Jorge Zavaleta Alegre
Las ciudades del Perú, con mayor atractivo para la migración interna,
especialmente Trujillo, la fundada por Diego de Almagro, muestran características comunes. Fachadas
de casonas abandonadas por sus
propietarios ya fallecidos y descendientes en pleitos judiciales. Muros que encubren
el pasado de un poder político-económico, o las ruinas de la pobreza material.
Estos son espacios cotizados para quienes aspiran una función pública en lo que va del presente siglo XXI o de capitalistas
ibéricos que en Lima ya han adquirido varios edificios en el Centro
Histórico.
Los candidatos a diferentes gremios profesionales, alcaldías distritales y provinciales, gobiernos
regionales, presidentes de la República y congresistas recurren a jóvenes de las
escuelas de bellas artes o a improvisados pintores de brocha gorda para
anunciar promesas. “Aquí en Trujillo, todos quieren ser candidatos, inclusive
caballos y burros”, acota con humor negro Raúl Vargas Quispe, un diligente ciudadano de Moche que
ofrece servicio de taxi.
La política está por los suelos. Nadie cree en ellos. Pero un
amplio sector de ciudadanos está convencido que el libre mercado no es la solución para los viejos problemas,
si es que el Estado no regula y hace
cumplir las leyes para disminuir la violencia callejera, el robo sistemático en domicilios, porque los
candados y las siete llaves no son insuficientes.
La inseguridad no es en el Centro Colonial porque el alcalde
de la ciudad ha aprobado altos presupuestos para obras, recurso más efectivo
para mantenerse en el cargo y aspirar la reelección o su postulación al Gobierno
Regional.
Un ejemplo de ciudadanía
nos ofrece la urbanización Santa
María, que es la portada para el ingreso al Norte del Perú. Plantea un intenso trabajo concertado entre
Municipio – Policía - Salud – Cultura - Empresa – Prensa – Universidad. El fin
es encontrar caminos para una indispensable convivencia armoniosa. Tiene un
parque donde los adultos mayores se recrean pero temerosos. Ninguna vivienda está libre de un asalto o
robo a mano armada. Hablamos de una zona de Trujillo que es el primer contacto
con la campiña de Moche, con las huacas mochica-chimú de El Sol y de la Luna, de las sedes
administrativas de las compañías agrarias
colombiana y belga, entre otras, que absorben la mayor parte de trabajadoras. El
terminal terrestre en lenta construcción, podría paliar la disputa de pasajeros durante
las 24 horas del día.
La prensa local ha publicado más de una vez que la ciudadela
de Chan Chan va reduciendo su extensión. En las áreas aledañas donde los
apristas fueron fusilados en su revolución de 1933, capitales de Chile han
construido cementerios exclusivos teniendo de socios a autoridades regionales. El
viejo camposanto ya no tiene un espacio para nadie, aunque debería
ser conservado porque sigue siendo un libro abierto donde hay tumbas vecinas
donde yacen los restos de narcotraficantes y de varios líderes políticos. En el caso de Víctor Raúl Haya de la Torre,
fundador del Apra en México de 1917, se encuentra debajo de un monolito de
piedra y sus seguidores lo recuerdan por su probada austeridad.
La policía no tiene se da abasto para atender el reclamo de los pobladores. Los patrulleros son
escasos. El helicóptero que le han
asignado no tiene fondos para
comparar el costoso combustible. Las
emergencias de los hospitales del Ministerio de Salud y de ESSALUD, son demasiado pequeñas para la demanda. “Los hospitales
son antesalas de la muerte segura". Los médicos,
muchos de ellos con evidente
vocación de servicio, no pueden cumplir su trabajo. La solución no pasa
por levantar pabellones nuevos, salas modernas de auxilio sino de mejorar
ingresos a los trabajadores, detener el
hambre, prevenir la salud, asegurar stock de medicinas, más ambulancias….
Señor Alcalde los vecinos esperan su
respuesta para emprender una acción concertada. El desarrollo es posible si se
articula barrio-distrito-provincia-país-planeta.