Papel de Arbol

sábado, 8 de junio de 2019

Pícaros y crisis social en Rinconete y Cortadillo Jorge Zavaleta Balarezo


https://www.cuentayrazon.es/index.php/cultura-espanola/cervantes/cervantes-obras

Jorge Zavaleta 
Para:Jorge Zavaleta
6 jul. 2018 a las 4:06

En esta web de España incluyen un artículo mío sobre Cervantes. Acaba de aparecer. Lee la relación completa de obras y encontrarás mi texto. Es tarde, he dormido un poco y me he despertado. Por si acaso no estoy con insomnio: 6 jul. 2018 a las 4:06


Presentación

Cuenta y razón  nace con el fin de mantener presente el pensamiento de Julián Marías en la España actual al entenderlo plenamente vigente. Nace pues desde la admiración a la persona de Julián Marías y su fructífera línea de pensamiento. Es una iniciativa personal sin el amparo de organismo o fundación, pública o privada, de ningún tipo.
Exponer aquí, de un modo sencillo, elementos que permitan un mejor conocimiento de su obra y de su vida, ejemplar a pesar de las difíciles circunstancias en la que se desenvolvió, para que, desde la atalaya que erigió, podamos seguir mirando en verdad la realidad de nuestros días y poder dar cuenta y razón de lo que pensamos.
Julián Marías abordó en su trabajo aspectos filosóficos, sociales, históricos, culturales y esta web nace también con una amplitud de miras en cuanto a los temas que pretende abordar.
El que nazca de una iniciativa personal no implica que se agote en ella. La web estará abierta a todos los que compartan esta inquietud nacida de la admiración a Julián Marías. Así pues, toda colaboración será bienvenida y agradecida.

Jorge  Zavaleta Balarezo

Universidad de Pittsburgh, PA,EEUU

Rinconete y Cortadillo es, con La gitanilla y El licenciado Vidriera, una de las más celebradas Novelas ejemplares, conjunto diverso y múltiple de doce relatos que Cervantes publica después de la primera parte del Quijote. Una detenida apreciación sobre el sentido del título permite varias lecturas. El propio autor declara en el “Prólogo al lector” que estas novelas son “ejemplares” sobre todo porque “...no podrán mover a mal pensamiento al descuidado o cuidadoso que las leyere” (8). Además: “Heles dado el nombre de ejemplares, y si bien lo miras, no hay ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso...” (8).

Asimismo, en el referido Prólogo, Cervantes nos acerca a sus convicciones de ser, él mismo, propiamente, el primer novelista español. Dice: “...y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana; que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas” (9).


Esta carta de presentación, sumada a su autocrítica por el Quijote y el anuncio de sus próximas obras, entre ellas el Persiles, muestran a un autor a un tiempo apasionado y contradictoriamente desencantado. Apasionado en su oficio de ficcionar, de novelar, de contar historias (tema tan presente, como el de la lectura y la metaficción en el Quijote). Y desencantado porque sus proyectos, ambiciosos y voraces, no encuentran siempre un recibimiento que él consideraría el más adecuado entre la crítica de su tiempo.


La biografía de Cervantes nos habla de un hombre pleno de acción. Fogueado en las lides militares, recaudador de impuestos, busca el favor de un noble italiano, al que dedica el Quijote. Y su silencio literario se extiende a veces por largo tiempo, en tanto aparece una y otra novela, las cuales, con el paso de los siglos, y el peso de la tradición, han llegado hasta nosotros como obras magnas.


Cervantes anuncia, por ejemplo, al final de La Galatea, una segunda parte de esta novela, pero hasta hoy no se tiene noticia de ella y se especula tanto sobre su (in)existencia como acerca de que la continuación no llegó a culminarse. Y del Persiles, bien se sabe, que, entre su complejidad y permanentes giros y reflexiones, es una obra vasta pero inacabada.


