Entrevista a secretario de la OEA
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Mientras EEUU acumula cada día gastos militares en Irán, Irak, Afganistán, y el pueblo europeo condena el creciente comercio de armas a Turquía y Grecia; en Lima, la OEA culminó su XL Asamblea General sin sorpresas y con una declaración, como siempre, adjetivada de compromisos con la paz, la seguridad y la cooperación.
La propuesta peruana de condenar el armamentismo como peligroso enemigo de la paz, después de múltiples negociaciones, ha quedado resumida en un acuerdo para crear un ambiente propicio en el control de armamentos, la limitación de armas convencionales y la no proliferación de armas de destrucción en masa, y que cada Estado Miembro pueda dedicar un mayor número de recursos a su desarrollo económico y social.
La cruzada contra la corrupción y el gasto militar podría haberse iniciado con un acuerdo para condicionar los préstamos y la cooperación técnica del FMI, BM y sus satélites regionales y subregionales, a la No compra de armas.
Las estadísticas ratifican que el armamentismo además de generar más violencia, destruye todo lo que se financia con el endeudamiento externo. Quien se arma no es para conservar la paz sino para provocar, inclusive, golpes de Estado.
Por ello, la OEA decidió años atrás la suspensión inmediata de la cooperación económica cuando un gobierno quebrantaba el orden democrático. Esta medida, si en efecto se cumple, constituye una presión muy significativa porque deviene en la paralización de diversos programas en los cuales laboran, sobre todo gente que en el argot de la diplomacia se conoce como la “burocracia imperial”
BANCO MUNDIAL
El Presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, visitó Lima en noviembre del 2002. Era la primera vez que el representante de la financiera multilateral más grande del planeta pisaba tierra peruana. En su contacto con la población, después de celebrar en el Valle Sagrado del Cusco y asistir al congreso de las comunidades nativas junto con sus directivos andinos, demostró ser un banquero preocupado no solo por la tasa de interés, sino por rentabilidad social.
En esos años, la presidencia de Wolfensohn tenía como su más severo observador a Joseph Stiglitz, ex jefe de economistas de la institución y Premio Nobel de Economía, además de severo crítico al Consenso de Washington.
En una Asamblea Anual del FMI-BM, Wolfensohn había revelado que los subsidios agropecuarios de los países industrializados, socavan el desarrollo de la agricultura en los países en desarrollo, e incluso generan dependencias alimentarias y que la ayuda humanitaria al Tercer Mundo, es un magro paliativo. El presidente del Brasil, Henrique Cardoso, calificaba de "globalización asimétrica".
Entrevistado por Cambio16, el representante del BM comentó sobre las crecientes tensiones sociales en las democracias latinoamericanas, en gran medida por los ajustes marcados por las políticas económicas y fiscales recomendadas por el FMI y también respondió sobre las consecuencias del armamentismo.
En esa oportunidad le preguntamos si el BM estaría en capacidad de condicionar los préstamos y la cooperación técnica a la No compra de armas. Y Wolfenshon, cambió su rostro sonriente, y declaró que el Directorio aún no le había autorizado una decisión de tal naturaleza, pero si tal acuerdo se producía no tendría inconveniente en su aplicación.
ENTREVISTA A SECRETARIO GENERAL DE LA OEA
Siete años después el tema del armamentismo reaparece otra vez en la agenda de la OEA. Su Secretario General, Miguel Insulza, entrevistado por Cambio16, declaró con franqueza, no tener comentario alguno sobre la abstención de los créditos “de la banca de desarrollo”, porque “implicaría paralizar las operaciones por varios años, además que las adquisiciones de armas son financiadas con los presupuestos públicos de cada país”.
Insulza, reelecto como secretario general con el aval de su presidente Sebastián Piñera, también declaró que una propuesta contra la reducción del armamentismo no solo tiene que ver con los compradores sino con la incidencia real de la industria bélica en los PBI de los EEUU, Europa y Asia.
No basta demandar a los países de América Latina que se abstengan de comprar armamentos, cuando la industria bélica es el primer ingreso de las potencias del norte. No hay alternativa más lucrativa.
Incluso la mayor producción de alimentos y servicios sociales, para atacar la pobreza y reducir la desigualdad, no asegura la eliminación de las fábricas de armamentos, los negocios bélicos y la consiguiente reconstrucción de los países afectados.
Insulza, declaró que su mandato es trabajar por el desarrollo de "un multilateralismo amplio, moderno e inclusivo, cuyo principal instrumento no sean las sanciones, las exclusiones ni las divisiones, sino el diálogo y los acuerdos”. “Estoy convencido de que nuestro continente se encamina a establecerse como una de las dos regiones democráticas del mundo”, insistió.
La OEA ejercerá su capacidad de liderazgo en áreas programáticas como en “el fortalecimiento del proceso electoral, la modernización e integración de su registro civil, y la modernización del sistema catastral y de la infraestructura de la tenencia de la tierra”, comentó Insulza.
