Benito Juárez y El Paso, urbes de la frontera mexicana -
estadounidense, – hasta hace tres o
cuatro décadas – fueron parte de un
territorio donde reinaba el intercambio relativamente
pacífico entre pobladores de las dos
riberas del Río Bravo.
Podría decirse que había una aproximación a la América Latina en el contexto de una “guerra
de afectos”, según el filósofo Herman Herlinghaus, en su libro Violencia sin culpa: narrativa ética global del sur, que sugiere la actual noción de narco
narrativas, como lente para entender, las
cada vez más numerosas y urgentes manifestaciones en cine, literatura, música,
como correlato de la cambiante situación
del Continente* (revista Osa Mayor, Universidad de Pittsburgh, Editor Jorge
Zavaleta Balarezo)
Juárez, era visitado para
disfrutar de la música y el cancionero del México romántico, de los tacos, enchiladas y arracheras. Igualmente, de la
variada artesanía y de librerías con centenas
de títulos alusivos a la ocupación, en el siglo XIX, de los territorios de Nuevo México, Alta
California, Baja California y los estados de Coahuila, Veracruz, Puebla, editados en Papel de Árbol, cortezas blanco y rojo de los
árboles de amate: Ficus cotinifolia y
Ficus padifolia.
Los mayas, aztecas, mixtecos, zapotecas, otomíes y
purépechas, llevaban en códices o libros manuscritos sobre sus aspectos culturales, sociales, económicos
y científicos alcanzados, como sus creencias religiosas, ritos, ceremonias,
nociones geográficas, historia, genealogías, alianzas entre los señoríos.
Desde Juárez, miles de campesinos cruzaban el río rumbo a las norias
(campos petroleros) y plantaciones de
frutales del vecino imperial. Y en el llamado II Barrio de El Paso
podían adquirir alimentos y artefactos domésticos a precios rebajados.
Ahora asistimos, a una peligrosa frontera, empezando por
Culiacán, capital de Sinaloa, donde la
problemática económica se ve dominada por la desintegración familiar, alcoholismo,
orfandad, prostitución o drogadicción de los padres. La niñez y hasta los
adultos mayores no acceden al sistema educativo o el mundo laboral pero si a un proceso de socialización entre poblaciones
excluidas.
Gran parte de este drama se conoce a través de los narcocorridos, expresiones de la
violencia criminal, cuando el asesinato se convierte en venganza. No es de
extrañar que atisbos de esta cultura ya están presentes en la amazonía, con el
asesinato de líderes ashaninkas por
madereros informales y las primeras denuncias sobre corrupción de
algunos dirigentes nativos que son elementos pasivos del cultivo ilegal de la coca, según conclusiones
del reciente taller en Lima “Agenda
Indígena Hacia la COP20″, que reunió a más de treinta destacados líderes indígenas
de San Martín, Ucayali, Junín, Pasco y Loreto y de ocho países sudamericanos.
Según Chirapaq, los lideres convocados, no descartan que el asesinato de cuatro
asháninkas en manos de madereros ilegales no es un caso aislado. Juan López
Gaspar, presidente de la Federación de Comunidades Nativas Yanesha FECONAYA,
señala que en Puerto Inca los pueblos indígenas también están recibiendo
amenazas.
Volviendo al significado de los narcocorridos, estos son composiciones que
en sus inicios se le llamaban simplemente corridos de tráfico de drogas
ilícitas. En la medida que la temática abarcó más allá de los peligros y las
hazañas, cambió a canción exaltadora de
la vida ostentosa y placentera del narcotraficante (Ramírez-Pimienta), y cambia
su denominación a narcocorrido.
El planteamiento de la ilegalidad y la paralegalidad, en los
narcocorridos, es un desafío al poder en la medida en que desacredita el
discurso público y desacraliza ese mismo poder.
Por toda esta peligrosa corriente de la narcocultura las instituciones vigilantes de los DDHH exigen trabajar junto con el Estado en la implementación de proyectos para enfrentar la deforestación en la Amazonía y América Latina en general. A este esfuerzo concurren, las reuniones binacionales con Colombia, Perú y Brasil que viene promoviendo el Estado peruano. La más reciente acaba de realizarse en Iquitos con el gobierno colombiano, en tanto el Perú figura como el mayor productor de coca, insumo de la cocaína y fuente para la narcocultura.
*Hermann Herlinghaus was profesor of Latin American and Cultural Studies at The University of Pittsburghs, now in University of Friburgo. He is autor of Renarración y Descentramiento: Mapas Alternativas de la Imaginación en America Latina, 2004. Narraciones Anacrónicas de la Modernidad: Melodrama e Internacionalidad en América Latina 2020.... entre otros.
*Jorge Zavaleta Balarezo is Escritor, crítico de cine y periodista peruano (Trujillo, 1968). Es doctor (Ph.D.) en literatura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Además, tiene estudios de literatura, periodismo, cine, publicidad y análisis político en la Pontificia Universidad Católica de Lima y en el Instituto Idea, de Caracas (Venezuela). Su obra creativa incluye la novela Católicas (1998) y una colección aún inédita de cuentos. Ha publicado ensayos y reseñas en revistas académicas como Mester, Variaciones Borges, Revista Iberoamericana, Nomenclatura y Visions of Latin America. Su carrera periodística en Lima y América Latina incluye artículos en diarios, revistas y agencias de noticias como Argenpress (Argentina), Notimex (México) y DPA (Alemania). En 1998 participó en el volumen colectivo Literatura peruana hoy: crisis y creación, editado por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania), con el ensayo “El cine en el Perú: ¿la luz al final del túnel?”.