Los murales de la CDMX constituyen uno de sus atractivos principales, convirtiéndola en el centro del muralismo en todo el país. Miles de personas vienen año con año a admirar estas impresionantes obras y no es para menos, pues son una parada obligatoria para todo amante del arte nacional e internacional....
Por Elisabeth Malkin Fotografías por Adrian Wilson Dec. 2, 2022
Pocos lugares conjuran la mezcla que caracteriza a Ciudad de México: estilo vibrante, gastronomía sobresaliente, riqueza histórica y el ajetreo de las calles. Después de la pandemia, todo eso se multiplicó, con nuevos museos que ofrecen un recorrido por el arte mexicano, una amplia variedad de restaurantes y bares y una escena de la moda en expansión que apuesta por lo artesanal. Puedes comprar bolsas de piel y ponchos, degustar cervezas artesanales y unirte a los amantes del jazz para ir a un concierto en un club acogedor. En medio del barullo, vale la pena buscar los secretos del Centro Histórico, donde los viajeros pueden descubrir murales escondidos, explorar los laberintos de los mercados antiguos y sumergirse en las capas y contradicciones de la ciudad.
Guillermo Tovar de Teresa fue un historiador autodidacta que escribió de manera brillante sobre el arte mexicano del periodo colonial y del siglo XIX. Su casa, una mansión construida en 1911 en la colonia Roma que restauró con sumo cuidado, se ha convertido en un museo, que presenta piezas de sus colecciones de arte, muebles, cerámica y libros. Muchas de las habitaciones se mantienen como él las decoró antes de su muerte en 2013, atiborradas de retratos de la burguesía emergente del México recién independizado, pinturas devocionales que ilustran la exuberante religiosidad de la Nueva España y elaborados muebles de marquetería. Un magnífico espejo de cristal refleja el recibidor, herrería antigua adorna la recámara y paisajes mexicanos del pintor británico del siglo XIX Daniel Thomas Egerton se alinean en el pasillo del patio. La entrada es gratuita.
Francisco Cancino escribe: Los diseñadores emergentes radicados en México se inspiran en las imágenes y las formas arquitectónicas del país, a la vez que hacen énfasis en la sustentabilidad y los precios justos para los artesanos. Las boutiques que venden moda local se encuentran en su mayoría en la colonia Juárez a lo largo de las tranquilas calles de Marsella y Havre. Dos diseñadores, Francisco Cancino y Cynthia Buttenklepper, abrieron aquí su tienda insignia y adaptan siluetas y textiles tradicionales en vivos colores mexicanos (los vestidos de lino de Cancino pueden costar desde 4300 pesos, o unos 222 dólares, y los ponchos de piel de Buttenklepper, unos 11.000 pesos). La marca Mr. Fox vende elegantes bolsos de piel (las bolsas grandes cuestan 3700 pesos) y accesorios. En Vera, encontrarás técnicas mexicanas clásicas de tejido y bordado actualizadas en una alegre colección de blusas cortas, vestidos y bolsas. Nada es sagrado en los diseños irreverentes de JPEG, ni siquiera la Virgen de Guadalupe, cuya imagen está estampada en sus camisetas.
Cerveza artesanal y luego ve a cenar al estilo de la Roma
Las cervezas artesanales conquistaron a México. Una cervecería local, Monstruo de Agua, abrió un salón de degustación luminoso y lleno de plantas en la colonia Condesa. Pide un tarro de degustación pequeño (desde 45 pesos) de una stout saborizada con higo y caña de azúcar, o tal vez una IPA blanca elaborada con jarabe de agave. Acompaña tu cerveza con esquite criollo (100 pesos), una sofisticada versión de una clásica comida callejera. Cerca de ahí, en la colonia Roma, la intimidad de Meroma ofrece ingredientes tradicionales acentuados con toques inesperados, como codorniz marinada con harissa (la cena para dos personas sin vino tiene un costo aproximado de 2000 pesos). Y para saborear un buen vino, visita Vigneron, un bar y restaurante de la colonia Roma cuya selección de licores incluye a pequeños productores de Francia, España, México e Italia (el precio de las copas inicia en 185 pesos).
Al ritmo de la salsa
Mama Rumba es un club de salsa sin pretensiones ubicado en la colonia Roma que lleva tres décadas en el mismo lugar y sigue fiel a su fórmula ganadora. Los bailarines expertos, y los novatos, son bienvenidos a mover la cadera y girar acompañados por Charanga One, la orquesta cubana de la casa. Un DJ calienta antes de que los músicos lleguen al escenario a las 11:00 p. m. Llega temprano para practicar un poco y tomar una mesa para refrescarte con un mojito o una margarita (110 pesos) entre cada set de baile. Si eres tímido, siéntate en el piso de arriba y observa a los músicos y a los bailarines desde el balcón. La entrada cuesta 120 pesos.
El Museo Universitario de Arte Contemporáneo, conocido como MUAC, alberga exposiciones de todo el mundo, tiene sus propias exposiciones y recopila el trabajo de artistas mexicanos contemporáneos.
La Merced, el mercado más antiguo de México. Pasa el día en el Centro Histórico. Comienza por La Merced, un mercado que se remonta a los aztecas. Es un tanto intimidante por su tamaño, pero también por su insularidad. La delincuencia callejera es un problema, así que ve con un guía que conozca sus pasajes y a los vendedores.
