Papel de Arbol

sábado, 16 de noviembre de 2019

Psicoanálisis Estival. Meditaciones de Oliver Stone al Sur de la Frontera. J. Zavaleta Balarezo


“Al sur de la frontera”: meditaciones de Oliver Stone sobre la “nueva izquierda” latinoamericana, tituló  su comentario para Psicoanálisis  Estival, el crítico  de cine  Jorge Zavaleta Balarezo, el 4 de noviembre del 2010. La crónica fue publicada por Argenpress, una empresa que  convocó a los escritores más destacados  de América Latina.  Dejó de circular  por el fallecimiento  de su Director Fundador Emilio Corbière.

El cineasta estadounidense Oliver Stone, vuelve a concitar la atención pública en el 2019 con un elogio al presidente ruso Vladimir Putin como una «fuerza estabilizadora» en el Medio Oriente, particularmente en Siria, luego de que Moscú llenó el vacío que dejaron las fuerzas de Estados Unidos al retirarse de la zona, dejando atrás a sus aliados kurdos, según informó AP, desde Michoacán.

El director de cintas como «JFK», »Platoon» (“Pelotón”) y «Wall Street» es conocido por sus ideas incisivas sobre la política extranjera estadounidense. Sin embargo, hizo sus comentarios durante el foro de la Iniciativa de Inversiones para el Futuro en Arabia Saudí, que se ha opuesto por años al presidente sirio Bashar Assad. «El señor Putin siempre estuvo preocupado por los terroristas», dijo Stone. «Si ellos hubieran llegado a Damasco, y casi lo hicieron, pudo haber un califato en toda esta región».

Stone, ganador de tres premios Oscar por largometrajes de ficción que también incluyen “Midnight Express” (“Expreso de medianoche”), ha hecho otros documentales, incluso en Latinoamérica: “Comandante” de 2003, sobre sus reuniones con el presidente de Cuba Fidel Castro; “South of the Border” (“Al sur de la frontera”) de 2009, un recorrido por cinco países latinoamericanos para explorar sus movimientos sociopolíticos y lo que calificó como la percepción errónea de los medios de comunicación establecidos sobre la región; y “Mi amigo Hugo” de 2014, sobre el difunto mandatario venezolano Hugo Chávez.


Las siguiente  crónica: Jorge Zavaleta Balarezo (Desde Pittsburgh, Estados Unidos. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)


En el 2009, Oliver Stone presentó su nuevo filme, “Wall Street: el dinero nunca duerme”, más de veinte años después de la versión original en la cual Michael Douglas era el negociante más inmoral del mundo capitalista.


De vuelta a esta aventura, y ahora en un mundo globalizado y con el capitalismo sobreviviendo a una crisis de consecuencias quizá inesperadas, Stone se enfrasca en contarnos cuánto de ternura e inocencia puede reflejar una familia norteamericana cuando las cosas marchan bien. Ergo, el final de la película.

Pero para llegar a ese “happy end” hemos reencontrado a Michael Douglas y a su personaje, Gordon Gekko, esta vez saliendo de la cárcel tras una larga temporada y dispuesto a “reinsertarse” -un término al uso- en el modelo del cual formó parte y que nunca dudó en impulsar. Sólo que este mismo esquema lo traicionó y lo envió al infierno tras las rejas. En la versión de 1987 el aprendiz era Charlie Sheen, quien hace un “cameo” aquí, mientras en esta nueva entrega el joven aventurero es encarnado por Shia LaBeouf.

Como fuera, la película original mostraba el interés “socialista” de Oliver Stone, en un entorno que rechaza permanente y tradicionalmente esa opción ideológica. En aquella versión de fines de los 80, Martin Sheen, padre de Charlie, era un sindicalista traicionado por los leoninos intereses de los mismos personajes que, con otras caras aunque con similar discurso, reaparecen en la versión de este año.

¿Qué ha pasado, pues, ciertamente, en los 23 años que separan la primera de la segunda “Wall Street”? A fines de los 80, Fredric Jameson, el más prestigioso pensador marxista de Occidente contemporáneo publicaba su célebre texto “Posmodernismo, o la lógica cultural del capitalismo avanzado”. Basándose en análisis cinematográficos y de otras artes, Jameson hallaba en el funcionamiento de la sociedad de hoy, interconectada pero con grandes fisuras, la expresión más acabada de un sistema que, originado hace cientos de años, alcanzaba ahora su cúspide.