Las Novelas ejemplares son presentaciones o muestras de casos, modelos a seguir, correlatos de una intención moralizante que, por ejemplo, busca distanciarse de la novela italiana e italianizante del XVI, muy influyente y cargada de elementos sexuales, quizá considerados hasta obscenos, de los cuales Cervantes recusa en este siglo del Barroco y de una profunda crisis social en España. El paradigma y la fe católicos, propios del Imperio Español, extendidos a su población, son, para el autor de las Novelas ejemplares, elementos de una ideología predominante, y, a su vez, él mismo se convierte en portavoz que puede ayudar, con sus obras, a “mejorar el espíritu” de las gentes.


En cuanto a la escasez, el papel de los pícaros y la situación de esa época —marco de toda la picaresca—, José Antonio Maravall reflexiona: “Lo que sucede es que la pobreza (...) ya no es una estricta cuestión moral y menos aun tema puramente ligado a una visión escatológica de la vida. Si se quiere sigue siendo en muchos casos y para muchas gentes esto; pero es algo más: es un problema social y representa graves consecuencias económicas” (48).


En este contexto, y en ese sentido, Rinconete y Cortadillo se nos ofrece como una obra completa, un relato irónico y punzante que no sólo es la descripción del microcosmos de una clase delincuencial y de sus acciones, sino la visión de una época en Sevilla, ciudad representativa de una nación marcada por el desorden social, político y, por supuesto, económico. Alexander Parker, quien señala que “la picaresca literaria es creación española” (19), también dice que esta novela, “publicada en 1613 pero citada en 1605 en la Primera Parte del Quijote, presenta a los ladrones de Sevilla como un grupo organizado y disciplinado según el modelo de los gremios medievales, y hay pruebas suficientes para demostrar que este cuadro no es exagerado” (44). Parker sustenta su tesis en las “asociaciones” de criminales y vagabundos de la época en toda Europa “con sus maestros y aprendices, normas y roles...” (44).

Maravall apunta: “La novela picaresca se levanta para combatir (alguna vez desde el lado más bien de los pobres, otras para advertir del peligro que su presencia entraña y mover a la opinión hacia reformas necesarias) las fuerzas que se empeñan en mantener sujetas a las gentes al viejo orden, sólo que su problema es de solución disparatadamente inviable” (48).

Pedro del Rincón y Diego Cortado, nombres originales de los personajes de esta “novela ejemplar”, inician la historia con un diálogo que, además, sirve para presentarlos. La desconfianza inicial cambia en el curso de la conversación y ellos sellan un pacto de amistad y fidelidad, que no les servirá de poco en sus próximas aventuras.

La depurada técnica de la descripción cervantina se exalta al máximo en el retrato de estos pillos o pícaros que deciden unir “esfuerzos” en busca de “empresas” mayores. Desde el principio, advertimos las intenciones de estos seres que ya se nos presentan sin ninguna filiación o vínculo familiar, o si lo han tenido es asunto cancelado, y, más bien y por el contrario, se proyectan como sujetos cuyos actos son considerados, por sí mismos, como hazañas típicas de su “oficio”.

Sobre el personaje de Rinconete, Maravall ha escrito: “...un candidato de seguro éxito a la picaresca: padres pobres y sin duda con aspectos de moralidad dudosa, robo, huida, desvinculación, refugio en la gran ciudad, malas compañías, despilfarro, pobreza, entrega decidida a una conducta aberrante” (497). Una descripción y caracterización sintética pero punzante y, si cabe, espléndida, del pícaro que será inmortalizado por la pluma de Cervantes.


El bautizo nominal de Rinconete y Cortadillo por el jefe del grupo de delincuentes al que se integran, Monopodio, es una aceptación de su ingreso a una suerte de mafia que —no es difícil entenderlo— mantiene sus propios códigos de acción, entendimiento y también, aunque parezca extraño, su propia moral. Parker anota sobre esta particularidad: “Este es el único intento de Cervantes de hacer novela picaresca. La banda de ladrones y rateros de Sevilla, que describe, está organizada al estilo de las cofradías religiosas. La conciencia de estos ladrones no les produce escrúpulos porque no consideran el robo incompatible con la práctica de la religión. Van a la iglesia y rezan regularmente. Apartan algo de sus ganancias ilícitas para entregarlo a la iglesia y nunca roban los viernes” (69). Para Parker, Cervantes nos muestra sólo el aspecto “más ingenuo y humorístico” de la delincuencia (70).

