El siglo XX y dos décadas del XXI han derruido totalmente la "predictividad del futuro" como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la incertidumbre sobre nuestro futuro.
La educación debe hacer suyo el principio de incertidumbre, tan válido para la evolución social como la formulación del mismo por Heisenberg para la Física.
La historia avanza por atajos y desviaciones y, como pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de una mutación, a veces de civilización y a veces de barbarie.
En este contexto emerge La Etica, no como una característica aislada del Derecho, sino como un paradigma, una rama de la ciencia, de la Psicología Educativa.
Edgar Morín, filósofo de la Academia Francesa, muy apreciado entre destacados líderes de Argentina y Perú, a partir de su obra "Pensamiento Complejo", viene contribuyendo en la "Teoría Trialista del Mundo Jurídico", teoría que en definitiva, abre las posibilidades de hacer justicia en la realidad social.
En esta óptica, su visión sobre la Etica se convierte en herramienta indispensable para comprender la naturaleza del conocimiento científico. En "Los Siete Saberes", Morin nos dice: "Hay que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado".
Es por eso que la educación del futuro debe volver sobre las incertidumbres ligadas al conocimiento. Morin nos dice que la Etica es una introducción desde las ciencias duras o blandas, desde el campo de la literatura o la religión. Nos lleva a interesarnos en desarrollar un método complejo de pensar la experiencia humana.
La Etica nos ayuda a recuperar el asombro ante el milagro doble del conocimiento y del misterio, que asoma detrás de toda filosofía. Nos convoca a una empresa humana en su aventura abierta hacia el descubrimiento de nosotros mismos, nuestros límites y nuestras posibilidades.
Los estudios de filósofos como Edgar Morin, ayudan a entender cualquier aspecto de la experiencia humana ya sea por necesidad o interés multifacético. Si bien ser humano no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales. Sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas.
El pensamiento complejo es una aventura, pero también un desafío. Abusando de su mística por la educación, su pensamiento complejo se sintetiza en los siguientes temas:
-Una educación que cure la ceguera del conocimiento, que conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del futuro debe contar siempre con esa posibilidad. El conocimiento humano es frágil y está expuesto a alucinaciones, a errores de percepción o de juicio, a perturbaciones y ruidos, a la influencia distorsionadora de los afectos, de la propia cultura, al conformismo, a la selección meramente sociológica de nuestras ideas, etc.
-Se podría pensar, por ejemplo que, despojando de afecto todo conocimiento, eliminamos el riesgo de error. Es cierto que el odio, la amistad o el amor pueden enceguecernos, pero también es cierto que el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad.
Pero ninguna teoría científica está inmunizada para siempre contra el error. Incluso hay teorías y doctrinas que protegen con apariencia intelectual sus propios errores.
La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. "Los dioses se nutren de nuestras ideas sobre Dios, pero inmediatamente se tornan despiadadamente exigentes". La búsqueda de la verdad exige reflexibilidad, crítica y corrección de errores. .
Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certezas, no viceversa.
La democracia tiene una concepción de la vida que reivindica a las personas para que su sentido de realización sea pleno con base en valores éticos que combinan ideales, reglas, actos y comportamientos que favorecen la cohesión de la sociedad civil.
Los valores de la democracia como la libertad, la igualdad, la equidad y el bienestar, tienen compromiso ético desde el momento que son universales en la sociedad civil moderna.
La ética en la democracia no sólo es valor abstracto y normativo, sino que se orienta a conductas con apego a la honradez y la responsabilidad.
Un aspecto cardinal en la vida democrática relacionado con las creencias (Bilbeny, 2005) para hacer las cosas, se refiere al vínculo entre gobernantes habitantes y ciudadanos a partir de entender la importancia de las instituciones administrativas y gubernamentales.
Por eso, el servicio público en sus vertientes de igualdad, imparcialidad y mérito (Maguirre, 1997) no es un privilegio que tienen a su cargo los gobernantes, sino una responsabilidad que se vincula con las condiciones de vida de la sociedad, los ciudadanos y las organizaciones civiles.
La importancia ética del desarrollo con la equidad y bienestar es fundamental en la visión de los gobiernos para producir resultados estratégicos y efectivos. Implica que la atención a los gobernados no es un asunto de improvisación ni buenos deseos, sino que supone dar respuesta con eficiencia y responsabilidad al cúmulo de peticiones que se formulan a la autoridad constituida.
