Papel de Arbol

jueves, 17 de octubre de 2019

"Parte Policial de América: a más pobreza más violencia"

Mexiko Proteste verschwundene Studenten

Jorge Zavaleta Alegre
En cuatro países de Latinoamérica - Brasil, Colombia, México y Venezuela - se comete un cuarto de todos los asesinatos del mundo. De las 50 ciudades más violentas del mundo, 43 son latinoamericanas. Las causas y soluciones son integrales. A más pobreza, más miseria.  más  violencia. La sangre brota, hierve, aumenta cuando no hay que comer, no  hay salud, no hay escuelas. Y quien logra salir de este  hoyo, por lo  general  olvida y oculta. Ser pobre no  es un título nobiliario, es un condenado de la tierra.

El crimen violento de América Latina y las formas de enfrentarlo tienen lecciones para el resto del mundo. América Latina, que cuenta con solo el 8% de la población mundial, representa el 38% de sus asesinatos criminales. La factura del carnicería en la región llegó a alrededor de 140,000 personas el año pasado, más de lo que se ha perdido en guerras en todo el mundo en casi todos los años de este siglo. Y el crimen se está volviendo cada vez más común, es una reflexión de la DW-Alemania.

Por qué América Latina es la región más violenta del mundo (y qué lecciones puede tomar de la historia de Europa), pregunta y responde  Gerardo Lissardy, BBC News Mundo:

Los civiles armados contra el crimen organizado son una respuesta extrema en América Latina ante la falta de soluciones del Estado. Comencemos con un repaso de la crónica roja de América Latina en la última semana, al azar. Algunos casos para reflexionar:

Cuatro personas murieron en Puebla, México, en un tiroteo afuera de la fiesta de graduación de un kínder. Decapitaron a un líder social en el departamento colombiano de Córdoba. Una balacera entre bandas criminales rivales dejó tres muertos y cinco heridos en Manaos, Brasil...

Cada día, semana, mes, Latinoamérica suma nuevas víctimas a su peor estadística: la que la vuelve la región más violenta del mundo, con las mayores tasas de homicidio conocidas, según un informe publicado esta semana por las Naciones Unidas. Desde el 2000 fueron asesinados violentamente más de 2,5 millones de latinoamericanos, según el instituto Igarapé, un centro de análisis con sede en Brasil. La cifra es comparable a la población de ciudades como Medellín, Guayaquil o Belo Horizonte.

El homicidio en América Latina "puede describirse como una epidemia", dice Angela Me, jefa de investigación de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Unodc por sus siglas en inglés) que realizó el estudio global. Y el fenómeno suele atribuirse a problemas económicos, pero el crimen aumentó durante el boom de materias primas que la región tuvo en la década pasada, cuando bajaron los índices de pobreza. El tema de fondo es la acumulación de la riqueza en pocas manos, pocas empresas y en estados dominados por la corrupción.

A menudo se habla de escasez de gasto público en seguridad, pero este rubro como proporción del gasto público total en Latinoamérica es casi el doble de la media del mundo desarrollado, según el Banco Interamericano de Desarrollo, pero las partidas asignadas terminan en pocas manos.

Otro argumento que suele esgrimirse es que falta "mano dura" contra el crimen, pero la población carcelaria en las Américas (sin incluir a Estados Unidos) creció 121% desde el 2000 según el informe mundial sobre prisiones (World Prison Brief, del ICPR) y el baño de sangre crece.

Entonces, ¿por qué es tan violenta América Latina?

No hay uno solo, sino varios factores detrás de la ola de violencia que sufre la región, advierten los expertos. Uno de ellos es el crimen organizado, que desde el 2000 causa la misma cantidad de muertes en todo el mundo que los conflictos armados, según el estudio de la Unodc.

Las pandillas y el crimen organizado operan con una violencia singular en América Latina. En la lucha por una tajada de ese mercado entran desde los carteles de Colombia y México hasta las maras de Centroamérica. Asimismo, varios gobiernos latinoamericanos han impulsado una "guerra a las drogas" con políticas represivas que incrementaron la violencia y la corrupción en sus propias fuerzas de seguridad.

"La amplia disponibilidad de armas de fuego en las Américas, junto con la proliferación de pandillas y grupos del crimen organizado, ayuda a explicar por qué muchos países de la región experimentan un nivel más alto de homicidios de lo que cabría esperar de su nivel de desarrollo", indicó.

El fácil acceso a armas de fuego contribuye al baño de sangre de Latinoamérica. Para colmo existe en Latinoamérica una amplia impunidad que reduce el costo de cometer un asesinato y estimula la justicia por mano propia. "La brecha entre las altas tasas de homicidios y las bajas tasas de condenas en 2016 fue más amplia en las Américas, donde solo había 24 condenas por cada 100 víctimas", sostuvo el informe. En algunas partes de América Latina, como Venezuela o Brasil, esa tasa de resolución de asesinatos es menor aún.

Desigualdad y urbanización

Latinoamérica también es la región más desigual del mundo y esto puede influir en su problema de violencia, de acuerdo a los especialistas. "Los países con mayor desigualdad en los ingresos tienen más probabilidades de tener mayores tasas de homicidios que los países con menos desigualdad", sostuvo la Undoc.

