Jorge Zavaleta Alegre. Licenciado en Ciencias Sociales
Los resabios de una cultura de ciudadanía derivada de la Revolución Francesa impiden concebir a la infancia, en cuanto a fenómeno social, como ciudadana. En este concepto se relega a los niños y a las niñas a la ciudadanía pasiva, junto con las mujeres, los indígenas. El problema de ciudadanía para estos sectores o clases de edad no se toman en cuenta en varios países de la región.
Esta interesante visión sobre la infancia proviene de Alejandro Cussiánovich, maestro y sacerdote católico en el Perú, que ha dedicado más de 30 años de su vida a estudiar y poner en práctica la educación de los niños trabajadores y los municipios escolares no solo como parte del plantel. Están o deben estar articulados a la innovación democrática, con propuestas directas y concretas del niño, que por cierto no siempre pueden ser aceptadas por las autoridades municipales debido a las prioridades del distrito.
La producción intelectual es profusa y define a los niños y niñas como sujetos de derechos y protagonista pues considera un ‘mal ejemplo’, poner ‘orden’ a las ‘masas mendigantes’, una corriente conocida como “pedagogía de la ternura”, que hace más de tres décadas dedica su vida a los chicos que trabajan.
Fundador del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores, exhibe avances y experiencias muy ricas. Los logros en los colegios de esta organización se encuentran en varias localidades del Perú, incluyendo Lima. Considera que el esquematismo de algunas reglas y organismos internacionales terminan convirtiendo el trabajo infantil en clandestino y peligroso.
Fundamenta que la negación del niño como partícipe directo en sus decisiones, impide que sea concebido como ciudadano en cuanto fenómeno social. En este marco se les relega a la ciudadanía pasiva, junto con otros grupos vulnerables porque el racismo es un trauma que tenemos que superar.
Refuerza su tesis con autores como Gonzalo García y Sergio Micco que sostienen la preciudadanía. Cussiánovich afirma que son conceptos que se reclaman. Ser preciudadano equivaldría a la negación por naturaleza del dominante concepto jurídico de ciudadanía.
La dinámica y los resultados de los colegios del movimiento tienen algunas características de los colegios de Fe y Alegría, en tanto la participación coloca a las niñas y niños como actores sociales y no meros ejecutores o consentidores de algo.
El paradigma que alienta este movimiento no solo en el Perú y Latinoamérica encuentra cierto aliento en el mensaje de Francisco. El protagonismo de los niños orienta hacia la resignificación de la globalidad de las familias, las comunidades y las instituciones.
Publicado: 07/07/2014
Los resabios de una cultura de ciudadanía derivada de la Revolución Francesa impiden concebir a la infancia, en cuanto a fenómeno social, como ciudadana. En este concepto se relega a los niños y a las niñas a la ciudadanía pasiva, junto con las mujeres, los indígenas. El problema de ciudadanía para estos sectores o clases de edad no se toman en cuenta en varios países de la región.
Esta interesante visión sobre la infancia proviene de Alejandro Cussiánovich, maestro y sacerdote católico en el Perú, que ha dedicado más de 30 años de su vida a estudiar y poner en práctica la educación de los niños trabajadores y los municipios escolares no solo como parte del plantel. Están o deben estar articulados a la innovación democrática, con propuestas directas y concretas del niño, que por cierto no siempre pueden ser aceptadas por las autoridades municipales debido a las prioridades del distrito.
La producción intelectual es profusa y define a los niños y niñas como sujetos de derechos y protagonista pues considera un ‘mal ejemplo’, poner ‘orden’ a las ‘masas mendigantes’, una corriente conocida como “pedagogía de la ternura”, que hace más de tres décadas dedica su vida a los chicos que trabajan.
Fundador del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores, exhibe avances y experiencias muy ricas. Los logros en los colegios de esta organización se encuentran en varias localidades del Perú, incluyendo Lima. Considera que el esquematismo de algunas reglas y organismos internacionales terminan convirtiendo el trabajo infantil en clandestino y peligroso.
Fundamenta que la negación del niño como partícipe directo en sus decisiones, impide que sea concebido como ciudadano en cuanto fenómeno social. En este marco se les relega a la ciudadanía pasiva, junto con otros grupos vulnerables porque el racismo es un trauma que tenemos que superar.
Refuerza su tesis con autores como Gonzalo García y Sergio Micco que sostienen la preciudadanía. Cussiánovich afirma que son conceptos que se reclaman. Ser preciudadano equivaldría a la negación por naturaleza del dominante concepto jurídico de ciudadanía.
La dinámica y los resultados de los colegios del movimiento tienen algunas características de los colegios de Fe y Alegría, en tanto la participación coloca a las niñas y niños como actores sociales y no meros ejecutores o consentidores de algo.
El paradigma que alienta este movimiento no solo en el Perú y Latinoamérica encuentra cierto aliento en el mensaje de Francisco. El protagonismo de los niños orienta hacia la resignificación de la globalidad de las familias, las comunidades y las instituciones.
Publicado: 07/07/2014