Por Jan Lust
"La Revolución Cubana de 1959 fue en la década de 1960 el catalizador del surgimiento de grupos guerrilleros en toda América Latina. En Perú surgieron varios grupos insurgentes, de los que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) fueron los más importantes. Estos guerrilleros no llegaron a triunfar, pero sus actividades y propuestas tuvieron trascendencia posteriormente. Esta obra completa y profundiza el conocimiento existente", escribe Jan Lust en su libro: Lucha revolucionaria Perú 1958-1967.
La Revolución
Cubana ha contribuido significativamente a la formación y desarrollo de
diversas organizaciones guerrilleras en América Latina. Sin embargo, ella no
fue la causa del surgimiento de los movimientos revolucionarios en los años
sesenta.
Al final de los años cincuenta una ola de resistencia “azotó” a América
Latina, provocada por el estrangulamiento de las nuevas fuerzas de producción
en un sistema que no solo fue diseñado para los intereses de la burguesía
urbana, sino que también fue basado en una subestructura de una economía
agraria arcaica. El auge de los movimientos sociales, producido por un
intenso proceso de industrialización en una región atrasada y la necesidad de
sustituir mecanismos de gobierno anticuados, por los que al nivel político
expresarían los cambios en el terreno económico, era tierra fértil para una
práctica revolucionaria.
La ausencia de una verdadera vanguardia antiimperialista hizo imposible la
toma del poder por el proletariado y sus aliados en América Latina. Los
partidos comunistas, por ejemplo, mostraron una desastrosa falta de imaginación
política y una ignorancia asombrosa en relación con su participación en la
dirección de las masas trabajadoras. En 1965, la CIA escribió en su Survey of communism in Latin America que
en el corto plazo ningún partido comunista latinoamericano es una verdadera
amenaza para los gobiernos existentes.
El papel de líder de las masas fue tomado a finales de los años cuarenta
por un grupo de partidos populistas jóvenes que rápidamente ganaron seguidores
en el Perú (Alianza Popular Revolucionaria Americana; APRA), Bolivia
(Movimiento Nacionalista Revolucionario; MNR), Guatemala (Partido
Revolucionario de Guatemala; PRG), Venezuela (Acción Democrática; AD),
etcétera. Estos partidos lograron ganar las capas bajas de la sociedad
ofreciéndoles programas de reforma. Sin embargo, una vez en el poder, se
mostraron incapaces de ir más allá de tímidas reformas, o fueron depuestos por
los militares. Esta inmovilidad revolucionaria terminó con la Revolución
Cubana.
En este artículo narramos los efectos que tenía la Revolución Cubana sobre
la izquierda revolucionaria latinoamericana en la década de sesenta, y en
especial sobre la izquierda revolucionaria peruana, y discutimos el
internacionalismo de la Revolución Cubana. En la última sección de este
artículo argumentamos que la Revolución Cubana no fue “exportada” como dicen
algunos autores como Ricardo Napuri, sino que los revolucionarios de cada país
tomaron las lecciones de la Revolución Cubana y trataron de aplicarlas en su
propio país.
Este artículo está organizado en cuatro secciones. En la sección 1 hablamos
sobre el efecto que tenía la Revolución Cubana sobre la izquierda
revolucionaria latinoamericana. Sección 2 está dedicada a la izquierda
revolucionaria peruana y la Revolución Cubana. En la sección 3 se revisa el
internacionalismo de la Revolución Cubana en la década sesenta, y en la sección
4 discutimos la supuesta exportación de la Revolución Cubana.
1. La Revolución Cubana y la izquierda revolucionaria
latinoamericana
El éxito
de la Revolución Cubana inspiró los pueblos de América Latina a reforzar la
lucha contra sus enemigos de clase. Proporcionó muchas lecciones que fueron
tomadas rápidamente y que provocaron revoluciones dentro de la izquierda.
