Jorge Zavaleta Alegre
Periodista
Este fin de mes, Lima
será sede de un encuentro internacional sobre educación, con miras al Congreso
Mundial de la Unesco de 2014, en Aichi, Nagoya, Japón.
Este foro puede
explicar cómo América Latina va convirtiéndose, como consecuencia de la crisis
global, en un referente para entender y emprender una nueva relación entre los
seres humanos y su hábitat.
La Tierra, como nunca
en la historia de la humanidad, está en peligro. Los cambios sociales y
climáticos requieren de una nueva forma de pensar y actuar con respecto al
mundo que nos rodea.
Bajo esta perspectiva,
el Perú convoca a un conjunto de
instituciones para analizar la educación en función del desarrollo sostenible,
con el auspicio técnico y científico de la Universidad de las Naciones Unidas, Unesco
y del Instituto Peruano del Pensamiento Complejo Edgar Morín (IPCEM).
El programa por
desarrollarse en Lima entre el 27 de febrero y el 2 de
marzo incluye en la agenda la biodiversidad, la pluralidad cultural, la
reducción de riesgos ambientales, la lucha contra la pobreza y el urbanismo
sostenible, con aportes de los centros
regionales de competencias en educación (RCE).
¿Qué entendemos por la
educación para el desarrollo sostenible? ¿Qué logros hemos obtenido en la
Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible? ¿Cuál es la
responsabilidad individual y colectiva?
La directora del IPCEM,
Teresa Salinas, explica que la función de este instituto es promover una
articulación entre el Estado, los centros educativos, las universidades y los
medios de comunicación,
La creación del IPCEM
en el Perú, hace dos años, es un aporte a la investigación sobre las
condiciones históricas de la biodiversidad y cómo canalizar las iniciativas que
surgen de cada realidad regional.
La citada especialista
manifiesta que, según el filósofo francés Edgar Morín, tan presente en el mundo
académico, la ciudadanía debe encontrar
cuál es nuestro rol como ciudadanos, tratar de que la gente cambie el
pensamiento reductor y depredador.
Se trata de
reencontrarnos con nosotros mismos como personas y, en cuanto ciudadanos y
seres sociales, también con nuestra naturaleza para enfrentar las crisis
gestadas por el ser humano.
Los problemas
ambientales son producto de un modelo económico, de un modo de educar, de un
modo de pensar el mundo.
El progreso ha entrado
en una dinámica insostenible y de consumismo, de destrucción de la naturaleza,
de pérdidas de valores, y no se sabe a dónde vamos.
En el mundo, los
monopolios lucran con la educación, la alimentación, y han abierto más brechas
sociales. Si perdemos las capacidades de biodiversidad que tenemos, perdemos
todo, advierten los expertos en diferentes foros.