El servicio público en esta perspectiva, no debe entenderse únicamente como un sistema de trámites, sino como un conjunto de valores que lo comprometen éticamente con la sociedad y los ciudadano.
Desde la visión normativa que se debe traducir en mejores actitudes y tipos de responsabilidad, se encuentra la ética de la responsabilidad, entendida en los marcos de que cada persona y servidor público asuma los costos de su actuación, así como las consecuencias de su obrar.
Por tanto, la formación de valor público tiene que acreditarse con indicadores de medición que aludan a formas de medición sobre cómo se aprovechan los recursos públicos y cómo su aplicación produce mejores externalidades positivas a la sociedad civil.
El valor público de la Administración Pública se acredita cuando produce universalmente los bienes y servicio públicos que la comunidad demanda y de manera particular se acredita cuando los diversos grupos y públicos de la sociedad civil logran mejorar sus condiciones de vida.
En consecuencia, el nexo entre la ética y valor público es relevante para aludir a una condición de vida que conjuga la equidad y el bienestar social, que son el punto cardinal para que la sociedad civil y los ciudadanos tengan una comunicación más abierta y recíproca.
Conclusión. La aportación de la ética a los asuntos colectivos es inapelable, porque es portadora de valores normativos que contribuyen a potenciar la calidad de la democrática teniendo como referente principal el apego a la legalidad, la imparcialidad y la igualdad jurídica y política.
La ética es portadora de un amplio contenido filosófico, humanista y social desde el momento que su mundo tiende a definir reglas normativas que tienen como horizonte la preservación del interés público, el bienestar general y el bienestar de los ciudadanos.
El valor público contiene lo público de la sociedad, lo público del gobierno y el espacio público entendido como hogar común de los ciudadanos. En consecuencia, el valor público identificado en el desempeño de los gobiernos tiene que acreditarse con valores como la honradez, la legalidad, la responsabilidad, la justicia, además del desempeño institucional.
El carácter polifacético del valor público es propio de las democracias competitivas, productivas, responsables y eficientes. En este caso, el valor público para fines de gobierno, el cumplimiento de las metas colectivas, se nutre de la ética y ésta aporta valores que son fundamentales.
Este filósofo, que tuvo el coraje de autocriticar los errores de los procesos socialistas de Europa del Este, considera que el Perú es tan rico en tesoros culturales, provenientes de las civilizaciones que aquí se desarrollaron y bien pueden hacer la simbiosis de futuro entre los valores comunitarios del pasado andino y los aportes del humanismo europeo.
Europa pierde la sabia magnífica que hizo brotar a la ciencia, la razón y la filosofía moderna. La esperanza reside ahora en América del Sur. Morín considera que el Sur, puede integrar las aportaciones positivas del Norte, pero rechazando la hegemonía del cálculo, de lo cuantificable.
Edgar Morín, en "La Vìa para el futuro de la humanidad", uno de su libros más recientes, postula por el desarrollo global y local. “Es preciso a la vez, globalizar y desglobalizar, crecer y decrecer, desarrollar e involucionar, conservas y transformar”.
Morín se vinculó al socialismo con el apoyo del Frente Popular (al cual se unió en la Federación de Estudiantes Frentistas, y al gobierno republicano español en la Guerra Civil Española. Cuando en 1940 huye a Tolouse, cuando se enteró de la invasión de la Alemania nazi y se dedicó a ayudar a los refugiados y a la vez a profundizar en el socialismo marxista.
El movimiento de la “Vía para el futuro de la humanidad” en el Perú cuenta entre sus miembros al colombiano Nelson Vallejo-Gómez, fundador del Instituto del Pensamiento Complejo en América Latina. A Pedro Sotolongo, presidente honorario de la cátedra de complejidad de la Univesidad de La Habana. Julio Rojas, ex viceministro de Poblaciones Vulnerables; José Matos Mar, Edmundo Murrugarra, Aníbal Qujijano, Iván Rodriguez Chávez son otros intelectuales y animadores con larga trayectoria. Teresa Salinas, directora del IPCEN en Perú.
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Referencias consultadas:
Ministerio de las Administraciones Públicas (1997), La ética en el servicio público, Madrid, España.
-Conferencias en Universidad Ricardo Palma de Lima y Universidad de Rosario, en Buenos Aires.
-Panel sobre pensamiento complejo, moderador sociologo peruano Julio Rojas.
- Entrevistas de Jorge Zavaleta Alegre. Diario16- Cambio16, Lima 2000.