El desfile de los personajes vestidos grotesca, estrambóticamente en la casa que sirve de cuartel general a Monopodio tiene mucho de teatral, es como una representación, una puesta en escena en la cual van apareciendo, uno tras otro, los seres más impensables, que Cervantes imagina y caracteriza como servidores de la delincuencia, en todos sus niveles, y la fascinación que éstos sienten y manifiestan por su oficio marginal.

La picaresca es trabajada en Rinconete y Cortadillo como una visión, para nada aséptica, de un submundo de miserias humanas y conflictos enraizados y encontrados. Monopodio es un personaje literario reactualizado, por ejemplo, en el anciano judío que recluta a niños y los conduce al robo en Oliver Twist, la gran novela del XIX, de Dickens. Ambos cumplen la misma función. Pero, particularmente, Monopodio no se queda en la mera contabilidad de las ganancias, como el personaje dickensiano, sino que es un verdadero administrador, el jefe supremo de la referida cofradía, capaz de resolver incluso conflictos emocionales y de pareja (el caso de Juliana la Cariharta y Repolido), o estar atento a los requerimientos de su propia madre, tan contradictoriamente religiosa, permisiva e inconsciente a la vez.

Delincuentes, prostitutas, jóvenes que encuentran, descarriados y al margen de un “status quo”, una forma de vivir la vida, y que no son para nada ejemplares con existencias aun menos ejemplarizadoras. Pero Cervantes, en la últimas líneas de Rinconete y Cortadillo, a través de la voz del narrador, señala: “...y así se deja para otra ocasión contar su vida y milagros (...) y otros sucesos (...) que todos serán de grande consideración y que podrán servir de ejemplo y aviso a los que los leyeren” (168) (las cursivas son nuestras).

Rinconete, más perspicaz que Cortadillo, es también un seguro y certero observador. Observa en silencio y capta progresivamente los mecanismos, si cabe el término, que hacen funcionar y prolongan la supervivencia de esta red delincuencial. Las técnicas del hurto y la estafa, incluso la violencia y el agravio, son detalladas: asaltar a la gente a plena luz del día, quitarles objetos de valor, ensuciar las casas como muestra de agravio a los propietarios, hasta llegar a hechos sangrientos.

Las negociaciones referidas a estos actos igualmente son especificadas, como en el caso de Chiquiznaque. O en el repaso de las “Memorias de las cuchilladas que se han de dar esta semana”, una especie de inventario de las acciones de la cofradía de ladrones.

La corrupción, asimismo, tiene su propio espacio, no sólo representada ya en la vida misma de estos marginales, sino en el soborno y control de la autoridad, resumida en una cierta cantidad de dinero o prebendas, previamente acordada, que se le entrega puntualmente al alguacil de turno. Éste sigue los principios del “dejar hacer, dejar pasar” y el orden, que en realidad es desorden, anomia y crisis, pervive.

El lenguaje, su tratamiento y su conocimiento, que recurre con frecuencia a los giros del hampa de la época, juega un papel primordial porque Cervantes se revela como un imaginativo conocedor de las jergas de los bajos estratos sociales implicados: por ejemplo cuando Cortadillo responde a Monopodio sobre sus “habilidades”: “Yo (...) sé la treta que dicen mete dos y saca cinco, y sé dar tiento a una faldriquera con mucha puntualidad y destreza” (147). Y el propio Rinconete, a su turno, declara: “Yo (...) sé un poquito de floreo de Vilhán; entiéndeseme el retén, tengo buena vista para el humillo, juego bien de la sola, de las cuatro y de las ocho; no se me va por pies el raspadillo, la verrugueta y el colmillo...” (146-147).

