TIME. NY Abril 2021. La corrupción, con diversos matices, está
presente en todos los gobiernos y administraciones públicas de
América Latina.
El informe del Programa para el Desarrollo de Naciones
Unidas del 2002 afirmó que los países iberoamericanos presentan algunos de los índices
de corrupción más altos del mundo y que esta lacra es uno de los principales
impedimentos para el desarrollo regional
y que ésta se ha multiplicado en los últimos años con la presencia de gobiernos
identificados con el libre mercado y la incorporación de la ética pública como
propuesta prioritaria para el futuro de esta región.
Dos mitos han caído en la concepción de la corrupción:
I.- La creencia de que se trata de un problema
exclusivo de los países subdesarrollados, cuando en el siglo XXI se conocen también
los altos índices de corrupción en los países desarrollados.
II.- La opinión de que es un mal exclusivo de los
gobiernos, de la cosa pública. Actualmente, se
reconoce que existe una estrecha complicidad con el sector privado. En 1975, la ONU (Resolución 3514 del 15 de
diciembre), reveló su preocupación por
prácticas corruptas de empresas transnacionales.
Llegamos al 2021 y diversos estudios de prestigiosas
universidades, revelan que la corrupción aumentó dada la persistencia de antivalores en la función pública, como
un virus que enferma al cuerpo del
gobierno y a sus instituciones, con repercusiones directas en la vida cotidiana
de los ciudadanos, sea cual sea su nacionalidad, género, edad, posición
económica o nivel de estudios.
El Gobierno Escolar, una propuesta que revela la
Unesco y la experiencia de Uruguay, debe consolidarse como una estrategia para la convivencia y la gestión del conflicto como una oportunidad
de avanzar en democracia participativa, en autonomía, en justicia y en
libertad.
Por “una escuela grande”, integrada en, por y para la sociedad.
Más allá de la dimensión administrativa, operativa e instrumental, está la
relación humana que favorece, tanto la expresión individual, como la colectiva
en un ambiente de convivencia social.
El Gobierno escolar favorece la vivencia de la autonomía
en un marco de libertad y participación hacia comportamientos democráticos. Educar
para la autonomía implica educar para la razón y esta decisión supone abordar la
información y la reflexión sobre el conocimiento.
DEMOCRACIA ES PARTICIPACIÓN.
La democracia implica participación y esta última es eficaz cuando las personas han desarrollado una gran autonomía que les permite hacer presencia activa en los procesos sociales, asumiendo posiciones claras y creativas en los momentos de dificultad y conflicto.
En la práctica existen obstáculos que impiden actuar autónomamente, unos referidos a las actitudes personales frente al reconocimiento de la diferencia, y otros como consecuencia de la relación “legalista” del cumplimiento por el cumplimiento, sin el componente crítico de los contextos que el mismo ejercicio de la autonomía supone.
El conflicto es inherente a la existencia humana y es
elemento dinamizador, de transformaciones y cambios. La mediación no niega el
conflicto, sino se acerca a él sin prejuicio negativo. El conflicto es una
realidad útil que debemos aprender a gestionar.
Para la mediación, el conflicto no es la destrucción
sino una posibilidad de crecimiento y desarrollo, por eso es importante
diferenciarlo de la violencia. El conflicto no debe ser un proceso degenerativo,
sino un proceso de formación.
Intentar una aproximación a la temática de la
convivencia en las instituciones educativas es aceptar el reto de explorar
propuestas alternativas, es conservar nichos de participación efectiva con
incidencia en la toma de decisiones, en una concepción de ecología social. Implica
una postura ética de compromiso con esa cotidianidad que viven los educadores.
El lograr a través del Gobierno Escolar, permitir
comprender y apreciar las realidades, concepciones, valoraciones, perspectivas
como seres individuales libres, utónomos y como seres sociales, es facilitar
la vida en común, la amistad, la tolerancia, el amor por el ejercicio del
Gobierno Escolar se revierta para bien en nuevos productos pedagógicos, nuevas
administraciones y nuevas prácticas.
La construcción de la democracia a través del Gobierno Escolar da posibilidad en la existencia de una “escuela grande” cuya base sea una profunda integración entre grande. La democracia sólo es posible si todos y cada uno de nosotros la vamos forjando día a día.
En el Perú, país latinoamericano, con 33 millones de habitantes, entre 2015 y 2017, llegó a contar con 141 universidades y cuatro escuelas de posgrado que presentaron Solicitud de Licenciamiento Institucional. Al 27/de febrero 2021, suman 92 universidades y dos Escuelas de Posgrado han recibido su Licencia de Funcionamiento para ofrecer el servicio educativo.
El Siglo XX, deslumbrante y brutal, puso de relieve lo
mejor y lo peor de la condición humana. Junto a los avances prodigiosos de la
ciencia, quedó en evidencia la inmensa y deplorable capacidad de destrucción
del hombre que, como lobo del hombre, parecía confirmar en dos guerras
mundiales, sangrientas y despiadadas.
Los inicios del Siglo XXI, por su parte, no podían ser
más funestos. Los acontecimientos del 11 de Septiembre del 2001, que tienen
como símbolo trágico el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York, abrieron
las puertas de un futuro sombrío e incierto, marcado por los signos de un
fundamentalismo religioso y político, en el que los principios de la razón parecieran
excluidos.
El fin de la Guerra Fría y del mundo bipolar, dio inicio
a una época huérfana de los instrumentos suficientes para garantizar la
estabilidad en la nueva situación mundial.
Clacso una organización social con sede en Argentina,
remarca, a manera de conclusión que: “La Ética –así con letras mayúsculas- ha
sido siempre un tema difícil de abordar, cuando nos situamos en el terreno de los valores: amor, riqueza, cultura,
inteligencia, política y poder, estamos hablando de acciones o actitudes que
tienen que ver con la moral”
Es conveniente hacer un alto en el análisis del
comportamiento ético en la política, al hacer referencia a los partidos. Se
condena a los partidos. Se habla que determinado partido es bueno, y que el otro
es mal partido.
Esto es razonable. En materia de estructura y
organización política, conviene afirmar que el Partido es el hombre, o los
hombres que dirigen la acción política del partido. Los partidos no planifican,
son incapaces de pensar, como los esclavos del tiempo de Aristóteles, sólo son el
vehículo, el instrumento obediente para señalarle las tareas ordenadas en las
acciones del poder.
Los partidos u organizaciones políticas son capaces de
responder a las expectativas de los estados, cuando sus dirigentes son éticos.
Y claro, el arte del buen gobierno requiere, de compleja y coordinada acción
colectiva. El verdadero problema de la ética frente al hombre, es: que él mismo
suele ser el inquilino de su afirmación.
Pareciese que un agobiante y obsesivo disfrute del
poder, rebasa los linderos de sus posibilidades anímicas, y cazado en la propia
red, se entrega complacido a su afán de destrucción.
Basta recordar cualquier lista de gobernantes de
nuestra América Latina, para darnos cuenta, si son los partidos o los hombres,
quienes han influido el incierto destino de nuestros pueblos.
La gravedad del problema del hombre cuando falla en el
ámbito de la ética, es la trascendencia que proyecta como mal social que afecta
la colectividad. Cuando falta la ética en los administradores, el Estado, se ve
profundamente menoscabado, depredado, empobrecido, erosionado; la corrupción daña primero al alma,
y posteriormente al cuerpo de la nación.