Por Jorge Zavaleta Alegre
Extirpador de idolatrías (2014), es el primer largometraje de
ficción del director Manuel Siles, que ha sido recibido por el público peruano
entrelazando el sincretismo religioso, la herencia cultural y el mestizaje en
un Perú post conflicto armado interno.
Es obvio que un Perú
fraccionado antes y después del incanato mantiene grandes vacíos por pretender obviar el vigente colonialismo que la población rechaza
consciente o subliminalmente.
El propio director
confiesa cuán equivocado estaba, porque al poco tiempo se dio cuenta de que en las comunidades persistía
sapiencia, religiosidad, civismo, y los
valores afine así como defectos y vicios como machismo, intolerancia, falta de
compromiso.
El director de El extirpador confirma que la extirpación de idolatrías aún
persiste, esta vez estigmatizando de ídolos o supersticiones a cualquier modelo
de dearrollo.
La metáfora que intenta el director es construir la decapitación como un modo de atacar las
ideas que no se ajustan a las del discurso oficial, con el apoyo explícito de
la jerarquía de esa confesión.
Sin embargo, a pesar de la escritura metafórica de la
película, está seguro de que en la realidad y en nuestra época las cosas son
realistamente feroces. No dudo que el estado seguirá disparando y asesinando a
quienes defiendan su derecho a un modelo de desarrollo alternativo, y que usará
las instituciones policiales y judiciales para criminalizar a los que no puedan
matar, todo ello con la bendición de la clase política y de la iglesia
católica. Ni más ni menos tal cual se hizo en la época de la colonia.
Yuyachkani es una de las influencias más fuertes en esta
nueva película.
CONQUISTA Y EXTIRPACION
La conquista española de los Andes que comenzó en 1532, dio
inicio al doble proyecto de evangelización e hispanización del indígena. La cristianización,
desde el comienzo estaba vinculada a la colonización de los pueblos americanos.
El virrey Francisco de Toledo y otros pensaban que sería
necesario hispanizar a los indígenas antes de poder realizar la tarea
evangelizadora, involucrando a numerosos misioneros y doctrineros.
Fue el cura doctrinero de Huarochirí, Francisco de Avila,
quien puso las autoridades coloniales en alerta al denunciar a sus feligreses
andinos de proseguir clandestinamente con los cultos precolombinos. Los
indígenas de su parroquia, pese a ser bautizados desde hace mucho tiempo, eran
idólatras y rendían culto a las deidades andinas como antes de la conquista.
Aunque la Extirpación impactó mucho en los pueblos donde se
realizó, sólo logró controlar algunas regiones del vasto territorio del
virreinato peruano. La Extirpación institucionalizada se asemejaba bastante a
la Inquisición, otra institución mucho
del virreinato del Perú.
El virrey del Perú calificó a la Extirpación un asunto de
primer orden para el gobierno colonial, que tenía dos objetivos: la evangelización de los
indígenas, contribuyendo en el segundo paso a concluir la colonización de los
Andes.
La destrucción de las representaciones de dioses y de las
momias afectó sobremanera a las sociedades andinas que la sufrieron: Las
campañas de extirpación de idolatrías por consiguiente no sólo atentaron contra
las religiones andinas, sino también contra la identidad cultural de los
pueblos afectados.
Las reacciones más visibles a la extirpación de idolatrías
fueron las provincias coloniales de Huarochirí y de Cajatambo, a 111 kms y 222
kms de Lima.
Es de notar que eran las autoridades del pueblo y en especial
la familia del curaca de Huarochirí quienes se opusieron con más vigor al
visitador y, sobre todo, a sus ayudantes indígenas. Esto señala una vez más el
rol importante de los curaca y autoridades tradicionales respecto a la religión
y la cohesión de los grupos locales y étnicos.
Como en otros lugares de los Andes, también en Cajatambo se
consideraba muy importante la veneración de los malqui, los cuerpos momificados
de los antepasados, puesto que se relacionaban con la fertilidad de los campos,
que representaban animales domésticos o frutos como mazorcas de maíz y papas.
Conclusiones
Las reacciones de los indígenas frente a la extirpación de
idolatrías, es de notar que tanto los habitantes de Huarochirí como los de
Cajatambo se resistieron a la destrucción de sus cultos locales, adoptando
diversas estrategias para contrarrestar los efectos de la persecución
institucionalizada.
En ambos casos el aniquilamiento de representaciones de
deidades andinas no tuvo gran éxito: Los indígenas prosiguieron con la
veneración de éstos dioses. Esto demuestra que Cristóbal de Albornoz, un
extirpador de idolatrías muy experimentado del siglo XVI, estaba equivocado al
afirmar que era muy importante destruir los "ídolos" en presencia de
los feligreses indígenas porque entonces dejarían de rendirles culto.
Carlo Ginzburg: en su libro sobre el aquelarre de las brujas, el historiador italiano nos hizo recordar la importancia de las creencias y pensamientos para la conservación de la identidad cultural. Cuando los acusados en los procesos de brujería interiorizaron el modelo del sabbat estereotipado que propusieron los cazadores de brujas, entonces —dice Ginzburg (1990: 20)— perdieron su propia identidad cultural.
Por lo tanto, quizá no sea demasiado aventurado concluir
respecto a las sociedades andinas que éstas, al lograr defender sus religiones
antiguas —aunque fuera de forma modificada— lograron asimismo conservar su
identidad cultural.
En cuanto a consecuencias de la persecución de los cultos
a las huaca es sugestivo un documento de la visita de Sarmiento: Una mujer es
denunciada que cuando sube a un cerro a rendir culto a la huaca
de ayllu, lo
hace llevando una disciplina y un rosario.
La película ha sido
premiada internacionalmente. Entre sus menciones destacan 5 galardones en los
Premios Latino 2016, realizado en el
Palacio de Congresos de Marbella, España. De igual manera, recibió en el
2015 el premio a Mejor Película en la Competencia de Largometraje Andino de
Ficción en el Festival Internacional de Cine de Pasto, Colombia.
Asimismo, corresponde al portafolio de Cultura alentar el cine nacional las producciones
locales, superando los dogmas perversos
del libre mercado, dando muerte a lo mejor de la
creatividad frente al renacer vigoroso
de las producciones del mercado, inclusive con filmes que intoxican la
mente y el corazón del público que ama el cine. El cine, no tardará en constituirse en el principal aliado de la Educación.