El capitalismo “avanzado” o “tardío” respondía al modus vivendi que se extendió al resto del mundo tras la caída del muro de Berlín. Los años 90, lo sabemos, significaron la expansión y consagración del modelo neoliberal, planteado ya por los “Chicago Boys” en los siniestros años de la dictadura de Pinochet y al cual un académico como David Harvey ha diseccionado encontrando sus más caras desventajas.

La nueva versión de “Wall Street”, entonces, responde al interés de Stone por tomarle el pulso a un mundo que, luego de saborear las mieles e imponer su estilo, se vino abajo. Pero parece que todo no era tan grave. Por eso es que la película de Oliver Stone, matizada con la simpática música de David Byrne, líder de los Talking Heads, y Brian Eno, tampoco se presenta ni se autorrepresenta como el necesario ajuste de cuentas. Las tomas de una Nueva York que parece brillar y deslumbrar quizá nos ayuden a descifrar las intenciones de una cinta que rinde tributo a ciertos “outsiders”, entre los cuales se encuentra, esta vez sí y no por error, el propio Gordon Gekko.

Stone siempre está preocupado por la vida política de un país que ha hecho de la democracia un símbolo y un síntoma de gobernabilidad a la vez que busca más allá de sus fronteras escenarios donde desplegar su poder. De ello da cuenta un libro de lectura necesaria, “Empire”, de Michael Hardt y Antonio Negri. Si antes se invocaba el Apocalipsis, no sólo en términos religiosos, ahora vivimos tiempos de una fría y mecánica individualización que tiene como meta satisfacer casi únicamente necesidades materiales, olvidando cualquier reflexión sobre brechas sociales o desposeídos del sistema. Ahora, más que nunca, los ídolos del dinero y el mercado, se niegan a bajar la cabeza. Y de eso nos habla Stone, permitiéndose, porque sabe que no puede hacer otra cosa, un final “consensuado” para su película.

En “South of the Border”, el documental que el propio Stone ha realizado sobre el renacimiento de la izquierda en América Latina, encontramos elementos complementarios, y quizá también contradictorios, que son como traspasar la sola visión de “Wall Street”. Stone vuela hacia América Latina con el olfato de un sesudo periodista, el interés de un intelectual, el talento demostrado de un cineasta. Hace unos años hizo un retrato de Fidel Castro, el más fiel representante del socialismo en Latinoamérica en otro documental, titulado “Comandante” (2003). “South of the Border” se abre no con los primeros planos de los líderes neoizquierdistas al sur del río Grande, sino con los exaltados y furiosos comentarios de los presentadores ultraconservadores de Fox News o CNN, denunciando el avance de la “revolución bolivariana”, así como de otros “escandalosos” brotes que anuncian el resurgimiento de una ideología, la cual habiendo estado alguna vez representada por el Che Guevara y su propio legado, ahora gobierna a más de una nación. El primer personaje al que se muestra es, cómo no, el propio Hugo Chávez. Stone entronca tres líneas de enfoque a la vez: una histórica y documentada que narra cómo el actual presidente de Venezuela llegó al poder, y para ello recurre a material de archivo, transmisiones de noticieros de televisión.

Una segunda mirada, más personal, es el encuentro con Chávez, traductor de por medio. Stone permite que Chávez Frías tome el escenario, entonces explica las razones de su fervoroso proyecto, como él lo define, y sustenta que el socialismo es la “opción” para América Latina. El tercer acercamiento se produce cuando Stone, quien acaba de registrar a Chávez en su hogar de la infancia, abre la puerta para los otros protagonistas de su documental. Viaja a Bolivia y conversa con Evo Morales, como lo hará con Lula en Brasil, Lugo en Paraguay, Correa en Ecuador y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.

Morales invita al cineasta a chacchar coca. Lugo y Correa parecen despojarse de ceremonialismos, mientras Lula manifiesta su cordial entusiasmo. La presidenta de Argentina argumenta sin necesidad de teorías complejas y evidenciando un carisma que le desconocíamos. Su esposo, el apenas fallecido Néstor Kirchner también brinda su testimonio, argumentando el por qué del giro que significa lo que John Beverley, profesor de Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en la Universidad de Pittsburgh, define como la “marea rosada”. Raúl Castro, que es como el hermano mayor de todos estos líderes, y en realidad el hermano menor del líder máximo -el Fidel Castro satanizado por la derecha, el anticomunismo y los pedidos de libertad bien calculados-, se suma al encuentro y esboza su propio discurso. 