Algunos ejemplos lo ilustran. El excomandante guerrillero Venezolano Alfredo
Maneiro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) decía en el libro La
lucha armada: Hablan 6 comandantes. Magoya, Luben Petkoff, Anselmo Natale, Luis
Correa, Juan Vincente Cabezas, Alfredo Maneiro: “-La Revolución
Cubana-
justificó una cierta sana impaciencia revolucionaria, liquidó una vieja
discusión sobre el fatalismo geográfico y el hecho de que al ser nosotros la
retaguardia física del imperialismo de esta parte del planeta, ello parecía
excluir las revoluciones latinoamericanas del mundo de las posibilidades.
La
Revolución Cubana liquidó ese fantasma de un solo plumazo. Actualizó la acción
directa, puso en el banquillo de los acusados al militante tradicional y a la
forma tradicional de hacer política de izquierda. Es decir, dejó de ser, como
creo dijo Guevara en una ocasión, una política que solo podía producir mártires
pero cuya factibilidad era para el museo de la revolución. Una política que no
tenía significación social, que no cambiaba las cosas, que no tenía eficacia.”Milton Hernández, comandante del Ejército de
Liberación Nacional (ELN) colombiano, escribió lo siguiente en su Aproximación a la historia del ELN: “El
impacto de la Revolución Cubana estremeció al continente latinoamericano y
llenó la juventud de ideas y razones para emprender el camino justo de luchar
contra la opresión y por la independencia. En Colombia la Revolución Cubana da
inicio a un profundo viraje histórico, y obliga a replantear las estrategias y
tácticas que hasta la época desarrollaban las organizaciones revolucionarias,
principalmente los partidos comunistas: del solo acumulado político y de masas,
hecho posible para ganar la libertad se comprendió que sin el desarrollo de lo
militar, ligado a un proyecto político con arraigo popular, era imposible la conquista
de las metas propuestas.”
En el período 1959-1962 había un rápido incremento de movimientos
guerrilleros en una gran cantidad de países. En noviembre de 1959, guerrilleros
paraguayos del Movimiento 14 de Mayo trataron de iniciar la guerra
revolucionaria, que, sin embargo, fracasó. La mayoría de los guerrilleros
murieron. En diciembre del mismo año empezaban, en la Argentina, los Uturuncos,
una guerrilla de origen peronista. En el verano de 1960, el Movimiento 14 de
Julio Dominicano no logró desembarcar sus cuadros sanos y salvos en el país.
Más de un centenar de revolucionarios murieron en la costa norte del país. En
1960, dos exmilitares, Marco Antonio Yon Sosa y Luis Augusto Turcios, fundaron
en Guatemala el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13); en abril de
1962, un grupo de estudiantes creó el Movimiento 12 de Abril y, luego, en el
mismo año, apareció el Movimiento 20 de Octubre del Partido Guatemalteco del
Trabajo (PGT). En diciembre de 1962, todos estos movimientos se unieron en las
Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR).
En 1959 se formó en Nicaragua el grupo Juventud Patriótica (JP) que se
dirigió claramente hacia el desarrollo de la lucha armada. El grupo se dividió
y luego algunos exmiembros crearon el Movimiento Nueva Izquierda JP (MNI). El
23 de julio de 1961, se fundó el Frente de Liberación Nacional (FLN) que en
1962 cambió su nombre por Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). En
marzo de 1962, el intento guerrillero de jóvenes de la Unión Revolucionaria de
Juventudes del Ecuador (URJE) fue desbaratado al comienzo. En el mismo mes se
fundó en el Perú el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR) y en el mes de
septiembre se creó en Cuba el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
La mejor expresión del estado de ánimo y el impulso de estos días era La Segunda Declaración de La Habana, el
manifiesto de la revolución latinoamericana: “Con lo grande que fue la epopeya
de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a
la generación de latinoamericanos de hoy les ha tocado una epopeya mayor y más
decisiva todavía para la humanidad. Porque aquella lucha fue para librarse del
poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de
Napoleón. Hoy les toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial
más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema
imperialista mundial, y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más
grande del que le prestaron nuestros antepasados.
Pero esta lucha, más que
aquella, la harán las masas, la harán los pueblos; los pueblos van a jugar un
papel mucho más importante que entonces; los hombres, los dirigentes, importan
e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquella. Esta epopeya
que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de
campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas
progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en
nuestras sufridas tierras de América Latina. Lucha de masas y de ideas; epopeya
que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo,
nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño.
