Jorge Zavaleta Alegre. Periodista
El libro de Génesis (11:1-9) de la Biblia nos recuerda la torre de Babel, palabra que en hebreo significa ‘confundir’. Dice el bíblico texto que en ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la Tierra.
La civilización había avanzado tanto que la gente se propuso construir un edificio que alcanzara el cielo.
Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y se dijo: “Esto es solo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr. Será mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos”.
En estos tiempos modernos podríamos afirmar que el estigma de Babel sigue vigente. Más aún cuando se observan las dificultades de la globalización con abismales desigualdades sociales y económicas.
Pueblos enteros tienen enormes dificultades para el diálogo y el entendimiento, la paz es un principio inalcanzable, surgen por doquier conflictos armados y pugnas financieras.
Una muestra de la complejidad del planeta lo constituyen, por ejemplo, las asambleas anuales de las Naciones Unidas.
Junto con los esfuerzos por la paz desplegados por los gobiernos de las naciones y organismos multinacionales, preocupa también a la comunidad científica el establecimiento del origen de las lenguas.
El Día Europeo de las Lenguas, instaurado el 28 de setiembre de 2001, actualiza y promueve las investigaciones que se vienen realizando para desentrañar uno de los más grandes misterios de la humanidad: la multitud de lenguas y dialectos. El mensaje recobra actualidad con el Día Europeo de las Lenguas, iniciativa de la Unión Europea que convoca a diversas actividades.
En Lima, la conmemoración es organizada por EUNIC-Perú (European Union National Institutes for Culture), con el fin de destacar la importancia del aprendizaje de lenguas como una manera de superar diferencias culturales.
Los múltiples estudios de la arqueología, paleodemografía y geografía lingüística encuentran nueva y valiosa información acerca de la probable dispersión del hombre moderno desde las regiones lacustres de África hacia Asia, Australasia y América, en este último caso, a través del estrecho de Bering. Se sostiene que, por consiguiente, las lenguas han tenido que seguir la misma ruta que los hablantes.
Sin embargo, el problema del origen de las lenguas es aún mucho más complejo. Por ejemplo, existen dos corrientes: la tesis monogénesis (origen único de los diferentes linajes de homínidos y lenguas) y la poligénesis (procedencia de múltiples linajes). En su pasado, el hombre busca puentes de unidad para el futuro.