La principal crítica que se puede hacer al trabajo de esta naturaleza es que Oliver Stone estaría siendo demasiado elemental, queriendo ser global donde hay que buscar la profundidad. En realidad, se trata de un valioso documental que destierra los mitos sobre el socialismo presentado como una especie de maldición, y en el cual, por boca de los propios líderes de la región, nos enteramos que esta nueva izquierda le debe a sus antecesores pero se ha sabido modernizar. Stone es plural y sintetiza en breves conversaciones el sentir de la corriente que ahora atrae a la mayoría de pueblos del continente, si pensamos asimismo en Nicaragua y Uruguay.
Gran Teatro de La Habana, al fondo cúpula del recién restaurado Capitolio
Con el rostro preocupado, a veces cansado, el propio Stone se convierte, él mismo, en protagonista de este viaje al Sur Global, hecho que quizá abone en los cuestionamientos que siempre se la han hecho acerca de su megalomanía. La visión de Stone es pragmática, no concesiva. Es informativa y abre los ojos sobre una realidad que diariamente es distorsionada por los medios de comunicación que responden a intereses creados y grandes cantidades de dinero. ¿Por qué la derecha o la llamada “democracia” tendrían que monopolizar el espacio político en América Latina? ¿Por qué el llamar la atención sobre el rol del Estado y la garantía de ofrecer servicios de salud, educación y vivienda tiene que ser cuestionado cuando vivimos en un mundo que nos tiene acostumbrados a los éxitos de la privatización y al dominio del “pensamiento único”?

Sabemos bien que el neoliberalismo se definió a sí mismo como la panacea para todos los males del continente y del planeta, y que los gobiernos que con mayor fuerza lo aplicaron en la región no sólo fueron altamente corruptos y autoritarios: Menem, Fujimori, Collor de Mello, Uribe. Oliver Stone brinda la oportunidad de ver y escuchar ese otro lado que a muchos les aterra pero que, definido como un socialismo posmoderno, ha hallado arraigo en el siglo 21 al sur de la frontera norteamericana.

ARGENPRESS 11.2010

Jorge Zavaleta Balarezo
Escritor, crítico de cine y periodista peruano (Trujillo, 1968). Es doctor (Ph.D.) en literatura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Además, tiene estudios de literatura, periodismo, cine, publicidad y análisis político en la Pontificia Universidad Católica de Lima (PUCP) y el Taller Robles Godoy. Su obra creativa incluye la novela Católicas (1998) y una colección aún inédita de cuentos. Ha publicado ensayos y reseñas en revistas académicas como Mester, Variaciones Borges, Revista Iberoamericana, Nomenclatura, Visions of Latin America y Catedral Tomada. Su carrera periodística incluye artículos y crónicas en diarios, revistas y agencias de noticias como Gestión, Butaca, Voces (Perú), Argenpress (Argentina), Notimex (México) y DPA (Alemania). En 1998 participó en el volumen colectivo Literatura peruana hoy: crisis y creación, editado por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania), con el ensayo “El cine en el Perú: ¿la luz al final del túnel?”.

Psicoanálisis  Estival  se Edita desde 2017 en Emmitsburg  MD y Pittsburgh PA
Papeldearbol fundado en Lima Perú  1992 por  July Balarezo, Jorge Zavaleta Balarezo.
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Los Siete Saberes para la Educación del Futuro



Jorge Zavaleta Alegre
Crónica dedicada a Julio Rojas, sociólogo peruano
por su  vocación  docente.
Un Futuro Sustentable


Edgar Morín, filósofo  francés,  ha visitado muchas veces  América Latina y poca  atención ha recibido de quienes viven pendientes de la administración pública de nuestros países desde el esquema izquierda vs derecha, como si fueran paradigmas sagrados, irrefutables, según la inclinación, simpatía o volcánica pasión por estos extremos ideológicos. 

Valores para un futuro sustentable. 7 saberes para un futuro sustentable es una actividad de la Oficina Regional de Ciencias de la UNESCO para América Latina y el Caribe, desde su Sector de Comunicación e Información, para promover en jóvenes una cultura de convivencia para el desarrollo sostenible utilizando tecnologías digitales (cursos en línea, aplicaciones educativas) inspiradas en la obra de Edgar Morin “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.

