http://www.argenpress.info/2011/08/el-diario-de-los-andes.html
Por Jorge Zavaleta Alegre
Entrevista al joven Director del diario René Alfredo Calderón
Publicada en Argenpress, el 25 de Agosto del 2011
Un diario del Altiplano que apoya el desarrollo a través de la agricultura, la minería formal y el turismo, con un estado que pueda articular un territorio regional fragmentado en 13 provincias, 108 distritos y un
lago cada vez más contaminado donde todos somos culpables.
Papel de Arbol
jueves, 25 de agosto de 2011
CONTRABANDO POR EL TITICACA, LA AGONIA DE LAS TEJEDORES
Y la agonía de las calceteras… Ni Taquile, premiada por la Unesco, puede vivir de sus tejidos.
Jorge Zavaleta Alegre
Los pobladores de Desaguadero, en la frontera peruano - boliviana, están abandonado, virtualmente, su alpacas, llamas y ovejas, ante la desleal competencia de variada mercadería que ingresa por los puertos de Chile y llegan al Altiplano en grandes camiones, siguiendo los poblados del norte del Titicaca, Arequipa y Lima.
El contrabando rompe con todas las normas del libre mercado. En Juliaca, la capital aurífera de Puno, en sus calles aledañas, aparecen fugaces ferias comerciales, con techos improvisados, donde se encuentran ofertas increíbles: tres polos de algodón a cinco soles, calzados a cinco soles el par, camisas y casacas, con “marcas” de prestigio internacional a 6 y 10 soles unidad. Vino, whisky, piscos, artefactos eléctricos más baratos que en cualquier establecimiento del Perú. La lista es larga.
Los comerciantes, micro en mano, convocan a los compradores, pero ocultan sus rostros para no ser fotografiados. Los fardos de ropa, llegan en las madrugadas, con custodia de “policías”. Gran parte de esa mercadería sigue su destino a Lima, igualmente, con protección de policías armados. En Puno se comenta que más de un policía de alta graduación, ha sido dado de baja, pero tiene viviendas lujosas. Uno de ellos es conocido en Huacho y ciudades vecinas.
La otra cara de la moneda, es la agonía de miles mujeres tejedoras de prendas de vestir, que emplean las fibras de sus camélidos sudamericanos, alimentados al pie de las cordilleras, con pastos naturales. El apoyo de la minería formal, con cobertizos, entrega de ejemplares para el mejoramiento del ganado, atención veterinaria y asesoramiento con empresas exportadoras, no es bienvenido apoyo, pero insuficiente para hacer de la ganadería la actividad económica que por siglos ha sido dominante en esa región.
Zoila Quispe Mamani, madre de siete hijos y su esposo son tejedores. Empezó a tejer a los siete años y nunca tuvo oportunidad de ir a la escuela. Dice que Juliaca ha mejorado, pero muy poco para algunos tejedores, porque sus prendas solo compran los turistas y quienes bajan de las minas.
Ella y otras treinta personas ocupan los kioscos de la Asociación de Calceteras, edificio en la plaza principal de Juliaca, construido por el Municipio, y entregado a cada socio para que cada espacio sea pagado a largo plazo. Antes la venta en las calles, pero el frío y la lluvia afectaban la actividad diaria y la salud, en una ciudad que en invierno baja a 4 y 5 grados.
El moderno edificio de la Asociación de Calceteras, después de tres años, ahora tiene cerrados más de la mitad de los quioscos. Las ventas han bajado mucho. Una frazada significa siete días de trabajo. La fibra de alpaca en las comunidades cuesta 6 soles la libra, los intermediarios la suben a 16 soles y la de oveja de 2 a 4 soles. En consecuencia una chompa que la ofrecemos a 30 y 35 soles, no genera mayores ganancias, en tanto los ojos los vamos perdiendo, comenta Manuela Cenzano.