Maravall nos recuerda: “...(Cervantes) en Rinconete y Cortadillo hace el encomio del ganapán, cuando un jovenzuelo esportillero expone a los dos compañeros en qué consiste su oficio” (348).

Rinconete y Cortadillo se aproxima a una tradición crítica, que con el tiempo encontrará en la literatura occidental modelos y representaciones muy cuestionadoras, incluso corrosivas en cuanto a enjuiciamiento de sistemas establecidos o épocas de crisis. Ejemplo de ello son las grandes novelas del XIX y sus autores: Tolstoi, Dostoievsky, Flaubert, Balzac, Víctor Hugo. Por ello, Luckács llamó a esa época “el gran siglo de la novela”.

Cervantes, con su habilidad declarada, pinta un lienzo que se prolonga y deja un final abierto quizá capciosamente. Porque puede que sea consciente de que su opción moralizadora no resistirá al tiempo. Si lo vemos de este modo, también hallamos a un peculiar precursor, sobre todo a un fundador.

Todo lo mencionado, en resumen, hace de Rinconete y Cortadillo un ejemplo de novela —que en la perspectiva de la picaresca no llega a afiliarse por completo a este género— representada con el más académico título de “novela ejemplar”. Ejemplo en tanto maestría en técnica e ingenio, como lo sustentaba Gracián, en caracterización de personajes y situaciones. Y, en especial, en la percepción, por parte del autor, de la crisis social, los espacios desiguales de supervivencia y el contexto urgente de las situaciones que conduce a otras más graves, quizá ya más desarrolladas, entre humor negro, ironía y personajes siempre al límite, en la típica literatura picaresca del XVI: el Guzmán de Alfarache, La pícara Justina, La lozana andaluza y, por cierto, El lazarillo de Tormes, inequívoca piedra angular del género.


-Jorge Zavaleta Balarezo
Escritor, crítico de cine y periodista peruano (Trujillo, 1968). Es doctor (Ph.D.) en literatura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Además, tiene estudios de literatura, periodismo, cine, publicidad y análisis político en la Pontificia Universidad Católica de Lima (PUCP) y en el Instituto Idea, de Caracas (Venezuela). Su obra creativa incluye la novela Católicas (1998) y una colección aún inédita de cuentos. Ha publicado ensayos y reseñas en revistas académicas como Mester, Variaciones Borges, Revista Iberoamericana, Nomenclatura y Visions of Latin America. Su carrera periodística en Lima y América Latina incluye artículos en diarios, revistas y agencias de noticias como Argenpress (Argentina), Notimex(México) y DPA (Alemania). En 1998 participó en el volumen colectivo Literatura peruana hoy: crisis y creación, editado por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania), con el ensayo “El cine en el Perú: ¿la luz al final del túnel?”.Fundador de Papeldearbol.com.
Puedes leer sus 

Bibliografía

Cervantes, Miguel de. Novelas ejemplares. Barcelona: Juventud, 1990.

—, Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Madrid: Cátedra, 1997.

Maravall, José Antonio. La literatura picaresca desde la historia social. Madrid: Taurus, 1986.

Parker, Alexander. Los pícaros en la literatura: la novela picaresca en España y Europa (1599-1753). Madrid: Gredos, 1971.

