Jorge ZAVALETA ALEGRE¨
(*) Licenciado en Filosofía y Periodismo
Publicado en Cuadernos para el Diálogo del Grupo Cambio16 de Madrid y el Dominical de El Diario El Comercio de Lima.
http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1292130000/ECGA121210z10/
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http://elcomercio.pe/impresa/notas/dos-vargas-llosa/20101212/682824
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- “….¿Para qué crees que sirves tú como escritor?, preguntó Mario Vargas Llosa.
- “Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta que no servía para nada… contestó Gabriel García Márquez.
”Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva ¿verdad? en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos…”, agregó.
Así empezó el diálogo sobre “La Novela en América Latina”, durante las mañanas primaverales del 5 y 7 de setiembre de 1967. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNI, principal centro científico y tecnológico del Perú, cuando ambos ya eran notables novelistas, y años después serían consagrados con el Premio Nobel de Literatura 1982 y 2010.
La Academia Sueca ubicó al colombiano García Márquez en el contexto “de un continente cuya literatura ha conquistado una posición que es seguida con particular interés en la vida cultural de nuestro tiempo". Y al peruano Vargas Llosa “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”.
VLL. ¿…Esa inconformidad que expande la literatura en el ámbito social puede ser prevista, calculada por el escritor cuando su libro llegue a sus lectores…?
GM. No. Creo que si eso es previsto, que si es deliberada la fuerza, la función deliberada del libro que se está escribiendo, desde ese momento ya el libro es malo. Pero antes quiero establecer esto: cuando aquí decimos escritor, cuando decimos literatura, nos estamos refiriendo a novelistas y a la novela, porque de otro modo podría prestarse a malas interpretaciones…Creo que el escritor siempre está en conflicto con la sociedad…
VLL. ¿…Qué otros factores serían los preponderantes, que elementos determinarían la realidad de la obra literaria?
GM. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia… Precisamente estoy preparando la historia de un dictador imaginario que se supone es latinoamericano que tiene 182 años…Lo que quiero en este caso, es expresar que la inmensa soledad del poder no hay arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.
VLL. Una pregunta más personal…porque al hablar de la soledad yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros, inclusive el último se llama, precisamente, Cien años de soledad, y es curioso, porque tus libros siempre están muy poblados o son muy populosos…?
GM. En realidad no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el significado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario y que parezca todo lo contrario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo que es parte esencial de la naturaleza…
VLL...Quisiera que nos hablaras de este elemento que diríamos cultural, qué lecturas influyeron mayormente en ti cuando escribiste tus libros?
GM. Yo conozco mucho a Vargas Llosa y se dónde está tratando de llevarme. Quiere que le diga que todo esto viene de la novela de caballería. Y en cierto modo tiene razón. Uno de mis libros favoritos que sigo leyendo es el Amadis de Gaula y creo que es uno de los grandes libros que se han escrito en la historia de la humanidad, a pesar de que Mario Vargas Llosa cree que es el Tirante el Blanco… Toda esta libertad narrativa desapareció con la novela de caballería, en la que se encontraban cosas tan extraordinarias como la que encontramos ahora en América Latina todos los días. Las relaciones entre la realidad de América Latina y la novela de caballerías son tan grandes…
VLL…Tal vez podrías llegar a hablarnos del realismo en la literatura, cuáles son los límites del realismo y, ante un libro como el tuyo, donde ocurren cosas muy reales, muy verosímiles junto a cosas aparentemente irreales, como esa de la muchacha que sube al cielo en cuerpo y alma, o un hombre que promueve treinta y dos guerras, lo derrotan en todas y sale ileso de ellas…¿Tú crees que eres un escritor realista, o un escritor fantástico o crees que no se puede hacer esta distinción?
GM. No. No. Yo creo que particularmente en Cien años de soledad, soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real…Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros…Asumir nuestra realidad, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal…
VLL. Hay un capítulo en donde yo creo que tú has descrito con gran maestría el problema de la explotación colonial de América Latina. A mí me gustaría que lo explicaras de alguna manera.
GM. La historia de Macondo y las bananeras es totalmente real. Lo que pasa es que hay un raro destino en la realidad latinoamericana, inclusive en casos como el de las bananeras que son dolorosos, tan duros, que tienden, de todas maneras, a convertirse en fantasmas. Con la compañía bananera empezó a llegar a ese pueblo gente de todo el mundo y era muy extraño porque en este pueblito de la costa atlántica de Colombia, hubo un momento en el que se hablaba todos los idiomas. La gente no se entendía entre sí; y había tal prosperidad, es decir, lo que entendían por prosperidad, que se quemaban billetes bailando la cumbia…Los trabajadores que reclamaron pagos en dinero y no en bonos y lo que pasó fue que el ejército rodeó a los trabajadores en la estación y les dieron cinco minutos para retirarse. No se retiró nadie y los masacraron…
VLL. Dicen que una vez el gobierno brasileño suprimió una epidemia con un decreto..
GM. Volvemos a lo mismo. Lo que pasa es que en América Latina, por decreto se olvida un acontecimiento como tres mil muertos. Empezamos a buscar ejemplos y encontramos miles.