Las fuerzas policiales en algunos países de la región son vistas a menudo más como parte del problema que la solución a la violencia. Robert Muggah, cofundador del instituto Igarapé, señala que los altos niveles de violencia se asocian además a los elevados índices de desempleo de hombres jóvenes latinoamericanos, cuyas tasas de homicidio son muy superiores a las de sus pares en el resto del mundo.

La rápida urbanización de América Latina ha complicado la  realidad. "En Latinoamérica hubo una de las transiciones más notables de una sociedad rural a una urbana en los últimos 50 años", dice Muggah a BBC Mundo. "Muchas de las ciudades más grandes esencialmente han crecido de manera descontrolada".

La falta de prestación de servicios del Estado, como educación o salud, en muchas de esas zonas de crecimiento de las ciudades generó áreas marginadas y densamente pobladas, como las "favelas" en Brasil o las "villas" en Argentina. Las pandillas y el narcotráfico ganaron fuerza en muchos de esos territorios, que en ocasiones controlan por completo, y así se concentraron los riesgos para la violencia.

El crecimiento caótico de algunas ciudades latinoamericanas generó marginalidad. En las ciudades grandes y medias de América Latina, cerca de cuatro de cada cinco asesinatos suceden en apenas 2% de las calles."Contrariamente a la creencia popular., los homicidios tienden a estar altamente concentrados en áreas de concentrada desventaja y marginación socio-económica".

Los homicidios en América Latina son considerados una epidemia por expertos. La Europa medieval y moderna experimentaron niveles de homicidios comparables a los de las Américas hoy, pero el viejo continente tiene ahora una de las menores tasas del mundo: 1 homicidio por 100.000 habitantes promedio.
Las favelas en Río de Janeiro: donde la violencia es pan de cada día

"En Europa se ve una evolución, en particular de las instituciones, el Estado de derecho, la inversión en educación, una justicia penal en la que la gente confía. Y ese es un proceso que no ocurre tan fuerte en partes de América Latina".

La policía comunitaria. 

Inicialmente concebidos en países desarrollados–en especial el Reino Unido y los Estados Unidos—los modelos de policía comunitaria se han expandido por  América Latina en parte como respuesta a problemas como la arraigada desconfianza social en la policía y la extendida brutalidad policial, que afectan muy negativamente la respuesta estatal a la violencia delincuencial en muchos países.

Una investigación del Banco Interamericano de Desarrollo considera que la definición de contar como policía comunitaria es controvertida y, de hecho, en la experiencia latinoamericana se ha incluido bajo esta denominación prácticas policiales muy heterogéneas, que van desde el establecimiento de vagos mecanismos de interacción periódica entre la policía y las organizaciones comunales, hasta experimentos mucho más ambiciosos tendientes a convertir a la policía en un actor central en la vida de la comunidad.

En términos generales, los modelos de policía comunitaria combinan la mayoría de los siguientes elementos: Prevención del crimen mediante el acercamiento de la policía a la comunidad y el fomento de las relaciones de confianza mutua. Descentralización del mando hacia pequeñas unidades
territoriales, con el fin de acercar el trabajo policial a las necesidades locales,

Las experiencias de reforma policial que comparten esta orientación en América Latina son numerosas y es imposible hacerles justicia en estas páginas. Algunos de los casos más prominentes de la región incluyen al Plan Cuadrante de Carabineros de Chile; la reforma de la Policía Nacional de Colombia de los años 90, seguida, mucho más  recientemente, por el Modelo de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes (MNVCC); la reforma de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, a finales de los años 90; la transformación de la Policía Militar del Estado de Sao Paulo, también en los años 90; el Plan “Fica Vivo” en la ciudad de Belo Horizonte, en el estado brasileño de Minas Gerais; la adopción del plan “Comunidad más Segura” en Honduras, a partir del año 2002.

Cualesquiera sean sus matices particulares, de cara al futuro las estrategias de policía comunitaria seguirán enfrentando algunos retos cruciales en América Latina. La profesión policial debe estar a la vanguardia de la formación de hombres y mujeres que en esencia prestarán un servicio público cuya razón de ser es la promoción de libertades, derechos y deberes.

Casualidad o Causalidad

Para  terminar, la violencia no es casual sino causal. Los modelos de economía tanto lideradas  por  el  Estado  y el libérrimo mercado  explican esta  creciente amenaza  de los condenados de la tierra que son los más pobres.

Jane Okpala, en la introducción a "En Los condenados de la tierra, de Frantz Fanon" dice:
"... dentro del marco de la revolución argelina, se dirige a los problemas del Tercer Mundo recién liberado. Para él, la liberación en sí no es suficiente. Si no se reconstruye la sociedad, las burguesías nacionales, enfocándose en sus propios intereses, mantendrán los vínculos ya vigentes entre su país y la Europa que lo colonizó. El resultado es que el grupo pequeño de ex-colonizados que domina el país se enriquece al tomar los puestos antes ocupados por los colonizadores mientras que la gran mayoría de las masas continúa en su miseria, como si la revolución nunca hubiera ocurrido...."