Anunció su interés por propiciar un diálogo constructivo a favor de los millones de inmigrantes latinoamericanos, mencionando la Directiva de Retorno dictada por la Unión Europea, y la normativa SB 1070 del estado de Arizona.
A diferencia del discurso triunfalista de algunos jefes de Estado latinoamericanos, explicó que la economía de Canadá y de Estados Unidos ha reducido sus ritmos de crecimiento y el aumento del desempleo. Según la CEPAL, los países de la región se afectaron, en promedio, con una contracción económica de 1,9%, rompiendo la tendencia favorable de los años anteriores.
La crisis muestra efectos dramáticos. Nueve millones más de personas en situación de pobreza y un aumento de cinco millones de personas en situación de indigencia.
La CEPAL, en su iniciativa “La hora de la Igualdad” grafica la ruptura radical que se ha producido en nuestros países con ideas que predominaron en el pasado, y que empobrecieron las políticas públicas sin producir crecimiento. Al centro de la nueva visión está el papel de un Estado democrático más fuerte y capaz de conducir nuestras economías hacia un desarrollo con justicia y equidad.
Los recientes desastres naturales demandan un incesante apoyo: el terremoto de Haití del 12 de Enero, el de Chile del 27 de Febrero, las inundaciones en Brasil y Bolivia en Marzo y los recientes estragos de la tormenta Agatha en Guatemala, El Salvador y Honduras. El panorama se complica con el pronóstico de una temporada de huracanes. La catástrofe ecológica provocada por el derrame de petróleo en el Golfo de México.
La OEA ya cuenta con tres mecanismos principales, pero realmente insuficientes y no vigentes en la praxis: la Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales, que ha sido suscrita por veinte Estados y ratificada por trece. Las medidas de fomento de la confianza y la seguridad acordadas en la declaración de Santiago, la Declaración de San Salvador y el Consenso de Miami. Y la tercera, son los Libros Blancos y de Defensa Nacional.
LA “LOGICA” DEL NARCOTRAFICO
El armamentismo en América Latina camina en la misma “lógica” del narcotráfico y la corrupción. El
armamentismo beneficia a los altos mandos militares del norte y del sur, con matices diferentes.
La industria bélica en el norte premia a los militares con una situación económica privilegiada, porque ellos participan directamente en el diseño, la producción y promoción del armamentismo. En cambio, en el sur, son fuerzas pasivas con ventajas para los altos mandos castrenses, que perciben ingresos tan parecidos a los docentes de escuelas o de universidades. Sin embargo, con honrosas excepciones, esos altos mandos, al amparo de normas permisivas viven de espaldas a los pueblos y a las buenas costumbres.
Desde el Pacto Constitutivo del Sistema Interamericano y la Unión Panamericana hasta la fecha, no ha cambiado mucho ni en fondo ni en forma la dinámica de la OEA.
Va tomando más cuerpo el proyecto de una OEA sin EEUU y Canadá, lanzada meses atrás en México, porque “el armamentismo en los EEUU significa gastos más allá del 80% de su presupuesto anual y en América Latina es relativamente bajo”, según el propio Insulza.
Hoy se constata una vez más que la OEA no nació para escudriñar y responder a las demandas populares. Emergió para administrar la continuidad de un orden pos-virreinal en las emergentes repúblicas, cuya economía política solo beneficia a las minorías. Premonitoriamente el fundador de la OEA, Alberto Lleras Camargo, dijo que “esta comunidad no será sino lo que sus Estados Miembros quieran que sea”
En setiembre de 1947, en Río de Janeiro, las “Altas Partes Contratantes”, firmaron documentos en español, francés, inglés y portugués, condenando la guerra y obligándose en sus relaciones internacionales a no recurrir a la amenaza ni al uso de la fuerza. Tal decisión se remonta al Congreso de Panamá convocado por Simón Bolívar en 1826 y a la Primera Conferencia Internacional Americana en Washington, DC, entre 1889 – 1890.
Los conflictos bélicos locales provocados por las invasiones de Estados Unidos a México 1846-48, la Guerra de la Triple Alianza, envolviendo a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay 1864-70, la Guerra del Pacifico entre Chile, Bolivia y Perú 1879-83, etc, condujeron a nuevas fronteras o enfrentamientos potenciales.
Los líderes americanos esperaban compromisos de flexibilidad de las instituciones financieras, como el FMI, BM, BID, CAF, pero esta “banca promocional” ha “socorrido” con un aumento del precio del dinero y de la llamada “burocracia imperial”.
Solo la OEA cuenta con presupuesto de 180 millones de dólares anuales, que en su mayor parte provienen de España, país observador; 800 funcionarios en su sede central y en oficinas de los países miembros, además de delegaciones completas de diplomáticos representantes de 33 naciones acreditadas en Washington D.C.