VLL. O sea el episodio de la matanza de los obreros no es solo histórico, sino que…
GM. Mi novela da el número del decreto por el cual se autorizaba para matar a balazos a los trabajadores y da el nombre del general que lo ha firmado y el nombre de su secretario. Eso está en Archivos Nacionales y ahora lo ven en la novela y piensan que es una exageración…
VLL. ¿…Por qué no nos cuentas un poco como conciliaste la actividad periodística con la actividad literaria, antes de escribir Cien años de soledad. Crees que estas actividades paralelas dificultaban el ejercicio de tu vocación…?
GM. Mira, durante mucho tiempo creí que la ayudaban, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria…Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que pasar trabajos y estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas domésticos y económicos perfectamente resueltos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores siempre escribirán mejor. Ahora, también sucede una cosa: que yo podía haber resuelto mi situación de escritor, aceptando becas, subvenciones, en fin todas las formas que han inventado para ayudar al escritor…
VLL. ¿Subvenciones de qué tipo? Porque el hecho de que un escritor leído o auspiciado o alimentado por una sociedad, es también una forma de subvención indirecta…
GM. Pero tú y Cortázar y Fuentes y Carpentier y otros, están demostrando, con 20 años de trabajo, de romperse el cuero, como se dice, que los lectores terminan respondiendo. Estamos tratando de demostrar que en la América Latina los escritores podemos vivir de los lectores, que es la única subvención que podemos aceptar los escritores.
VLL. El público del autor latinoamericano ha crecido enormemente, hay una audiencia realmente asombrosa… ¿Qué piensas tú, en comparación al escritor de hace treinta años?
GM. Yo estoy muy asustado…Creo que hay un factor real. Los escritores de hace treinta años hacían otras cosas. En general escribían los domingos o cuando estaban desocupados. La literatura era su trabajo secundario. Escribían cansados, es decir después de haber trabajado en otra cosa, se ponían a escribir literatura y estaban cansados….Las mejores horas, horas más descansadas hay que dedicárselas a la literatura. Ahora, yo no sé si el fenómeno del “boom” es en realidad un “boom” de escritores o si es un “boom” de lectores ¿Verdad?
VLL. ¿Tú piensas que este movimiento de auge de la literatura latinoamericana se debe principalmente a que los escritores latinoamericanos contemporáneos son más rigurosos con su vocación, es decir se han entregado más?
GM. Creo que es por lo que decíamos antes. Que hemos decidido que lo más importante es seguir nuestra vocación de escritores y que los lectores se han dado cuenta de ello. En el momento en que los libros eran realmente buenos, aparecieron los lectores. Esto es formidable. Yo creo, por eso, que es un “boom” de lectores.
VLL. La mayor parte de los autores latinoamericanos “de moda” diríamos, viven fuera de sus países. Se preguntan si exilio voluntario de estos autores daña de alguna manera el testimonio que ofrecen de su propia realidad. ¿Qué piensas tú del problema?
GM. Tengo catorce años de haber salido de Colombia y sigo viviendo en Colombia, pues estoy perfectamente informado de todo lo que ocurre en el país, mantengo contacto por correspondencia, recortes de prensa y estoy siempre al día en relación con todo lo que sucede allí… En el exterior se goza de cierta impunidad. Yo en París he vendido botellas, en México he escrito guiones de televisión sin firma, es decir cosas que nunca hubiera querido hacer en Colombia…En cualquier parte del mundo donde esté, estoy escribiendo una novela colombiana, una novela latinoamericana.
VLL. A mi parece que la literatura de evasión es una literatura que escapa de una realidad concreta, de una realidad histórica, es menos significativa que busca su material en una realidad concreta.
GM. A mí personalmente esa literatura no me interesa. Pero esto me hace recordar algo que conversamos. Recuerdo que tú llegabas a la conclusión de que los novelistas somos los buitres que estamos alimentándonos de la carroña de una sociedad en descomposición y me parece que sería interesante que recordaras esto que me decías, no se sí lo recuerdas, pero conversamos en Caracas.
VLL. Bueno, pero como el interrogado eres tú…
GM. No. no… es que estoy totalmente de acuerdo con esta idea tuya, podría exponerla yo, pero me parece que eso es una tontería estando delante tú, para que la expongas. Yo soy totalmente solidario.
VLL… Yo creo que estas sociedades que se parecen un poco a los cadáveres son las que excitan más a los escritores, los proveen de temas fascinantes. ¿Tú crees que se puede señalar un denominador común entre todos estos escritores? ¿Cuáles serían las afinidades que hay entre ellos?