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¿Y si hablamos de igualdad?. Villanos con discapacidad en cultura popular



Poderoso caballero es don dinero/ hace de villanos caballeros/ y de caballeros… villanos (...),
https://www.youtube.com/user/GameofThroneshrones
Francisco de Quevedo y Villegas.
El Banco Interamericano  de Desarrollo,  viene impulsando una  nueva corriente de comunicación social. Los tradicionales comunicados  de prensa  relacionados a los préstamos  a sus países  miembros para proyectos de infraestructura y programas  sociales, no tienen la prioridad en los medios como sucedía  en décadas atrás  cuando no primaba una economía  de libre mercado.  Entre  los blogs  que impulsa ahora:  ¿... y si hablamos de igualdad?. Mejorando vidas. Gente saludable  y  otros encontramos  aporte de destacados investigadores, periodistas  con mayor vocación profesional que se alejan del  sensacionalismo  y derivaciones.
Gente Saludable se  pregunta y responde:
¿Sabías que los trabajos en educación y salud han crecido sustancialmente en las últimas décadas en América Latina y el Caribe, y que gran parte son trabajos hechos por mujeres? Así lo constata la segunda entrega de la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe del BIDEste estudio analiza la evolución del empleo en salud y educación en el pasado, y calcula que para el año 2040 se necesitarán 12 millones de nuevos maestros, 3 millones de médicos y 8 millones de enfermeros, en donde el 70% de esos trabajos serán desempeñados por mujeres. ¿Qué oportunidades representa esto para las mujeres? 

Juan Pablo  SalazarConsultor del Sector Social del BID para asuntos de discapacidad nos ofrece interesantes análisis  sobre la discapacidad en la  cultura popular y el poder:
Desde Ricardo lll hasta la Reina Loca: siglos de villanos con discapacidad en la cultura popular




¡Virgen Santa! ¡Se enloqueció Daenerys! Parece que al darse cuenta que el único que la amaba en todo Westeros era  su sobrino, Jon Snow, decidió aplicarles una solución final a los habitantes de King´s Landing. Miles de mujeres, niños y civiles ardieron en el inclemente fuego de su dragón. Pero ¿y si hubiera recibido más amor? ¿Si hubiera crecido en un entorno familiar más favorable y no desplazada por la violencia en su país? ¿Si hubiera tomado algún medicamento para mitigar el ataque de esquizofrenia? ¿Si no hubiera heredado los genes que heredó de su padre, el Rey Loco? Lo cierto es que ninguna de estas condiciones se dio y quedamos sentenciados, una vez más, a un villano con discapacidad.
Desde el punto de vista de los derechos de las personas con discapacidad, Game of Thrones lo venía haciendo muy bien. En las ocho temporadas de esta serie de televisión -considerada uno de los mayores eventos de cultura pop de la década- ha habido al menos 16 personajes con discapacidad. Muchos con roles protagónicos,  con vida sexual y ocupando posiciones de poder. Son personajes complejos, con voz propia y la discapacidad no es el centro de sus historias, ni aquello que los define. Son buenos o malos, héroes o villanos, independientemente de su condición. Escribí una columna al respecto
A pesar del gran servicio que Game of Thrones le ha hecho al cambio de paradigma que busca el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad, el giro que le dieron a Daenerys, nuestra ex-amada reina de dragones, al convertirla fugazmente en una genocida con discapacidad psicosocial, promueve un estereotipo fatal.
No es nuevo. Quinientos años antes de George RR Martin, un tal William Shakespeare ya se había inspirado en la guerra de las dos Rosas para escribir una ficción también con zombies, intrigas, traiciones, sexo y un súper villano con discapacidad: Ricardo Tercero. ¡La historia también fue viral! Y así justificó su maldad este rey al principio de la obra:
“Pero yo, que no he sido formado para estos traviesos deportes ni para cortejar a un amoroso espejo…; yo, groseramente construido y sin la majestuosa gentileza para pavonearme ante una ninfa de libertina desenvoltura; yo, privado de esta bella proporción, desprovisto de todo encanto por la pérfida Naturaleza; deforme, sin acabar, enviado antes de tiempo a este latente mundo; terminado a medias, y eso tan imperfectamente y fuera de la moda, que los perros me ladran cuando ante ellos me paro… ¡Porque, yo, en estos tiempos afeminados débiles de paz, no hallo delicia en que pasar el tiempo, a no ser espiar mi sombra al sol, y hago glosas sobre mi propia deformidad! Y así ya que no pueda mostrarme como un amante, para entretener estos bellos días de galantería, he determinado portarme como un villano y odiar los frívolos placeres de estos tiempos.”
Su discapacidad es el origen de su maldad. Su razón para odiar al mundo, al igual que los villanos de James BondJason en Viernes 13,  el Guasón en Bátman y tantos otros que justifican su conducta macabra en una discapacidad. Cientos de años de martillar este estereotipo en la cultura popular le han pasado factura a este colectivo social a la hora de buscar trabajo, por ejemplo. Nadie quiere contratar al próximo Guasón para que maneje Excel en el departamento de contabilidad.
Ahora, cambiar esto es difícil. Pero se empieza por que cada persona entienda a la discapacidad como un asunto de derechos humanos. Algo en el entorno y no en el individuo. Así, un público más informado demandará entretenimiento que aborde a la discapacidad de una manera más multidimensional y realista y no como un simple deus ex machina para justificar la maldad. Así como ha cambiado un poco la manera estereotípica de mostrar a las mujeres o a los afrodescendientes en los medios de comunicación, la cultura debe evolucionar para incluir a las personas con discapacidad de una manera adecuada. Game of Thrones iba muy bien y pues bueno…aún falta un capítulo. ¡Vamos Khaleesi!, demuéstranos que todo ha sido un gran malentendido.
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Paco Arroyo en su Blog: El Arte de la Historia.  recuerda que.:La Historia no es una ciencia, es un arte, precisando el pensamiento de Anatole France y un valioso  trabajo sobre:
La caballería villana