Eat Mexico ofrece un recorrido gastronómico de 3 horas y media en inglés (99 dólares). En el puesto de la señora Edith, prueba especialidades prehispánicas: chapulines y hormigas chicatanas, así como diminutos pescados de agua dulce y acociles, crustáceos endémicos de los lagos y ríos de México. La señora Balbina ofrece su sofisticado mole poblano y su pipián en un tamal de maíz azul. El recorrido termina en Roldán 37, un restaurante mexicano tradicional que antes era un almacén donde se deshidrataban chiles. Otros tours en inglés: el fotoperiodista Keith Dannemiller hace recorridos fotográficos por varios barrios (130 dólares por medio día) y el escritor David Lida diseña tours a la medida (de 135 a 300 dólares).
Los frescos de José Clemente Orozco en el Antiguo Colegio de San Ildefonso
Busca los murales escondidos. Los murales del mercado Abelardo L. Rodríguez, a los que llegas luego de caminar unos minutos hacia el noroeste del enorme Zócalo, la plaza principal, fueron pintados por estudiantes de Diego Rivera, entre ellos Marion y Grace Greenwood, dos hermanas originarias de Nueva York. Los murales de las hermanas, que representan la explotación de los trabajadores agrícolas y los mineros, están impregnados de pasión por la justicia social y se encuentran a lo largo de la escalera y en el descanso del primer piso en la esquina noreste del mercado. En el mismo descanso está el mural de cemento y ladrillo de Isamu Noguchi, de casi 22 metros de largo, “La historia vista desde México en 1936”. Muy cerca de ahí, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, de estilo barroco, se pueden apreciar los primeros ejemplos del centenario movimiento muralista mexicano. Los frescos de José Clemente Orozco cubren tres pisos en el lado norte del patio principal y captan la angustia y la esperanza del México posrevolucionario (la entrada cuesta 50 pesos).
Explora el arte mexicano. Hace poco abrieron sus puertas otros dos recintos del siglo XVIII con colecciones de arte mexicano, uno en el Centro Histórico y otro en sus alrededores. Las obras del Museo Foro Valparaíso, en un antiguo palacio que ahora es propiedad de un banco, incluyen retratos coloniales, entre ellos uno de la escritora Sor Juana Inés de la Cruz que fue pintado después de su muerte en 1695, paisajes del siglo XIX e imágenes de figuras icónicas mexicanas. Las galerías del siglo XX albergan la obra de Diego Rivera “Muchacha con lirios”, de 1942, y cuadros de las pintoras surrealistas Remedios Varo y Leonora Carrington (la entrada es gratuita). A poca distancia en coche se encuentra el Museo Kaluz, que exhibe una colección privada dentro del renovado Antiguo Hospicio de Santo Tomás de Villanueva. La muestra, organizada temáticamente, establece un diálogo entre la antigua pintura mexicana y las interpretaciones del siglo XX (la entrada cuesta 60 pesos para los mexicanos, y 90 pesos para los extranjeros).
Pulquería Las Duelistas. Degustación de pulque o mezcal. Explora un trío de bares cercanos al sur del Parque Alameda. En la pulquería Las Duelistas, turistas y locales se reúnen para beber pulque, la bebida prehispánica de savia de agave fermentada (cuidado con su consistencia viscosa) que se ha convertido en un gusto adquirido para la multitud hípster (el precio del vaso de pulque blanco simple es de 15 pesos; el curado con sabor a avena, apio o guayaba cuesta 30 pesos). A poca distancia está Tío Pepe, una cantina tradicional ubicada en el límite del Barrio Chino, donde los gabinetes con sus asientos de vinil rojo, el murmullo de las conversaciones y las viejas fotografías invitan a quedarse y a revisar la voluminosa lista de bebidas. Bósforo es una mezcalería escondida detrás de cortinas rojas y puertas de acero que no tiene letreros, pero todo el mundo sabe dónde está. Abre a las 07:00 p. m.
Jazzatlán Capital. Visita la Juárez
Después de la conmoción del Centro Histórico, dirígete a la colonia Juárez para disfrutar de una cena tranquila en Amaya. A diferencia de algunos de los restaurantes emblemáticos más bulliciosos de la creativa escena gastronómica de la ciudad que se encuentran en la Roma, Amaya es un local donde los residentes se toman su tiempo para beber vino y conversar. Es el segundo restaurante del chef Jair Téllez en la ciudad (el primero es Merotoro), y su idiosincrática visión de la cocina estilo mediterráneo de Baja California siempre es excelente. El variado menú para compartir, que hace hincapié en los ingredientes locales y de temporada, incluye una tostada de ceviche de pescado con calamares fritos, ñoquis con ragú de ternera y cordero estofado con verduras asadas. El comedor, de techos altos, está decorado con un colorido mural y azulejos de colores. El restaurante sirve vinos naturales, que el propio Téllez importa. La cena para dos personas sin vino puede costar alrededor de 1700 pesos.
Escucha jazz en vivo. En una ciudad que parece resonar con el ritmo de la música latina, el jazz en vivo solía ser difícil de encontrar. Pero eso ha mejorado. En el espacioso bar Parker & Lenox en la colonia Juárez, con su iluminación discreta, asientos cómodos y cocteles originales (de 170 a 240 pesos), puedes sumergirte en la música frente al escenario o solo disfrutar de la vibra desde la parte de atrás (el cover tiene un costo de hasta 200 pesos, y se recomienda reservar). Jazzatlán Capital en la colonia Roma es un espacio más pequeño que atrae a una multitud conocedora para una noche donde lo más importante es la música en un entorno íntimo (el cover puede costar hasta 400 pesos y es necesario hacer reservación).