Nos consideraba rebaño impotente y sumiso, y ya se empieza a asustar de ese
rebaño; rebaño gigante de 200 millones de latinoamericanos en los que advierte
ya a sus sepultureros el capital monopolista yanqui.”
2. La Revolución Cubana y la izquierda revolucionaria
peruana
El impulso
revolucionario que significó la Revolución Cubana para los revolucionarios
peruanos fue expresado por Héctor Béjar en su libro, Perú 1965: una experiencia guerrillera (1969), de la siguiente
manera: “En general, el socialismo cubano planteaba los problemas de la
revolución para la orden del día y no para un mañana más o menos lejano, daba
una finalidad precisa a todos los revolucionarios de Latinoamérica y otorgaba
cierto respaldo a las “herejías” en germen. Aún sin proclamarlo, todos
comprendíamos por esos años que una nueva etapa revolucionaria había empezado y
que, de realizarse, la revolución no se desarrollaría necesariamente de acuerdo
a los patrones que teníamos en mente.” También decía: “A todos los unía la
admiración por la Revolución Cubana y sus líderes y el anhelo de seguir su
ejemplo.”
Alain Elías, exdirigente del ELN
también tiene una opinión muy clara respecto al efecto de la Revolución Cubana.
En una entrevista con el autor de estas notas decía: “La Revolución Cubana es
la que pone sobre el tapete la lucha armada por la lucha electoral. Hasta antes
de la Revolución Cubana no se consideraría la lucha armada sino la lucha
electoral, la famosa acumulación de fuerzas. Hasta ahora están acumulando
fuerzas.” Citando un documento del ELN de 1965, dice además:
“El advenimiento
de la Revolución Cubana quebró para siempre el mito geopolítico de la
impotencia revolucionaria en América Latina. […] La Revolución Cubana señaló
además que el único camino a seguir para la conquista y la liberación nacional
es la lucha armada porque las clases explotadores no abandonarán jamás el poder
de manera pacífica. […] La Revolución Cubana demostró finalmente que las
condiciones subjetivas toman impulso y se desarrollarán graciosamente en favor
la lucha guerrillera.”
El exdirigente del ELN, Julio Dagnino, decía en una
entrevista con la poeta Rosina Valcárcel lo siguiente: “Creo que la línea de la Revolución Cubana, el
contenido innovador, el operativo de la organización de la Revolución Cubana,
del Movimiento de 26 de Julio, colma muchas de las expectativas de esa
generación. Por primera vez se ve una revolución de carácter latinoamericano;
quienes habíamos pensado antes del triunfo cubano en el proceso revolucionario,
teníamos que pensar en la URSS, en China. Pero cuando se da la Revolución
Cubana, ya podemos pensar en algo más cercano a nosotros, una revolución que
habla en castellano. […]
En esa época estar fuera del Partido Comunista no era
como ahora que podemos estar en otra organización. O estabas dentro del PC o
militabas dentro la organización trotskista. O eras del PC o estabas en contra
del PC. Entonces la Revolución Cubana en ese proceso tiene la virtud de ver que
muchas veces la realidad es mucho más grande que determinados dogmas. El
movimiento, que no necesariamente se declaraba marxista-leninista, podía
iniciar un proceso de cambio en Cuba, donde justamente se encontraban los más
grandes de la teoría marxista-leninista latinoamericana; la Roca, Escalante,
muy conocidos y a los que había que recurrir para comprender el cambio, la
revolución; el problema de la construcción de la sociedad socialista. Es lo más
avanzado que ha habido, mucho más allá de la gente del PCR -Partido Comunista Revolucionario- de Argentina o Brasil o Cuba. Sin embargo, ahí con
esos cuadros la realidad les mostraba nuevos caminos de tareas que se presentan
para gentes como nosotros, como una de las puertas de ingreso para una
militancia revolucionaria. No necesariamente, pensábamos en esa época, formar
un Movimiento 26 de Julio, que no lo llegamos a formar nunca, en cambio
formamos el ELN.”