Francisca Apaza Quispe cuenta que en Juliaca y Puno hay más de tres mil familias tejedoras, que se dedican desde niños a elaborar guantecitos, chalinas, medias. Nuestras madres tejían y nosotros seguimos la tradición. Ahora tenemos una Asociación con 79 socias, algunas se van a las ferias de Lima. Ahora no hay cupo para el ingreso de más miembros. El primer piso del local es de nosotros. El segundo y tercer son todavía oficinas administrativas del municipio. Nuestro local es muy bonito.
“La capacitación ya no tenemos. Antes nos enseñaron diseño, teñidos de colores, y marketing. Cada una tenemos nuestra marca, pero la Asociación tiene reconocimiento comercial y está registrada en Indecopi”.
Lo que necesitamos para avanzar, es Más Turismo, invocan al unísono las tejedoras. Ellas están en condiciones se seguir mejorando sus tejidos, al mismos tiempo que se trabaja en el rescate de algunos restos arqueológicos que el municipio tiene la documentación. La propia galería de las calceteras podría ser útil para la exhibición. Con muy poco dinero y decisión del Ministerio de Cultura, Juliaca podría tener pronto un museo de sitio, con las piezas de cerámica, animales disecados, los tejidos antiguos y los de hoy.
Anteriormente tejíamos con telares, dicen las diestras hilanderas. Un socio que conocía esta técnica se fue. Tampoco están ligados al exterior. “Sabemos que Sumac, trabaja en Ocuviri, desde el año pasado, con el apoyo de la mina Arasi, en Lampa. Está funcionando una asociación con la finalidad de hacer una empresa duradera. La artesanía textil, bien organizada, sí es un sustento para la familia”, remarca Justina Velarde Gruba, vicepresidenta de la Asociación de Calceteras de Juliaca.
John Murra sostenía que los tejidos en el mundo andino eran como un carnet de identidad que distinguía una comunidad de otra.
Algunas prendas representativas del arte textil nacional son las llicllas o aguayos, fajas, chullos y polleras en el mundo andino; mientras que en el mundo amazónico la prenda distintiva la constituye la kusma o kushma, aún vigente en algunas comunidades nativas del amazonas.
Hay comunidades que destacan por su abundante iconografía textil, como es Taquile en Titicaca. Ésta comunidad ha evolucionado estilos decorativos particulares. El "Arte textil de Taquile" fue proclamado en el 2005 como Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad por la UNESCO. Pero una paloma no hace verano. El reto es combatir el contrabando y emprender la multiplicación de Taquile, que tampoco puede vivir solo de sus tejidos.
Jorge Zavaleta Alegre
Comunidad de Ocuviri espera mas turismo o exportar tejidos |
El contrabando rompe con todas las normas del libre mercado. En Juliaca, la capital aurífera de Puno, en sus calles aledañas, aparecen fugaces ferias comerciales, con techos improvisados, donde se encuentran ofertas increíbles: tres polos de algodón a cinco soles, calzados a cinco soles el par, camisas y casacas, con “marcas” de prestigio internacional a 6 y 10 soles unidad. Vino, whisky, piscos, artefactos eléctricos más baratos que en cualquier establecimiento del Perú. La lista es larga.
Los comerciantes, micro en mano, convocan a los compradores, pero ocultan sus rostros para no ser fotografiados. Los fardos de ropa, llegan en las madrugadas, con custodia de “policías”. Gran parte de esa mercadería sigue su destino a Lima, igualmente, con protección de policías armados. En Puno se comenta que más de un policía de alta graduación, ha sido dado de baja, pero tiene viviendas lujosas. Uno de ellos es conocido en Huacho y ciudades vecinas.
La otra cara de la moneda, es la agonía de miles mujeres tejedoras de prendas de vestir, que emplean las fibras de sus camélidos sudamericanos, alimentados al pie de las cordilleras, con pastos naturales. El apoyo de la minería formal, con cobertizos, entrega de ejemplares para el mejoramiento del ganado, atención veterinaria y asesoramiento con empresas exportadoras, no es bienvenido apoyo, pero insuficiente para hacer de la ganadería la actividad económica que por siglos ha sido dominante en esa región.