Chile nos acaba de  dar una lección. La movilización juvenil ha derrotado la visión sagrada  del liberalismo  representado por su actual presidente,  cuya riqueza personal al pasar por la revisión  tributaria encuentra evasiones  y  cuentas externas....En Bolivia, Morales deja la lección; poder que no se renueva se desgasta. Y retrocede dejando un  clima de incertidumbre para alegría para sus enemigos.

Pues, resulta muy atractivo conversar con los viejos y jóvenes Millennials vs. Gen-X y podremos salir de la dicotomía. 

Revisemos "Los Siete saberes" fundamentales que la educación del futuro debería tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción alguna.

Morín nos habla de  las  Cegueras del Conocimiento: El Error y La Ilusión. La educación debe mostrar que no hay conocimiento que no esté, en algún grado, amenazado por el error y por la ilusión. 

Existe una relación estrecha entre la inteligencia y la afectividad. En general, debemos intentar jugar con el doble embeleso, de las ideas por nuestra mente, la de nuestra mente por las ideas, para lograr formas donde la esclavitud mutua mejoraría la convivencia. 

Cuántos sufrimientos y desorientaciones se han causado por los errores y las ilusiones a lo largo de la historia humana y de manera aterradora en el siglo XX.
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El conocimiento de los problemas claves del mundo, de las informaciones claves concernientes al mundo, por aleatorio y difícil que sea, debe ser tratado bajo pena de imperfección cognitiva, más aún cuando el contexto actual de cualquier conocimiento político, económico, antropológico, ecológico... es el mundo mismo.

El siglo XX y el presente han producido progresos gigantescos en todos los campos del conocimiento científico, así como en todos los campos de la técnica; al mismo tiempo, ha producido una nueva ceguera hacia los problemas globales, fundamentales y complejos, y esta ceguera ha generado innumerables errores e ilusiones comenzando por los de los científicos, técnicos y especialistas.

La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Por tanto, éstos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano.

Enseñar la Identidad Terrenal. «Por primera vez, el hombre ha comprendido realmente que es un habitante del planeta, y tal vez piensa y actúa de una nueva manera, no sólo como individuo, familia o género, Estado o grupo de Estados, sino también como planetario» Vemadski.

Enfrentar las Incertidumbres.  «Los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta» Eurípides.

Las civilizaciones tradicionales vivían con la certeza de un tiempo cíclico cuyo funcionamiento debía asegurarse por medio de sacrificios, a veces humanos. La civilización moderna ha vivido con la certeza del progreso histórico. 

La toma de conciencia de la incertidumbre histórica se hace hoy en día con el derrumbamiento del mito del Progreso. Un progreso es ciertamente posible, pero incierto. A esto se suman todas las incertidumbres debidas a la velocidad y a la aceleración de los procesos complejos y aleatorios de nuestra era planetaria que ni la mente humana ni un super computador podrían abarcar.

Enseñar la Comprensión. El problema de la comprensión se ha vuelto crucial para los humanos. Y por esta razón debe ser una de las finalidades de la educación para el futuro. Recordemos que ninguna técnica de comunicación, del teléfono a Internet, aporta por sí misma la comprensión. La comprensión no puede digitarse.

La Ética del Género Humano. La concepción compleja del género humano comprende la tríada individuo—sociedad—especie. Las interacciones entre individuos producen la sociedad y ésta retroactúa sobre los individuos. 

Esa es la base para enseñar la ética venidera. La antropo—ética supone la decisión consciente y clara de: Asumir la humana condición individuo—sociedad—especie en la complejidad de nuestra era. Lograr la humanidad en nosotros mismos en nuestra conciencia personal. Trabajar para la humanización de la humanidad. Efectuar el doble pilotaje del planeta: obedecer a la vida, guiar la vida. Lograr la unidad planetaria en la diversidad. Respetar en el otro, a la vez, tanto la diferencia como la identidad consigo mismo. Desarrollar la ética de la solidaridad. Desarrollar la ética de la comprensión. 

Por tanto, es un deber insoslayable de la educación de hoy para el mañana, dar a cada quien las herramientas necesarias para afrontar el vital combate por y para la lucidez. Conocer lo humano es, principalmente, situarlo en el universo y a la vez separarlo de él. Educar para este pensamiento tiene que convertirse en la visión-misión de la educación del futuro, que debe trabajar en pos de la identidad y la conciencia terrenal.

Esta  es una apretada síntesis  de las exposiciones que Edgar Morin ha  realizado  en Lima, Santiago, México, Cuba, Pensilvania, Rio de Janeiro....