Las personas que construyeron el ELN no eran los únicos peruanos
influenciados por la Revolución Cubana. También los revolucionarios del MIR por
ejemplo, fueron impactados por esta revolución. Ricardo Gadea, un exdirigente
del MIR peruano en los años sesenta y setenta, describe en su artículo Regis Debray y la nueva izquierda la
importancia de la Revolución Cubana por la izquierda en América Latina: “Durante
décadas ha predominado en el pensamiento y, por supuesto, en la práctica
revolucionaria latinoamericana, una concepción caracterizada por el
sometimiento al fatalismo de las vías electorales y pacíficas, las burguesías
nacionales progresistas, la revolución democrática-nacional, el fetichismo
respecto al proletariado y a las experiencias y modelos clásicos provenientes
de otras realidades. Sobre esta concepción se ha escrito y teorizado infinitamente
y aún estaríamos sometidos a ella si la Revolución Cubana no hubiera roto de un
solo golpe todos los presupuestos del dogma y no hubiera impulsado el ascenso
de las nuevas vanguardias, que comienzan a escribir con su sangre su auténtica
ideología.” En otro artículo señaló que “la revolución y la construcción
del socialismo en Cuba, han roto innumerables esquemas tradicionales de
pensamiento y acción. Muchos dogmas han sido superados. Se ha desencadenado un
gran movimiento renovador, teórico y práctico, dentro del cual actuamos los que
hoy nos esforzamos por hacer la revolución en nuestro país y en el continente.”
3. El internacionalismo de la Revolución
Cubana
El apoyo
que recibieron los revolucionarios latinoamericanos de las autoridades cubanas
y la intensa cooperación que existió entre los cubanos y el ELN peruano, llevó
a Héctor Béjar a la conclusión de que los guerrilleros del ELN “en la práctica
estábamos involucrados en la estrategia cubana para América Latina”. Julio
Dagnino tenía otra opinión al respecto: “No lo creo tan matemático. Plantearlo
de esa manera, me parece como si se estaba digitalizando: grupo acá, grupo acá,
grupo acá. Pero al plantearlo así, se plantea como si fundamentalmente estaba
dirigido por los cubanos.
Entonces, allí es la diferencia que yo te digo. ¿Por
qué? Porque había razones internas de los grupos. El grupo de Masetti, el grupo
nuestro y el grupo del MIR obedecían a razones internas, es decir, la actuación
de ellos. Por ejemplo, el MIR no desarrolló inmediatamente las guerrillas, en
el momento de la guerrilla de Argentina de Masetti, o en el momento que
estábamos nosotros en Bolivia.” Ulises Estrada, un internacionalista cubano,
tiene la misma posición. En una entrevista realizada en el 2005 decía: “Los fracasos o
reveses del movimiento revolucionario en América Latina son propios del
movimiento Latinoamericano. No son culpa de Cuba. Y además, una segunda cosa
que quería señalar: ¡Nunca intentamos exportar la revolución! Sencillamente nos
limitamos a apoyar a aquellos revolucionarios que venían a beber de la
experiencia cubana y a buscar el apoyo de la experiencia cubana a partir de la
condición internacionalista del compañero Fidel Castro que fue quien nos enseñó
realmente a ser internacionalistas.”
En su libro Tania la guerrillera y la epopeya suramericana del Che, escribe: “Por
tanto, sus principales dirigentes -de la nueva izquierda- acudieron a La
Habana en busca de ayuda política, económica o militar para lograr sus
propósitos revolucionarios. La dirección política cubana fue receptiva a sus
demandas; pero sin pretender en momento alguno exportar su revolución, a no ser
su ejemplo de dignidad, resistencia y combate.” En un documento para el Consejo
de Seguridad Nacional del 4 de mayo de 1961, elaborado por un Grupo de Tareas de
Interagencia acerca de Cuba que estaba compuesto de representantes del
Departamento del Estado, de Defensa, de Justicia, de la CIA y la Agencia de
Información de Estados Unidos, dice que “la exportación
de ayuda física a
los movimientos revolucionarios, aunque importante, es
mucho menos importante que la amenaza
planteada por el ejemplo de Castro y el estímulo general a
estos movimientos”.