La caballería villana es una institución militar típicamente hispánica que se desarrolló en el medievo en los reinos de Castilla y de León y, en menor medida, en el de Portugal. Tuvo un importante desarrollo en la Extremadura castellana (la tierra que se abre entre el río Duero y el sistema Central) durante los siglos X y XI, y en particular con la repoblación que lleva a cabo Alfonso VI, en cuyo proceso se estableció un modelo social y político basado en extensos concejos municipales fundados bajo diversos fueros concedidos por los reyes castellanos para favorecer su repoblación y en los que se contemplaba la creación de milicias populares para la defensa de la villa y de su alfoz. El fuero más antiguo que se conoce, el de Castrojeriz en 974, ya contempla esta figura.

En general, se trataba de una milicia concejil formada por soldados de a pie o peones, ballesteros y soldados a caballo que las poblaciones debían prestar al rey cuando este necesitara de ellas de acuerdo al deber de auxilium que contraían las poblaciones en sus fueros. Todos los integrantes de la milicia se obligaban a mantener completo y en buen estado su armamento.

El valor específico de esta caballería villana radicaba en que para ostentar el rango de caballero no se exigía poseer un origen noble, tan sólo tener los recursos suficientes para mantener al menos un caballo y el armamento completo y necesario para el combate, además, claro está, de residir en el concejo. Se les conocía comúnmente como los “caballeros pardos” por el color de su indumentaria. El nombramiento de estas tropas correspondía a los alcaides de los distintos concejos. Al tratarse de poblaciones de repoblación los caballeros villanos eran agricultores y ganaderos pudientes (se estima que a finales del s. XI el mantenimiento de un soldado a caballos consumía la renta generada en 150 hectáreas de tierra) que además solían ocupar los oficios municipales.

Al objeto de hacer apetecible conseguir este estatus, a los caballeros villanos se les otorgaban ciertos privilegios; así, ni el caballo ni el armamento podía ser embargado por deudas y estaban exentos de algunos impuestos, en concreto el de yeguada; incluso tras la muerte del caballo, si ocurría en un lance de guerra, se les permitía un tiempo para volver a hacerse con otro animal; gozaban de un estatuto jurídico especial que reducía las penas para los caballeros respecto a los peones para ciertos delitos, y en los juicios podían exigir la presencia del alcaide: además, el carácter de caballero villano se extendía a los hijos y lo mantenía la viuda mientras que no contrajera nuevo matrimonio.


