue relativamente igual. Si ella se hubiera bajado verdaderamente, el escenario hubiera sido disruptivo. Pero con ese ni-ni, todo seguirá en el mismo sendero. O por lo menos yo lo veo así…. me preocupa más sus ideas que quiere implementar en caso de ganar. Como hacer un nuevo “contrato social” para reafirmar en grado constitucional todos los vicios que generaron en la economía durante estos años. Creo que en el campo de las ideas, se debería encontrar el esfuerzo de todos para tomar conciencia de lo que significaría volver al pasado.
. Cristina Fernandez de Kirchner pretende volver...
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