Zoila Quispe Mamani, madre de siete hijos y su esposo son tejedores. Empezó a tejer a los siete años y nunca tuvo oportunidad de ir a la escuela. Dice que Juliaca ha mejorado, pero muy poco para algunos tejedores, porque sus prendas solo compran los turistas y quienes bajan de las minas.
Ella y otras treinta personas ocupan los kioscos de la Asociación de Calceteras, edificio en la plaza principal de Juliaca, construido por el Municipio, y entregado a cada socio para que cada espacio sea pagado a largo plazo. Antes la venta en las calles, pero el frío y la lluvia afectaban la actividad diaria y la salud, en una ciudad que en invierno baja a 4 y 5 grados.
Tejedora de Juliaca |
El moderno edificio de la Asociación de Calceteras, después de tres años, ahora tiene cerrados más de la mitad de los quioscos. Las ventas han bajado mucho. Una frazada significa siete días de trabajo. La fibra de alpaca en las comunidades cuesta 6 soles la libra, los intermediarios la suben a 16 soles y la de oveja de 2 a 4 soles. En consecuencia una chompa que la ofrecemos a 30 y 35 soles, no genera mayores ganancias, en tanto los ojos los vamos perdiendo, comenta Manuela Cenzano.
Francisca Apaza Quispe cuenta que en Juliaca y Puno hay más de tres mil familias tejedoras, que se dedican desde niños a elaborar guantecitos, chalinas, medias. Nuestras madres tejían y nosotros seguimos la tradición. Ahora tenemos una Asociación con 79 socias, algunas se van a las ferias de Lima. Ahora no hay cupo para el ingreso de más miembros. El primer piso del local es de nosotros. El segundo y tercer son todavía oficinas administrativas del municipio. Nuestro local es muy bonito.
“La capacitación ya no tenemos. Antes nos enseñaron diseño, teñidos de colores, y marketing. Cada una tenemos nuestra marca, pero la Asociación tiene reconocimiento comercial y está registrada en Indecopi”.
Lo que necesitamos para avanzar, es Más Turismo, invocan al unísono las tejedoras. Ellas están en condiciones se seguir mejorando sus tejidos, al mismos tiempo que se trabaja en el rescate de algunos restos arqueológicos que el municipio tiene la documentación. La propia galería de las calceteras podría ser útil para la exhibición. Con muy poco dinero y decisión del Ministerio de Cultura, Juliaca podría tener pronto un museo de sitio, con las piezas de cerámica, animales disecados, los tejidos antiguos y los de hoy.
Prendas de vestir, presuntamente de China, mina textiles de Puno |
Anteriormente tejíamos con telares, dicen las diestras hilanderas. Un socio que conocía esta técnica se fue. Tampoco están ligados al exterior. “Sabemos que Sumac, trabaja en Ocuviri, desde el año pasado, con el apoyo de la mina Arasi, en Lampa. Está funcionando una asociación con la finalidad de hacer una empresa duradera. La artesanía textil, bien organizada, sí es un sustento para la familia”, remarca Justina Velarde Gruba, vicepresidenta de la Asociación de Calceteras de Juliaca.
John Murra sostenía que los tejidos en el mundo andino eran como un carnet de identidad que distinguía una comunidad de otra.
Algunas prendas representativas del arte textil nacional son las llicllas o aguayos, fajas, chullos y polleras en el mundo andino; mientras que en el mundo amazónico la prenda distintiva la constituye la kusma o kushma, aún vigente en algunas comunidades nativas del amazonas.
Hay comunidades que destacan por su abundante iconografía textil, como es Taquile en Titicaca. Ésta comunidad ha evolucionado estilos decorativos particulares. El "Arte textil de Taquile" fue proclamado en el 2005 como Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad por la UNESCO. Pero una paloma no hace verano. El reto es combatir el contrabando y emprender la multiplicación de Taquile, que tampoco puede vivir solo de sus tejidos.
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