GM. Bueno, no sé si sea un poco sofista al decirte que creo que las afinidades de estos escritores están precisamente en sus diferencias. Víctor Hughes es un personaje de Carpentier en el Siglo de las Luces. El coronel Lorenzo Gavilán en La Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Yo introduzco a un personaje que se fue a París y vivió en un hotel de la Rué Dauphine, en el mismo cuarto donde había de morir Rocamadur, que es un personaje de Cortázar…El punto donde quiero llegar es este: la facilidad con que a pesar de las diferencias que hay entre uno y otro, se puede hacer este juego, pasar los personajes de un lado a otro y que no queden falsos.
El día que encontremos ese nivel, escribiremos la novela latinoamericana verdadera, la que sea válida en cualquier país de América Latina a pesar de diferencias políticas, sociales, económicas, históricas…
VLL. Se piensa que el escritor tiene una responsabilidad ante su sociedad, que debe traducirse no solo en obras escritas, sino en actitudes de tipo político. A mí me gustaría que tú explicaras tu posición personal respecto a este problema.
GM. Bueno, antes que todo yo creo que el principal deber político de un escritor es escribir bien.
A mi parece que al escritor no hay que exigirle concretamente que sea un militante político en sus libros, como al zapatero no se le pide que sus zapatos tengan contenido político. Me doy cuenta que el ejemplo es poco superficial, pero no es correcto pedirle al escritor que convierta su literatura en un arma política, porque en realidad si el escritor tiene una formación ideológica y una posición política, como creo que yo la tengo, eso está implicado necesariamente en la obra.
VLL…Podría citarte un ejemplo, el de Borges, digamos. La mayor parte de su obra toca temas que anecdóticamente no podrían ser considerados temas argentinos...
GM. Creo que es una literatura de evasión. Con Borges a mi me sucede una cosa, Borges es uno de los autores que yo más leo y que más he leído y tal vez el que menos me gusta. A Borges lo leo por su extraordinaria capacidad de artificio verbal. Es un hombre que enseña a escribir, es decir que enseña a afinar el instrumento para decir las cosas. Desde ese punto de vista sí es una calificación. Yo creo que Borges trabaja sobre realidades mentales, es pura evasión.
VLL. ¿Qué cosa crees tú que ha quedado de toda esa literatura criollista?. Concretamente de esa generación Rómulo Gallegos, Jorge Icaza, Eustasio Rivera, Ciro Alegría, que en general se puede llamar costumbrista o nativista o criollista…
GM. Yo no quisiera ser injusto. Yo creo que esta generación removió muy bien la tierra para que los que vinieron después pudiéramos sembrar más fácilmente; yo no quiero ser injusto con los abuelos…Creo que la deuda mayor que tenemos los nuevos novelistas latinoamericanos es con Faulkner…Yo creo en la influencia de Rabelais, que no está en lo escrito sino la realidad latinoamericana es totalmente rabelesiana.
VLL. ¿Y cómo nació Macondo?
GM. Fue la vez que regresé con mi madre a Aracataca, el pueblito donde yo nací…No quiero decir que Aracataca es Macondo. Para mi Macondo es el pasado y bien como a ese pasado había que ponerle calles y casas, temperatura y gente, le puse la imagen de este pueblo caluroso, polvoriento, acabado, arruinado… un pueblo que se parece mucho a los pueblos del Sur de los Estados Unidos…Ahora el nombre del pueblo sale de una finca de bananos que estaba muy cerca y que se llama Macondo.
VLL. Ah, el nombre es real.
GM. Sí, pero no es un pueblo. Es una finca que se llama Macondo.
VLL. Ayer nos contastes que después de Cien años de Soledad piensas escribir El Otoño del Patriarca. ¿Podríamos hablarnos de ella?
GM. Soy un poco supersticioso en cuanto anticipar cosas sobre el libro que estoy escribiendo…Yo he seguido buscando el personaje para el cual todo es posible y me parece que fueron los grandes dictadores, pero esos dictadores primitivos llenos de superstición y de magia, de un inmenso poder. Por eso quiero que tenga ciento setenta o ciento ochenta años, no sé cuántos; que su plato favorito sean los ministros de Guerra, conspiradores asados y servidos con ensalada rusa. Entonces he resuelto que sea el gran monólogo, el larguísimo monólogo del dictador mientas está siendo juzgado por un tribunal popular.
Espero que resulte bien y nos veamos entre unos dos o tres años, hablando de El otoño del patriarca.
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Punto final. Desde hace 43 años, ambos novelistas han seguido escribiendo y acumulando más lectores. Ese Diálogo fue promovido por el entonces Rector de la universidad anfitriona, Arq. Santiago Agurto Calvo y el Decano de la Facultad de Arquitectura Luis Miro Quesada Garland, publicado en discreto tiraje. La síntesis que damos a conocer hoy toma como fuente la 2da Edición, 1991, publicada cuando era Rector - después Ministro de Educación - Arq. Javier Sota Nadal “para que se multipliquen los beneficios de las palabras que intercambiaron en las hermosas mañanas de setiembre del 67”