Enrique Iglesias, secretario general de la CIESPAL y ahora principal ejecutivo de la Cumbre Iberoamericana, cuando fue presidente del BID, siempre repetía a sus funcionarios que ese banco es muy generoso en el pago a sus servidores, “privilegio que debe ser reflejado en el extremo cuidado de los préstamos”.
Pero si se analiza el endeudamiento de cada uno de los países, pasando por el oncenio del fujimorato, las anunciadas reformas de Estado de segunda generación, en el caso del Perú significaron compromisos por más de 10 mil millones de dólares, gastados sin justificaciones técnicas y con escasos controles.
En cuanto a la migración, la OEA se interesa mucho en destacar el flujo de las remesas del norte hacia el sur, que por cierto han bajado estos dos últimos años, pero no hay cifras claras de las utilidades empresariales que se van de la periferia a la banca del norte.
La cita de la OEA permitió recordar que Costa Rica, es pionero del desarme en la región y según su Canciller “la paz se construye, fortalece y profundiza diariamente a través del respeto a los derechos humanos de las personas con quienes convivimos, pero por sobre todo con aquellas con las que discrepamos”.
LA “OEA LATINOAMERICANA”
La propuesta de la OEA sin EEUU y Canadá, que parecía haberse diluida, estaría renaciendo con más brío. La nueva OEA estaría asociándose a otros organismos regionales de integración como Unasur, Sela, Mercosur, Comunidad Andina. En el tema financiero está el Banco del Sur ya creado, junto la Corporación Andina de Fomento que opera más identificada con la Región.
La elección presidencial del demócrata Barak Obama, siendo un acontecimiento notable frente al racismo y la marginalidad de los inmigrantes del Tercer Mundo, no es lo suficientemente comprendida por los republicanos ni por un sector conservador de su propio partido ni de las mayorías latinoamericanas.
La presencia en la cita de la OEA de su Secretaria de Estado Hilary Clinton, fue aprovechada para reunirse con el canciller de Bolivia, David Choquehuanca, y afinar detalles de la normalización de las relaciones entre ambos países, cuya firma no se ha definido si será en La Paz o en Washington, pero no en terceros países. En 2008, el presidente Evo Morales expulsó al entonces embajador Philip Goldberg por supuesto complot y en medio de la amenaza de expulsar a la agencia de cooperación de ese país, USAID, que supuestamente infiltra organizaciones sociales para que actúen contra el Gobierno.
Bolivia reafirmó su compromiso con un desarme en las Américas; pero el país negocia con Rusia la compra de helicópteros, material logístico y armas ligeras por al menos cien millones de dólares.
Todo ello pone en evidencia una impostergable reforma de todo el sistema internacional de la Región, empezando por la OEA y sus organismos financieros. La OEA latinoamericana no es una idea nueva.
Los países promotores anuncian que en el 2012, serán firmados los estatutos del nuevo organismo, que según declaraciones del Presidente de México fusionaría al Grupo de Río y a la Cumbre de América Latina y el Caribe. También serán analizadas las Cumbres Iberoamericanas, que incluyen España, Portugal y Andorra.
LA DECLARACIÓN DE LIMA
Los jefes de Estado y los cancilleres que participaron en la XL Asamblea General de la OEA, expresaron su convicción en la solución pacifica de las controversias y el respeto al derecho internacional. Seguirán implementando las medidas de fomento de la confianza y la seguridad que figuran en la Declaración de Santiago, en la Declaración de San Salvador y en el Consenso de Miami.
El temario de la OEA en el 2010 tampoco puede variar en esencia, porque no se han dado los cambios sustantivos en el difícil equilibrio del continente.
En las Cuencas del Río de la Plata, del Amazonas y Mar Caribe, de cuando en cuando se reactivan escaramuzas en torno a los litigios históricos como el Canal de Beagle, salida al mar de Bolivia, Cordillera de El Cóndor, Golfo de Venezuela, Cuenca del Río Essequibo, Archipiélago de San Andrés y Providencia.
Los hechos más recientes en los cuales la OEA no ha podido participar en los acuerdos de paz son, por ejemplo, en la guerra centroamericana de los 70-80 que dio lugar a la formación de los grupos Contadora y Apoyo, integrado por ocho países.
En la solución de los conflictos del gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí participaron la ONU y países amigos. Ese mismo camino siguieron los guatemaltecos. El presidente haitiano, Jean Bertrand Arístide, se fue a la ONU, con respaldo de venezolanos, franceses y estadounidenses para recuperar el poder en 1994, después de tres años de su derrocamiento.
La Carta de la OEA 1948 ha sido modificada en cuatro oportunidades: Buenos Aires, en 1967; Cartagena de Indias, en 1985; Washington, en 1992, y Managua, en 1993.