Con el avance de la reconquista y debido a su valor estratégico (caballería de carga con lanza) en la guerra contra el musulmán la caballería villana aumentó considerablemente su importancia y en consonancia su presencia política e institucional. De la misma forma, los caballeros villanos fueron aumentando sus privilegios hasta equipararse de hecho con la baja nobleza tradicional castellana de las poblaciones al norte de Duero: los infanzones, que por su parte fueron perdiendo importancia social según se ampliaba el territorio dominado por los reyes cristianos.

Este cuerpo militar se caracterizó entonces por una gran apertura y permitió una movilidad y ascenso social inusual en otros lugares europeos, si bien existieron grupos sociales parecidos como son los “yoeman” en Inglaterra o los “kulak” en Rusia. También es el origen de la idea, un tanto mítica, de una Castilla medieval de hombres libres ajenos a las prácticas feudales. La realidad no fue tan idílica y pronto estos caballeros villanos pretendieron emular y equipararse a los caballeros de linaje y para eso había que cerrar o dificultar al menos el acceso al grupo. Así, en el siglo XII, bajo el reinado de Alfonso X, se produce el reconocimiento jurídico del status privilegiado de la caballería villana; lo que viene a reconocer de iure una situación de facto obtenida merced al poder económico y político que habían logrado estos caballeros villanos.

Este hecho ha generado un debato historiográfico entre historiadores: los que piensan que este acto jurídico cerró el acceso al grupo; y los que mantienen que aún mantuvo su permeabilidad hacia quien cumpliera sus requisitos básicos: mantener caballo y armas. En cualquier caso, lo que parece claro es que se comenzaron a crear instituciones comunales que favorecieron la oligarquización del grupo. Las cofradías y hermandades son un buen ejemplo de ellas, pues en sus estatutos se solían incluir requisitos para ingresar que iban más allá que ostentar la condición de caballero villano, así se pedía pertenecer a ciertas familias y linajes. Un elemento de gran significación fue que desde el s. XIII los caballeros villanos comenzaran a percibir soldadas como la caballería de linaje.

Este afán en alcanzar la condición nobiliaria se produjo durante los siglos XII y XIII y tuvo resultados muy dispares entre unas ciudades y otras; y si estos caballeros villanos tuvieron que defender sus intereses frente a la antigua hidalguía de linaje y los infanzones, según avanza la reconquista serían estos antiguos caballeros villanos, trasformados muchos ya en “hidalgos de linaje”, los que se verán acometidos por la nueva forma de acceso a la baja nobleza que representaba los caballeros de cuantía o de alarde de los siglos XIV y XV en las ciudades de Castilla y en particular las situadas más allá de Despeñaperros. La proliferación de hidalgos en las ciudades de la Extremadura castellana y leonesa en los siglos XV y XVI sólo puede explicarse buscando su origen en la caballería villana.

Durante el siglo XIV la asimilación producida entre la caballería de linaje y la villana había transformado a esta última de tal modo que era notable su ineficacia guerrera. Ante esta situación se crea la caballería de cuantía o de alarde que se recoge en el ordenamiento de Alcalá de 1348 con el establecimiento de la obligación para todo el reino de mantener caballos y armas según la cuantía de los bienes de los subditos.

Destacar, por último, que la caballería popular castellana, en su versión villana o de alarde, participó de forma muy notable en las grandes batallas medievales: Uclés (1086), Alarcos (1195), Las Navas de Tolosa (1212) y del Salado (1340) donde tuvo su canto del cisne, pues a partir de la extensión del uso de la pólvora y de la artillería comienza el fin de este cuerpo. En los años siguientes la infantería pasará a ser la pieza fundamental en la guerra y relegará a la caballería del papel primordial que tuvo en la Edad Media.

Poderoso caballero es don dinero

hace de villanos caballeros

y de caballeros… villanos.

(…)
Francisco de Quevedo y Villegas