David Flores Vásquez*
Parece que la corrupción viene en el A.D.N. de la especie
humana por lo que solo se salvarían los santos y los justos que precisamente, por eso, son los
menos.
El Perú está atravesando una época muy difícil en la que la
política se tiñe de corrupción lo que por lo demás, lamentablemente, no es una novedad. Viene de
antaño. Es obvio, “todo depende del
cristal con que se mire” a lo que
añadiría que también “depende desde qué
ángulo se mire”. Agreguemos ahora que la
óptica política o mejor aún la ambición política, creará mayor distorsión, pues
no todos pensamos igual y eso, que en principio es saludable, genera otro tipo
de problemas. Lo que es bueno para unos
no lo será para otros. La ambición política genera muchos problemas. Pero del debate honesto nace la luz. Y eso es
positivo.
En medio de esta vorágine preocupante, recuerdo dos
aforismos válidos para este mal
humano, tan antiguo, en el que
tirios y troyanos bien podrían estar de
acuerdo o por lo menos acercarse al consenso:
1.- “Donde se abre una escuela, se cierra una cárcel” y,
2.- “Educad a los niños y no castigareis a los hombres”.
Por lo demás, es verdad que nos es más fácil hablar de la
corrupción de otros y no de la nuestra. Por eso tendríamos que añadir
a lo dicho, necesariamente: “No mires la paja en el ojo ajeno sin ver la viga
en el tuyo”.
¿A dónde quiero llegar
con todo esto?: No a consolarme con lo de “mal de muchos………………..”, sino a que
la corrupción, solo se combatirá con la educación y si cada
uno de nosotros hace solo lo correcto. En síntesis, todo es cuestión de
educación, (en la casa y en la escuela). La corrupción quizá no desaparezca.
Pero, obviamente, puede disminuir.
Leí, hace mucho tiempo, la historia de un hombre que
trabajaba en una joyería pesando oro todo el
día y que al final de la jornada se retiraba sin jamás llevarse la más
pequeña partícula de oro. Este hombre podía dormir siempre muy bien y
tranquilo. Al día siguiente se iba a su trabajo con todo entusiasmo. La
historia tendía a ponderar a un buen Juez, que tanta falta hace y que, a su
manera, pesa oro todo el día. Después de eso habría que preguntar: ¿Quiénes más
pueden dormir tranquilos?. Esa pregunta, por difícil, a veces se queda sin respuesta………
No es para
consolarnos, pero el problema del hombre,
desde los tiempos bíblicos, siempre ha sido la ambición, a veces del dinero,
otras del poder; prima el facilismo, camino siempre del lamentable “arribismo”.
En esos menesteres, o para
satisfacerlos, surge la corrupción. Si a todo esto añadimos que nuestra sociedad se ha encaminado, de un tiempo a esta parte hacia el consumismo, advertiremos que el
panorama no es alentador. No obstante
todo esto, tenemos que seguir luchando
pues la vida no se explica sin la lucha. Tenemos que alentarnos diciendo:
“Piensa que el pensamiento te hará grande; sufre que el sufrimiento te hará
fuerte”.
Solo haría falta
referirse a la pobre Eva que fue tentada por el poder: ”Come de la fruta
de este árbol y tendrás todo el poder
del mundo” Y se comió la famosa manzana. O, aprovechar la ocasión que se
presenta: “pasémonos la luz roja pues no hay nadie” y nos pasamos. Si a todo lo
dicho añadimos ahora que papá y mamá trabajan porque quieren tener mejores artefactos que los de la vecina y
los hijos, que deben ir solo a los mejores colegios, se quedan solos o con sus
dibujos animados o con la muchacha que no les hace caso, veremos que no podemos
esperar mucho de nuestra sociedad pues
estos niños así siempre estarán lejos de los verdaderos valores.
No me consuela saber que alguien va a la cárcel y que existen
cárceles disponibles. Lo ideal es que nadie vaya a la cárcel. Vale acá recordar
que “la cárcel así sea de oro, no deja de ser prisión”. Es posible que siempre
habrá quien no cumpla con lo que le corresponde y merecerá una sanción. Lo
ideal es que sean los menos. Por eso, todo dependerá de la educación y de la
educación en VALORES.
¿Queremos cambiar el
mundo?. Empecemos
por nosotros mismos en las cosas más simples. Lo peor es no hacer nada. (Lo que
sigue es de un Boletín del Rotary Club El Corregidor, Distrito 4455 de Lima,
que copio para la ocasión):
1.- Hagamos la fila.
2.- Lleguemos puntuales.
3.- Hagamos bien
nuestro trabajo.
4.- No desperdiciemos
agua.
5.- Digamos “por
favor” y “gracias”.
6.- No tiremos basura
en la calle.
7.- Disfrutemos el
deporte como es: Un juego.
8.- Pongamos la
direccional.
9.- Estacionemos en
lugares permitidos.
10.- No
descalifiquemos a la gente.
11.- Cedamos el paso.
12.- Practiquemos la
tolerancia.
13.- Escuchemos.
14.- Seamos amables.
Si hacemos estas cosas simples, será más fácil acometer otras
de mayor envergadura o estaremos mejor preparados para más exigentes retos. En efecto, la puntualidad, el respeto,
el trabajo bien hecho, dejan poco espacio para la corrupción. Difícilmente, quien estaciona solo en lugar
permitido, pensará en sobornar a un policía.
En síntesis: Todo empieza en nosotros mismos y en las cosas
chicas o insignificantes. Creo que vale el esfuerzo que lo intentemos.
*David Flores Vásquez, jurista, músico, promotor del turismo.