Jorge Zavaleta Alegre
El papa Francisco ha inaugurado su pontificado, convocando a los líderes religiosos de las
otras iglesias cristianas y no cristianas a proseguir el diálogo ecuménico, que
propicia el Concilio Vaticano II,
movimiento en busca de la unidad y que celebra sus cincuenta años desde el 2012
al 2015.
Tal convocatoria incluyó a los judíos y a los musulmanes. La
Organización de la Cooperación Islámica y el Centro Al Azhar de El Cairo, han
renovando formalmente el llamado a una reconciliación histórica entre el islam
y la cristiandad.
Igualmente, la iglesia evangélica, tan vigente en EEUU y América Latina. El presidente Obama ha
denominado al nuevo Papa “un defensor de los pobres y de los más vulnerables entre
nosotros”.
Jorge Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires, se nutrió de
una mesa de diálogo interreligioso. Todos los años participaba del encuentro
entre los católicos carismáticos y evangélicos. Solía decir que "para ser
católico, hay que ser antes un buen judío".
La corriente del neo paganismo también ha dejado una
importante estela en Latinoamérica. Hay grupos
que practican ritos de religiones que recrean
o reviven creencias y prácticas generalmente pre-cristianas, como la brujería neo
pagana, la ouija, el ásatru, el candomblé, la religión de Sant Daime, la
religión de María Lionza, el vudú, y la religión orisha y la santería,
especialmente en el Caribe.
La unidad que plantea el papa Francisco, en opinión de los
seguidores de la Teología de la Liberación, supone incidir en el respaldo e
integración de los sectores más vulnerables, que siguen siendo víctimas de la violencia política,
económica y social, como ocurre hoy,
incluso, en la Europa moderna.
En 1980 ocurrió el asesinato del obispo Oscar A. Romero en el
Salvador. En Nicaragua, el sacerdote Ernesto Cardenal participaba activamente
en la revolución sandinista. En 1994 en Chiapas, México, la iglesia apoyó a los
indígenas insurgentes.
Para Matthías Preiswerk, la educación
teológica se encuentra en crisis. Lo afirma en Contrato
Intercultural, 2011, revista editada en la Universidad Carlos III de
Madrid, La Paz, Quito, Sao Leopoldo y San José de Costa Rica: “En las iglesias
más históricas se ha elitizado o
clericalizado. En las emergentes se
limita a entrenar a los suyos, están menos preparadas para teorizar, y al mismo
tiempo se está produciendo un llamativo
crecimiento en el número de miembros adherentes”.
Junto con otros filósofos afirma categóricamente que la
interculturalidad es el “método para la refundación de la educación teológica en el actual protagonismo de la diversidad”.
El Concilio de los medios de
comunicación aparece con toda su fuerza
espiritual. Una diversidad de mensajes circulan entre los jóvenes interesados en
alentar la fraternidad, como un desafío de los tiempos
actuales. Páginas, en el Perú es un
vocero del Centro de Estudios y Publicaciones
- Gráfica Ava (su edición
bimensual 229), invita a la reflexión,
señalando que “la enseñanza de la teología sigue siendo mono cultural y aún, muchas veces
casi colonial y que tampoco entra en diálogo con los movimientos sociales”:
Rolando Ames Cobián, miembro de la
Comisión de la Verdad y la
Reconciliación del Perú, ex senador de la República, considera que un rasgo
típico de la época actual es la ruptura entre los jóvenes, inclusive de los
reflexivos, y la sociedad exterior a su familia y a sus amigos.
Cita varios ejemplos: El creciente
malestar ético de los indignados en el
Norte ante la pésima distribución de los
costos de la crisis mundial, entre los
ejecutivos de bancos responsables y la gente de a pie.
En Chile, grandes movilizaciones de
los jóvenes, cuestionan la educación privada y reclaman más recursos del
Estado.
En Perú empieza a ser intenso el
despertar del rechazo juvenil a la discriminación, entre otras, la racista. La
corrupción pública y privada, otro mal profundo, ha generado
movilizaciones juveniles masivas, en más
de un país de la región.
La valoración del pluralismo cultural
y del apoyo a los desfavorecidos ha aumentado estos años, después de una larga
pasividad conservadora que parecía mayoritaria. El camino es germinal para consolidar las redes sociales. Pero si estas conductas
emergentes no aumentan y persisten las tendencias a la desigualdad, el malestar ante la
ausencia de calidad de la vida no disminuirá.
Por cierto, no es factible comparar
la década de los sesenta, marcada colectivamente por la justicia social que por
la libertad personal. La democracia va siendo planteada más allá de la mera
representación pública de una persona o de un partido.
Javier Iguíñez, desde la misma
tribuna, presenta a Denis Gaulet, Sudhir Anand y Amartya Sen, para afirmar que “el
referente fundamental es la comprensión del desarrollo humano y la de éste como expansión de la libertad humana y no como aumento de la cantidad de
cosas producidas per cápita”.
Desde San Salvador, la población exige la santificación del monseñor Oscar Romero,
cuya muerte de monseñor Romero marcó el
preludio del conflicto armado en su país, que se extendió hasta 1992, dejó más
de 75 mil muertos y masivas violaciones a los derechos humanos. La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) resolvió en abril de 2000 que el
Estado salvadoreño era responsable por haber violado el derecho a la vida en
contra de este sacerdote, por faltar a su deber de investigar el crimen en forma diligente y
eficaz.
La Teología de la Liberación, una corriente
teológica que nació tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, Colombia,
1968, fortalece la propuesta de unificar la Iglesia. Sus principales
representantes son los sacerdotes
Gustavo Gutiérrez Merino, Perú. Leonardo
Boff, Brasil. Camilo Torres Restrepo, Colombia. Manuel Pérez Martínez, España. Óscar Romero,
El Salvador. Y Juan Luis Segundo, Uruguay.
Una mirada serena permite concluir que
la ciudadanía religiosa en América Latina no está plenamente democratizada. La
libertad creciente de los grupos religiosos no se traduce en la igualdad ante
la ley. La educación en todos los niveles, la asistencia social (Beneficencias
Públicas, asilos de ancianos y centros de atención del menor, financieras - cajas
municipales), en su mayoría, son
actividades que la iglesia del Vaticano mantiene su representatividad, y el Estado es
inclusive con ella, permeable en la supervisión. En tanto, las comunidades evangélicas, que alientan el diezmo de cada
feligrés para su Iglesia, no logran que
sus pastores, diáconos o ministros, gocen de la protección formal de sus
instituciones y terminan excluidos en su adultez mayor.
La unidad de las religiones en cada
país de América Latina, como se señalan diversos noticieros de la prensa libre,
supone la atención principal de los más
desposeídos, incluyendo a las parroquias, donde sus sacerdotes viven de la
misericordia local, porque el poder central de la Iglesia, está muy cerca de las empresas
interesadas en los recursos naturales, sin la mínima responsabilidad social
para los más desposeídos.