A principios de los años sesenta, el Che Guevara y Fidel Castro han dicho
en repetidas ocasiones que Cuba no puede exportar revoluciones. Agregaron, sin
embargo, que tampoco pudieron evitar que la Revolución Cubana fuera copiada. En
septiembre de 1963 el Che dijo, no obstante, que las tareas de la Revolución
Cubana “están más lejos que las fronteras de Cuba: el deber de expandir la
llama ideológica de la revolución por todos los rincones del mundo donde se nos
escuche”. En una entrevista con el New York Times en 1964, Fidel Castro dio
a entender que Cuba estaba dispuesta a frenar el apoyo a diversos movimientos
revolucionarios latinoamericanos cuando los Estados Unidos también cesarían sus
hostilidades contra Cuba. En un estudio de la CIA del año 1965, se dice que “varios cientos de peruanos pertenecientes a diversos grupos extremistas
de izquierda, también han recibido
entrenamiento en la guerra de guerrillas u otros tipos de formación en los países comunistas, sobre todo en Cuba,
pero también en la China comunista
y Corea del Norte”.
El apoyo que los cubanos prestaron a diversos grupos guerrilleros latinoamericanos
fue organizado por un departamento especial del Ministerio del Interior, la
Sección Operaciones Especiales (MOE). Ulises Estrada: “Según Piñeiro
me dijo en esa ocasión, a diferencia de otras Secciones y Departamentos de ese
naciente órgano de la inteligencia estratégica cubana, el MOE tendría como
única responsabilidad la conducción de diversas operaciones clandestinas
vinculadas a la solidaridad de nuestro país con las diferentes organizaciones y
movimientos revolucionarios que continuaban surgiendo en varios países de
América Latina, bajo el impulso de la victoria insurreccional cubana y en
respuesta a las políticas pro imperialistas, antidemocráticas y antipopulares
de sus correspondientes gobiernos. [...] Este (Manuel Piñeiro) me comunicó que
debíamos articular las diversas operaciones de solidaridad de la Revolución
Cubana con el movimiento popular y revolucionario de América del Sur que por
entonces estábamos realizando; ya que, a su decir, dadas las condiciones del
continente y la intensificación de las acciones enemigas sobre nuestro país y
sobre el propio movimiento latinoamericano, esas operaciones había que
realizarlas “como los fantasmas”.” Las actividades de este departamento no
solo debían de ser mantenidas en el absoluto secreto por el campo imperialista,
sino también para los partidos comunistas latinoamericanos y los antiguos
países socialistas.
Las actividades de la MOE fueron dirigidas por Orlando Pantoja. Ulises
Estrada señala en el libro Che in Afrika. Che Guevara’s Congo Diary que “este
departamento comenzó a crear escuelas de
formación y hacer trabajos
operativos. Che a menudo dirigía
nuestro trabajo. Todo lo relacionado con
los movimientos guerrilleros y los
movimientos clandestinos tuvo que ser sometido a él, y discutido
con él, a pesar de que Fidel
era el jefe de más alto rango”.
En el caso del ELN peruano, la tarea del MOE era asegurar que los guerrilleros
pudieran entrar sanos y salvos en Bolivia.
4. Palabras finales: la “exportación” de
la Revolución Cubana
Caracterizar la
ayuda de los cubanos a diversas organizaciones latinoamericanas como la
“exportación” de la Revolución Cubana, es una descripción incorrecta del apoyo
que los cubanos dieron a varios proyectos revolucionarios. Aunque había una
variedad de tipos de apoyo, desde el financiamiento de actividades
revolucionarias hasta el envío de internacionalistas cubanos, tipificar esta
ayuda como la exportación de la revolución significa negar el desarrollo
político de los propios guerrilleros antes de la Revolución Cubana. Además,
implica que la toma de lecciones de una revolución exitosa -el
aprendizaje revolucionario- tal como se hizo con las revoluciones rusa y china,
estaba considerado como un proceso completamente ajeno de las condiciones
políticas, económicas y sociales de cada país individual.